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sábado, 15 de agosto de 2015

COYUNTURA: Paro de los trabajadores: los escenarios posibles.


PARO DE LOS TRABAJADORES:
LOS ESCENARIOS POSIBLES


Por Lenin Salas




     El proyecto desarrollista de Correa, está llegando a su límite. La crisis actual, que se presenta como crisis de liquidez fiscal, apunta a convertirse en el mediano plazo en una crisis económica.
     Las arcas del Estado se encuentran en déficit, son 500 millones de dólares cada mes el faltante que el gobierno tiene para cubrir sus obligaciones, siendo esta la brecha fiscal más grande en la historia del Ecuador, producto de una década de despilfarro y corrupción, el fin de la bonanza de los altos precios del petróleo y la revalorización del dólar, cuarteándose el frágil modelo desarrollista del gobierno y apareciendo la verdadera esencia de su política de un “neo liberalismo moderno”.
     La respuesta del gobierno para palear la crisis ha sido postergarla mediante medidas monetaristas: el pago de sus obligaciones en bonos, la creación del dinero electrónico y la adquisición de préstamos emergentes, medidas que salvan mes a mes al gobierno, sin embargo, la deuda interna y externa se incrementan y el problema no es resuelto. La fórmula de tapar los huecos del déficit con un hueco más grande nos da pistas de que la crisis no tiene caminos de solución dentro del modelo actual.
     La posibilidad de reducir costos operativos del gobierno y reducir los ingresos de los trabajadores podría ser una solución de shock, pero para ello se requiere la desdolarización de la economía, medida muy impopular que en el estado actual de decrecimiento de la popularidad del gobierno sería catastrófico para su estabilidad. La vigencia del dinero electrónico busca desvalorizar el monto de los salarios con emisiones de dinero ficticio, que a corto plazo o mediano desencadenarán nuevas crisis y explosiones sociales.
     La obtención de créditos se pone cuesta arriba cuando ya no se tiene que hipotecar y cuando se ha vendido importantes cantidades de petróleo anticipadamente (dinero gastado con anticipación), el oro de la reserva está hipotecado y el país tiene un endeudamiento excesivo, que lo descalifica como sujeto de crédito.
     El gobierno ha acudido a organismos pequeños para solicitar créditos, e incluso se ha golpeado las puertas de países como Bolivia, sin embargo las fuentes se van agotando.
     Si se acudiera a un importante recorte presupuestario, significaría poner fin a la política social que es la que ha legitimado al gobierno en muchos sectores populares, lo que traería como consecuencia la reducción de programas sociales, abriéndose profundas contradicciones entre manejo económico y manejo político, contradicción que se irá agudizando como se incremente el peso de la crisis fiscal.
     Sin embargo la crisis fiscal no significa la presencia (todavía) de una crisis económica, pues esta se desarrolla aún dentro de las arcas fiscales del gobierno. El sector productivo de la economía y el sector financiero especulativo (la banca) gozan de suficiente liquidez gracias a las jugosas ganancias obtenidas en 8 años de correismo.
     Si la situación general de la población ha tenido una escasa mejoría y los sectores de la producción y la banca han obtenido jugosas ganancias, quiere decir que el programa económico de la llamada “Nueva Matriz productiva”, ha sido un programa dedicado a estos sectores. Encubiertos tras la fachada de obra social, se han desplazado los recursos desde el estado (ingresos petroleros) y desde el bolsillo de la población (impuestos) hacia los sectores oligárquicos de la economía. La banca sigue siendo el principal acumulador de estos recursos, con lo que podremos afirmar que el correismo no ha modificado en nada el eje de la acumulación capitalista, más aún la ha fortalecido.
     Por su lado, el Fondo Monetario Internacional, que se encuentra en el país para verificar el cumplimiento de las imposiciones acordadas con el actual gobierno, no desembolsa dinero. El gobierno no cumple aún los ofrecimientos de la eliminación del subsidio al gas, pese a los esfuerzos de imponer las cocinas de inducción, aunque el programa de imposiciones se sigue cumpliendo fielmente en otros campos como la apertura al capital transnacional con inversiones en importantes sectores de la economía y con la firma sumisa del TLC con Europa. Pero el FMI se acogerá a la política imperial, que será al fin y al cabo la que decida si Correa se queda o se va, en función directa de las necesidades de profundizar este proyecto modernizarte neo-liberal que está en marcha, los recursos ofrecidos pueden convertirse en tabla de salvación o serán destinados a un gobierno de recambio.


