TESIS 11

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jueves, 28 de enero de 2016

ACTUALIDAD ECUADOR: Los campesinos que alimentamos al pueblo ecuatoriano seguimos relegados. Boletín CONAIE.



Declaraciones de Severino Sharupi de CONAIE en el Primer Encuentro Agrario rumbo a la Cumbre Agraria Nacional

"LOS CAMPESINOS QUE ALIMENTAMOS AL
PUEBLO ECUATORIANO SEGUIMOS RELEGADOS"


Boletín elaborado por: Nataly Torres (FIAN) e Isa Salcedo (OCARU)





     El martes 19 de enero, tuvo lugar el Primer Encuentro Agrario rumbo a la Cumbre Agraria Nacional. Más de un centenar de compañeros y compañeras de diferentes organizaciones sociales, campesinas e indígenas se reunieron en la Universidad Andina, en la ciudad de Quito. Los objetivos del encuentro consistieron en: analizar el texto aprobado de Ley de Tierras, alimentar el debate agrario, construir alternativas y estrategias en defensa de la Soberanía Alimentaria y coordinar acciones hacia la convocatoria de la Cumbre Agraria.
     Gracias a las organizaciones convocantes: Conaie, Ecuarunari, Tierra y Vida, Feunassc, Ocaru, Fian, Colectivo Nacional de Dirección, Comisión Nacional de Agroecología, Fecaol, Foro Hídrico, Astac y Pueblo kitu Kara, se encendió el debate ante la necesidad urgente de una discusión en torno a cómo la Ley de Tierras expresa el modelo de dominación en el agro.
     El encuentro estuvo marcado por tres exposiciones magistrales y una gran plenaria de propuestas; elementos que permitieron al final de la jornada definir estrategias y resoluciones para alcanzar los objetivos planteados.
     “Agricultura Familiar Campesina e Indígena”, es el título de la exposición con la que Franç ois Houtart (Investigador en el IAEN) abordó, desde un enfoque sociológico, el problema agrario en el mundo actual. Su discurso identifica cuáles son los efectos de la introducción del capitalismo en el campo cuyos impactos inciden en la pérdida de la Soberanía Alimentaria, la desaparición del campesinado y destrucción de la sociedad rural; elementos que le permiten hacer una lectura crítica sobre el proyecto de Ley de Tierras.
      En un análisis del contexto de la recién aprobaba Ley de Tierras Rurales y Territorios Ancestrales, Houtart insiste en que: “La Agricultura Industrial es negativa mientras que la Agricultura Familiar Campesina es positiva y que la Ley prevé la coexistencia de los dos modelos". Entre sus conclusiones, destaca la necesidad de solicitar un censo agrario, proponer comisiones de estudios sobre daños ambientales en los monocultivos y una propuesta de reforma agraria que construya el conjunto de la sociedad rural.
     Esteban Daza, investigador del Observatorio del Cambio Rural, presentó lo que ha denominado los mitos sobre el proyecto de Ley de Tierras, entre los que destaca tanto la lógica de redistribución de tierras como la institucionalidad que se crea para apoyar lo que el Estado entiende como política social.
     Daza muestra cómo la redistribución de tierras no es otra cosa que la continuidad del mercado de la tierra administrado por el Estado, pues en varios articulados de la ley se evidencia que el precio de la tierra, tanto para la compra como para la venta, se fundamenta en el avalúo comercial de la zona.
     Bajo el título, “Los sistemas comunitarios en el proyecto de Ley de Tierras”, Floresmilo Simbaña (Dirigente de la CONAIE), hace alusión a que: “en la Ley de Tierras se confunden dos regímenes jurídicos totalmente distintos: tierra y territorio; y no se hace referencia a los sistemas comunitarios como diferentes formas del régimen de propiedad.”
     Después de una ronda de preguntas y varias exposiciones desde el público presente, se organizaron las actividades para la jornada de la tarde que consistía en llegar a una serie de acuerdos entre los participantes.
     Finalizado el almuerzo, las diferentes organizaciones volvieron a reunirse en el Paraninfo de la Universidad para consensuar las siguientes resoluciones sobre el Encuentro Agrario:
1. Ratificar que el acceso a la tierra es un derecho humano y no una mercancía.
2. Desconocer la Ley de Tierras Rurales y Territorios Ancestrales junto con las políticas de la nueva matriz productiva en el agro y la firma del TLC (Tratado de Libre Comercio) con la UE (Unión Europea) ya que profundizan el modelo de acumulación capitalista en el campo, ponen en riesgo a la Soberanía Alimentaria y el derecho a la alimentación y los derechos colectivos de las Comunidades, Pueblos y Nacionalidades.
3. Formar una comisión multidisciplinaria que analice las ventajas y desventajas de la Ley de Tierras desde una visión política y jurídica junto a la Ley Orgánica del Régimen de Soberanía Alimentaria y la Ley de Recursos Hídricos, Uso y Aprovechamiento del Agua.
4. Iniciar la resistencia jurídica frente a la aprobación de la Ley de Tierras Rurales y Territorios Ancestrales mediante una demanda de inconstitucionalidad en la Corte Constitucional y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es necesario realizar un pronunciamiento sobre el Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos y Nacionalidades Indígenas, sobre el derecho a la alimentación, derecho al trabajo y sobre las violaciones de derechos humanos de las transnacionales vinculadas con el extractivismo (agroindustria, mineras, petroleras).
5. Solicitar una Reforma Agraria Rural Integral pensada no sólo desde los productores agrícolas sino también desde los trabajadores, comerciantes, consumidores, academia y ciudadanía organizada y no organizada. La reforma agraria debe incluir justicia agraria.
6. Fortalecer a las organizaciones y propiciar la unidad de los trabajadores, intelectuales, mujeres y consumidores.
7. Definir un plan de acción y de preparación de la Cumbre Agraria identificando cuáles son las acciones que conformarán la agenda para la realización de eventos territoriales y campaña previa a la Cumbre.