     El programa económico y la crisis




     El programa económico del correismo no es una invención local, ha correspondido y corresponderá a las necesidades del desarrollo imperial, en un juego de supuestas “contradicciones imperialistas” entre los ejes económicos de China y EEUU.
     Ni el programa económico, ni su crisis son elementos casuales, pues se encuentran dentro del esquema planificado de la expansión del capital imperial. La actual crisis internacional, al igual que las anteriores, ya no son elementos desestabilizadores del sistema, sino elementos “de control” y regulación de la política imperial.
     La vieja tesis de la izquierda de la “inevitable crisis general del capitalismo” está caduca.  
     Las crisis, sean estas generadas o de carácter espontáneo se han convertido en parte del negocio. Esta política que se inaugurara desde la crisis de los años 30 en EEUU, convertida en un golpe de acumulación de la industria en manos de un grupo pequeño de capitalistas que controlaban el sistema financiero, que generaron la crisis para luego acumular enormes beneficios con la compra y embargo de miles de empresas “quebradas” que en poco tiempo serían “reactivadas”, lo que la potenció como burguesía mundial, en el primer gran fraude económico de la historia, donde la modalidad de la “Economía de la estafa” se inauguraba y con ello la acumulación originaria de un “mega” imperialismo.
     Desde allí las crisis económicas se han sucedido, sin que estas afecten de manera alguna al capital imperial, siendo más bien recetas para su readecuación. El mundo se mueve bajo un poder absolutista, que en la actualidad tiene la capacidad de generar y resolver crisis, manipulando la economía para acelerar la concentración del capital a escala global.
     Si miramos con atención la última crisis que ha atravesado EEUU, Europa y ahora China se deben fundamentalmente a la movilidad del capital. Europa y EEUU se enfrentan a la desindustrialización local cuando la gran industria se asienta en China, con lo que el gigante asiático fortalece su papel de Estado imperial y es desde este país que se generan políticas para sostener la economía norteamericana, sin embargo es desde las esferas del poder imperial donde se resuelve el papel que cada estado cumplirá, allí se decide  la revalorización del precio del dólar y la economía norteamericana y europea vuelve a respirar, mientras que China empieza a sufrir los efectos de la crisis con la caída de los precios de las acciones en las bolsas de valores.
     Nos enfrentamos a un mundo unipolar, gobernado por un imperio supranacional, que se escuda detrás de estados imperiales para la ejecución de sus políticas. Las contradicciones entre estados imperiales son instrumentados para ejercer el control imperial, el poder del mundo está en una pequeña oligarquía que ha concentrado la riqueza mundial en sus manos.
No estamos en una era de re-alineamiento internacional (contradicciones EEUU – BRICS) como quieren presentarnos, sino en un reacomodo de la política imperial. No es el problema si estamos alineados a cualquiera de los estados imperiales, el problema fundamental es que estamos alineados al imperio mundial, a este poder supranacional, que es el verdadero poder y constituye el ENEMIGO PRINCIPAL de los pueblos del mundo.


     El enemigo principal y las luchas locales




     Las luchas locales (o nacionales, como se las desee llamar) están atravesadas por la generalidad de que nos enfrentamos a ese poder mundial único, pero se desarrolla también con particularidades producto de circunstancias locales.
     Para ubicar al enemigo principal dentro de nuestros estados, debemos entender la forma como se desarrolla el modelo económico y la posición que adoptan los diferentes sectores de la burguesía frente a ella y entenderemos con claridad el enemigo local al que debemos combatir. Para ello debemos preguntarnos:

* Cuantos programas económicos tiene la burguesía.
* Cual de estos programas y grupos son los más funcionales a la política del imperio.
* Cuales grupos tiene una integración con el capital imperial.

     Sólo resolviendo estos interrogantes podremos comprender la esencia de los proyectos locales y su ligazón a la política imperial y solo entendiendo esto podremos ubicar al enemigo principal y desarrollar las estrategias y tácticas necesarias, para no caer en el juego de supuestas “contradicciones ínter-burguesas” que en muchos casos nos ha colocado como cola de intereses ajenos a nuestro pueblo.
     En nuestro país, la política de sometimiento al capital financiero internacional, una economía dependiente basada en el extractivismo y la exportación de materias primas y productos agrícolas, la reconcentración de la tierra para dedicarlas al monocultivo, esta vez en manos del capital trasnacional, con testaferros locales, el control de las fuentes de agua por parte de los monopolios, etc. que son los cimientos del modelo neoliberal vigente desde hace tres décadas, son elementos estructurales de la nueva matriz productiva y cuentan con el beneplácito y consenso de el conjunto de las clases dominantes. La diferencia de la vieja y la nueva derecha está en quien conduce el proyecto.
     Las diferencias de uno u otro sector se da en elementos puntuales como la ley de comunicación o la ley de herencias, pero su contradicción real está en que la oligarquía tradicional quiere conducir directamente el programa, sin necesidad de “ideólogos” como Correa, que aparece por fuera de su grupo de control y que en determinado momento puede afectar intereses puntuales o puede apuntar a la consolidación de un nuevo grupo económico. El resto, la implementación del programa es un nuevo pacto oligárquico, un acuerdo de re acondicionamiento con el poder mundial.
     Las pocas políticas sociales también se hallan en el tapete de la discusión, la vieja derecha cree que es el momento de ponerles fin, mientras que Correa necesita de ellas, pues es su rostro social, a sabiendas que ya no es posible sostenerlas dentro de su esquema. La necesidad del recambio presidencial no viene por la agitación social, sino por el fracaso del modelo desarrollista-neoliberal.
     El enemigo principal en nuestro país entonces es todo el conjunto de intereses que están detrás de este nuevo pacto oligárquico, más allá de sus diferencias puntuales.
     Esto nos coloca ante una disyuntiva: si Correa es el representante de ese neo pacto, los sectores de “oposición” de la derecha, ¿son nuestros aliados en la lucha contra Correa? No nos llamemos a engaños: Correa no es el enemigo principal, sino parte de este. Para el movimiento social, el enemigo es el conjunto del poder, por ello, las fuerzas de la vieja derecha no son amigos en nuestra lucha social, aunque la coyuntura nos coloque en caminos parecidos.


     El Paro Nacional de trabajadores y la coyuntura actual




     El Paro Nacional de trabajadores se da bajo tres elementos circunstanciales:

- La primera fue la amenaza real de desaparición del sindicalismo público con las leyes que Correa impulsa;
- El descontento amplio frente a las políticas del régimen que afectan a sectores populares, entre ellos a los obreros;
- El “acuerdo” de las clases dominantes, sus partidos y la embajada norteamericana de un recambio del representante del programa económico, que hace que las empresas del sector privado influyan en sus trabajadores en esta necesidad.
     Precisamente, cuando tenemos una burocracia sindical vacilante, fue la presión desde abajo y la influencia de algunos grupos de izquierda (que tienen alguna presencia en el sector) las que definieron la necesidad del Paro.
     Sin embargo, esta medida está atravesada por la atonía de la conducción política, que no ha logrado convertir el mínimo programa que se va forjando en la coyuntura en consigna política.
     La debilidad está en la dubitación de las dirigencias, en la incomprensión real de la coyuntura y del periodo de los grupos de izquierda y en la debilidad política de nuevos grupos que tienen influencia sobre los sectores de masas, pero que han sido incapaces de generar con ellos una línea política clara.
     El 1º de Mayo fue la demostración de ello: una masiva marcha, producto de la movilización espontánea del descontento popular se enfrentó a una ausencia de una consigna general que recoja el descontento. La carencia viene de los viejos actores y de los nuevos. Aquellos que plantearon un 1º de Mayo “diferente” se limitaron a cambiar los gritos por “pitos” y chicharras, ahogando la voz del trabajador que requería con urgencia el posicionamiento de una consigna que le dé línea de movilización y sea capaz de posicionarlo como fuerza conductora de la coyuntura política.
     Pero como la política no admite vacíos, esta carencia fue llenada por el enemigo. La reunión de representantes de las Cámaras, sus partidos, el alto mando militar y la embajada norteamericana dio como resultado la consigna de “Fuera Correa Fuera”, que se expandió rápidamente y se convirtió en el eje paradigmático de la movilización de las clases medias y luego fue asumida sumisamente por la izquierda y el movimiento social.
     La dirigencia social ha sido muy cuidadosa en diferenciar su posición a la de la derecha tradicional con lo que logran ampliar su convocatoria al movimiento indígena y algunos sectores sociales importantes como los jubilados y los médicos, afectados por las leyes gubernamentales, pero el levantamiento va tornándose de urbano a rural en medio de una debilidad parcial del movimiento indígena, acosado por un ataque descomunal del poder por todos lados, pero que en el camino se va reconcentrando y recuperando su capacidad de movilización, que no es suficiente en los actuales momentos para derrocar al régimen, requiriéndose el auxilio de la clase media, principal oponente de Correa, de cuya explosividad el movimiento social espera. Nuevamente el escenario de la lucha social se desplaza desde el país hacia la capital, donde la clase media, será quien defina nuevamente la permanencia o no del gobierno actual.
     La izquierda y el movimiento social no tiene en las circunstancias actuales la posibilidad de disputa del poder porque carece de una propuesta programática alternativa, su propuesta contestataria se limita a enfrentar la arremetida legal gubernamental, sin propuestas políticas para un recambio del poder. La derecha tradicional por su parte, se juega en el apoyo velado al Paro, abriendo el espacio en sus medios de comunicación y preparándose para movilizar los sectores donde influyen para el éxito del Paro, aunque guardan con celo sus cartas en la posibilidad electoral del 2017, jugándose a dos ases.
     El gobierno, por su lado, prepara con desesperación todas sus fuerzas, busca movilizar un gran contingente humano a la capital para desestimar el Levantamiento, aunque la ausencia de un apoyo social orgánico le está fallando, no confía ya en el papel que tiene la Policía que mira con simpatías el Levantamiento (al menos en la tropa) y las Fuerzas Armadas que son controladas desde sectores de la derecha. El gobierno va perdiendo espacio en la conciencia ciudadana, aunque confía que podrá concentrar sectores fieles y pretende a su vez disminuir el peso de la movilización mediante la guerra mediática. La represión es una carta que tiene, aunque dependerá del carácter masivo de la movilización para que esta se derrumbe.
     Para el gobierno las cosas se le ponen difíciles. El movimiento popular cuenta con un movimiento indígena en ascenso organizativo, en un movimiento sindical débil orgánicamente y más débil aún políticamente, limitado como siempre a la lucha reivindicativa, pero que en los actuales momentos es un elemento de apoyo; y una clase media que simpatiza con el movimiento en su conjunto, porque busca representarse en ella, en la necesidad de derrocar al gobierno para la defensa de sus intereses. El apoyo también viene de la burguesía y de muchos aliados del mismo gobierno, basta mirar el papel que están cumpliendo las Cámaras en Ambato, representantes directas de la oligarquía Cuesta-Naranjo, que siendo allegados y beneficiarios directos del régimen, han dado un apoyo directo al Levantamiento, pues para ellos está primero su fidelidad al capital oligárquico tradicional.
     El régimen buscará con desesperación alianzas entre las bases sociales, aislando a su dirigencia, las que se desarrollaran antes, durante y posterior a la contienda, en dependencia del grado de movilización que se alcance.
     El movimiento social es el que se apresta a ser el más golpeado, independientemente del resultado si no comprende que la lucha emprendida no se termina el 14, sino que este debe convertirse en el principio de una construcción ascendente, de un proyecto político diferente, si no rearma sus fuerzas en función de derrotar al enemigo principal, independientemente de quien se encuentre gobernando y si no comprende que su proyecto político debe desarrollarse fuera de las estructuras de este viejo poder, derrotando las caduca tesis de la “Toma del Poder”, e implementando la tesis de la construcción de un nuevo poder que destruya, de una vez por todas al viejo poder oligárquico.


     Los escenarios que puede desatar la coyuntura




     Se puede esperar cuatro escenarios de la coyuntura, que veremos uno a uno a continuación.

     1. Que las fuerzas sociales no se movilicen en la forma esperada.

     Este escenario, desfavorable para el movimiento social, es posible en la medida que las fuerzas sociales se confíen demasiado en que “otras fuerzas” sociales les darán haciendo su trabajo. Hemos observado que cuando el movimiento indígena se moviliza, otro sectores se quedan a la expectativa porque confían que esta fuerza es suficiente para lograr los objetivos; sin embargo, este importante sector social no tiene en la actualidad, la fuerza necesaria para hacerlo y requiere de la movilización de importantes sectores medios para lograrlo.
     Este escenario es muy peligroso para la organización social, un fracaso de la movilización traería consigo una gran contraofensiva inmediata del gobierno, que terminaría por desarticularla. El movimiento social debería prepararse, si esto sucediera, para un retroceso lo más ordenado posible hasta que se puedan reorganizar las fuerzas.

     2. Que el movimiento social logre posicionar un programa alternativo independiente de las clases dominantes.

     Esto significaría un empate táctico con las fuerzas del gobierno y de la vieja derecha, un proceso de contra ofensiva gubernamental, de aniquilamiento de la organización social, vendría aunque no de inmediato, dándonos tiempo para re articularnos, el escenario de la lucha puede pasar a lo electoral. Las fuerzas de derecha acondicionarán su táctica con miras a las elecciones del 2017 y el movimiento social deberá reinventar los caminos de su lucha. El desenlace de la lucha, favorable para el movimiento social se postergaría hasta el estallido de una crisis económica, prevista en 2 0 3 años.

     3. Que la movilización social permita un golpe de Estado que derroque al gobierno de Correa y se imponga un gobierno “de transición” bajo el control de la derecha.

     Este escenario depende de dos cosas: un acuerdo (que ya está dado) entre las clases dominantes, el poder militar bajo la venia del estado imperial (legitimidad externa del nuevo régimen) y el éxito de la masividad de la movilización social (legitimidad interna).
     Este escenario es el que tiene mayores posibilidades, pero es también muy peligroso para el movimiento social; un gran sector puede ser cooptado por el nuevo poder y a mediano plazo se verá una ofensiva contra este. Después de que el nuevo gobierno desmonte todo el aparato correista (pero no el marco legal que lo sustenta), apuntará sus cañones contra nuestras filas, utilizando los mecanismos legales y extralegales creados por Correa, que quedarían intactos para continuar con el ataque a la organización social.

     4. Que el movimiento social rebase todas las expectativas y logre derrotar al régimen.

     Este escenario, aunque es uno de los menos probables, no es imposible de que suceda. Dependerá de la masividad de la convocatoria y que el papel fundamental se desplace desde las masas espontáneas, hacia el movimiento social organizado, hacia sus organizaciones políticas, que deberán poner en juego toda su capacidad para sustentar un acuerdo que supere su fragmentación y sea capaz de remover los cimientos del régimen establecido, más allá del gobierno de turno.
     Este escenario nos obligaría a la construcción acelerada del poder popular desde la base social, mientras se va desmontando todo el aparato estatal del régimen


     Tareas urgentes para el Paro Nacional




     Es urgente posicionar en la capital, en las clases medias, la responsabilidad social de su movilización, la necesidad de su presencia en las calles y la combatividad de su acción. “Quito tiene la palabra, o se va o se queda (Correa)”, debe ser la consigna para este sector.
     Quienes pueden aportar de mejor manera a esta convocatoria son los artistas, los médicos, los ecologistas, los medios de comunicación, los grupos organizados de mujeres y los estudiantes universitarios.
     Requerimos seguir el diálogo social, conversando entre nosotros, levantando y posicionando el programa coyuntural, pero sentando las bases de un programa táctico que rebase la coyuntura actual. La izquierda debe crear espacios de diálogo y unidad en esta etapa.
     Es necesario desarrollar toda la creatividad en la lucha social, no nos enfrentamos a un gobierno débil, pero la lucha nos ha ido dando posibilidades de recrear nuestras formas de lucha. Deberemos estar atentos con la propaganda oficial; se preparan auto atentados (contra carreteras y edificios gubernamentales) para desacreditar la movilización y sustentar la represión. El gobierno no dudará en “sacrificar” a algunos seguidores suyos con el fin de declarar “violenta” a la lucha social, para desacreditarla nacional e internacionalmente.
     Se está preparando ataque a las redes comunicacionales alternativas (en Internet); si las condiciones lo permiten, se van a confiscar los medios de comunicación privados y se tratará de movilizar la mayor cantidad de fuerzas represivas afines al gobierno.
     Para el gobierno, la actual coyuntura es vital, pues en ella se juega su permanencia; para los otros sectores de derecha no está en juego el proyecto político, sino la oportunidad de conducirlo; y para nosotros, en cambio, el proceso de lucha sólo está iniciando, las posibilidades de enterrar para siempre este régimen de poder viejo y caduco dependerá de cómo afrontemos la lucha social y su desenlace de aquí en adelante.

REVOLUCIONARIOS Y PUEBLO....HA LLEGADO EL MOMENTO DE LA UNIDAD. 

ES HORA DE CONSTRUIR EL PODER POPULAR DESDE ABAJO.

2 comentarios:

  1. buenazo el analisis,,, esos escenarios posibles estan dificiles de asumir.... el problema es que estamos en vacaciones de colegio y universidad, y parece que lo de la universidad fue premeditado, porque tendremos dos meses de vacaciones.... Creo que le faltó el escenario de la erupción del cotopaxi, creo que los calculos se estan manejando tmb desde ahi... en caso de erupción la crisis se agudizaría, subirían los precios, Quito se aislaría parcialmente, habría posiblemente escases de agua y comida, la producción se detendría, la comida de cotopaxi dejaría de producir y eso está pasando ahora mismo por la evacuación de zonas rurales especialemente ganaderas y agricolas campesinas... Eso abriría escenarios más complejos, como la irrupción de sectores populares que serán sistematicamente privados de recursos para que las clases altas no sufran los efectos de la erupción, barrios enteros a los que simplemente no llegue comida.... Eso lo estan calculando ahora mismo los alcaldes y el gobierno.... No han visto las caras de los alcaldes, son de espanto, el Rodas lo disimula muy bien, pero pronto le vendrán los sustos....
    Y eso sin hablar del estado de excepción suciamente manejado por el gobierno, qué pasará con las fuerzas armadas. En el artículo aparece una parcialización, como si estuvieron compradas por la derecha y la embajada,,, pero creo que el panorama es más complejo, las fuerzas leales a Correa, que lo siguen sosteniendo, y el debate que estaría generándose ahora mismo si los militares deben jugar el papel de la policía con el tema de las enmiendas, y en el Estado de excepción... y además que las fuerzas armadas son un campo oscuro aún para el movimiento social. Lo de la policia es cierto, acabo de escuchar que la tropa está en un 70% descontenta con el regimen, y en quito cada vez les molesta más tener que defender a unos 5 mil de 100 mil personas rodeando carondelet (fuente: conversación con un policia, no mia, de una señora muy amable que me lo contó el 13 de agosto)

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    1. Agradecemos su comentario, Charly1125. Continúe pendiente de los artículos del Blog de TESIS 11. SALUDOS.

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