Firman: 
CONAIE
ECUARUNARI
TIERRA Y VIDA
FEUNASSC
COLECTIVO NACIONAL DE DIRECCION
COMISIÓN NACIONAL DE AGROECOLOGÍA
FECAOL
FORO HÍDRICO
ASTAC
PUEBLO KITU KARA



Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=208179&titular=%22los-campesinos-que-alimentamos-al-pueblo-ecuatoriano-seguimos-relegados%22-

jueves, 21 de enero de 2016

ACTUALIDAD ECUADOR: El gatopardismo correista. Por Decio Machado.



EL GATOPARDISMO CORREISTA


Por Decio Machado
(11 de enero de 2016)



     Tras la crisis financiera de 1999 y la dolarización en el 2000, que tuvo como grave consecuencia la pérdida de soberanía monetaria del país, los gobiernos antecesores al correísmo intentaron estabilizar la economía nacional y recuperar la inversión extranjera a través de la construcción de un nuevo oleoducto de crudos pesados (OCP). Su escaso éxito deviene de la entonces limitada participación del Estado en los excedentes petroleros de las empresas privadas y el hecho de que los yacimientos estatales se encontrasen afectados por una producción declinante y una limitada inversión, lo que acotó los ingresos fiscales derivados de la actividad petrolera y su efecto articulador con la economía nacional.
     Más allá de la debilidad de aquellos gobiernos, este período se desarrolló en un marco de condiciones favorables tras el caos económico ecuatoriano de fin de siglo: el precio del petróleo creció en algo más del doble de su valor hasta alcanzar los USD 50,75 por barril en 2006 (Figura 1) y la masiva emigración internacional de trabajadores y trabajadoras hacia países industrializados (Figura 2) generó la llegada sustanciosas remesas desde el exterior.

Figura 1



Figura 2:


     Esta combinación de factores propició el crecimiento del país entre los años 2000 y 2003 con un promedio de 2,17%, pasando en 2004 a aumentar al 5,7% fruto del aumento de la producción petrolera transportada por el nuevo OCP.
     El flujo de remeses internacionales y la reducción de la inflación, que pasó del 91% en el año 2000 al 2% en el 2005, permitió el desarrollo del mercado interno ecuatoriano. Esto hizo que el PIB per cápita ascendiera de USD 1.336 entre los años 1993-1999 a USD 1.514 en la década 2000-2009.
     En resumen, la economía ecuatoriana se fue consolidando durante la primera década del presente siglo, tras el caos de 1999-2000, desarrollándose un crecimiento muy superior a la década pre-dolarización (Figura 3).

Figura 3:


     La “popularización” del sistema financiero privado (facilidad de acceso al crédito para familias humildes buscando incentivar el consumo) consolidó un capital emergente que enfocando sus criterios de rentabilidad hacia el mercado interno, lo que le diferencia de la vieja oligarquía que se conformó históricamente en torno al agrobusiness, agudizó el problema de la existencia de empresas monopólicas en el mercado ecuatoriano.
     Es en esta coyuntura en la que se da el nacimiento del correísmo a través de una variopinta alianza de organizaciones políticas y personalidades públicas que impulsan, unos meses antes de los comicios electorales del 2006, la candidatura de Rafael Correa al sillón presidencial. Correa fue la expresión de una lógica política y otra económica que se desarrollaron en paralelo. Por un lado, el hastío ciudadano ante la sucesión de gobiernos caracterizados por sus altos niveles de corrupción y desinstitucionalización del Estado; y por otro, la necesidad de expresión política de ese nuevo capital emergente, que en conflicto con la vieja oligarquía agroexportadora, propugnaba la modernización de los mercados nacionales para superar un modelo económico que había quedado arcaico y limitado a la exportación de banano, flores, camarón y petróleo.
     Al igual que el keynesianismo buscó insertar a la clase trabajadora como una fuerza para el desarrollo capitalista, tras el Crack de 1929, mediante la estrategia de expansión de mercados propuesta por el fordismo; la llamada “revolución ciudadana” pretendía dinamizar mercados internos y modernizar el capitalismo ecuatoriano, buscando salidas post-neoliberales que generasen una inserción más inteligente del Ecuador en el sistema-mundo.
     Desde su perspectiva ideológica, al igual que Keynes aseguraba “puedo estar influido por lo que me parece de sentido de justicia, pero la lucha de clases me encontrará del lado de la burguesía educada”; el presidente Correa manifestaba hasta muy recientemente que su éxito económico se basa en el hecho de que “estamos haciendo mejor las cosas con el mismo modelo de acumulación”, planteando una apuesta clara por lo que él define como “economía capitalista moderna”. Es decir, se entendió el posneoliberalismo en los mismos términos que en su momento el keynesianismo entendió el posliberalismo.
     La irrupción en el proceso electoral del 2006 de un outsider (Rafael Correa) enarbolando propuestas desarrollistas, en un país con una economía atrasada y con una alta deslegitimación social de su casta política, hizo que el viejo sistema “partidocrático” se desmoronara cual “torre de naipes” sin capacidad de recuperarse aun en la actualidad.


     La política económica correísta

     Según Ernesto Laclau, el “pueblo” no opera en el populismo como una dato primario sino que es el fruto de una construcción. Desde esa perspectiva, el neopopulismo ecuatoriano se desarrolló bajo una práctica política sustentada en la movilización de masas y el liderazgo carismático, encontrando su legitimación desde el conflicto -más imaginario que real- sostenido en una retórica anti-élite que teatralizó un “supuesto” desafió al statu quo utilizando redes clientelares a fin de legitimar su liderazgo a través de los votos.
     Esta situación conllevó un profundo distanciamiento entre el discurso y la praxis correísta, desarrollándose medidas que si bien posicionaron determinados beneficios a la población, lejos están de significar transformaciones en el modelo económico y las relaciones sociales existentes en el país. Al fin y al cabo, el correísmo se ha mostrado como una “tercera vía” superadora del conflicto existente en las últimas décadas entre el neoliberalismo y los sectores populares en resistencia.
     A efectos económicos la lectura es clara, la intervención del Estado en la dinamización de la economía nacional –principal característica del socialismo del siglo XXI- significó en Ecuador que el gasto de inversión pasara del 11,4% del PGE en 2008 al 20,57% en 2013, mientras los ingresos de los grandes grupos económicos que operan en el mercado nacional se hayan ido incrementado paulatinamente durante todos estos años (Figura 4) sin que exista desconcentración alguna en la economía monopólica existente (Figura 5). En otras palabras, las empresas más grandes del país ganaron más durante el período correísta que durante el período neoliberal inmediatamente anterior al correísmo.

Figura 4:


Figura 5:


     De esta manera, el capital emergente surgido tras la crisis financiera de 1999 se consolidó durante la primera década del presente siglo, recibiendo también el mayor porcentaje de créditos comerciales frente al escaso financiamiento para las PYMES, lo que le ha permitido incrementar sus beneficios durante el período de gestión correísta. La única novedad que podemos detectar en este período es la inclusión de empresas chinas en los ranking de beneficio empresarial existentes en Ecuador.
     La cuestión se agrava en la medida que la dinamización económica promovida desde el Estado, a pesar del generalizado incremento de la capacidad adquisitiva de la población (Figura 6), ha derivado en un fuerte crecimiento del endeudamiento familiar con base al consumo. Según un reciente estudio del Colegio de Economistas de Pichincha, el 41% de los hogares ecuatorianos gastan más de lo que ganan, siendo las personas que más endeudadas están las que menos ingresos perciben.
     Entender el endeudamiento actual de más de 400.000 familias ecuatorianas (el tamaño promedio del hogar ecuatoriano es de 3,9 personas) conlleva comprender un sumatorio de factores adicionales: la flexibilización de las condiciones de crédito al consumo buscando incentivar el consumo, la falta de educación financiera de los sectores populares y de clase media baja, así como la complicidad entre el sistema financiero y las autoridades propiciando el actual festín consumista.
     Sin embargo, este modelo de incentivación del consumo comienza a mostrar sus límites: según datos de la patronal bancaria, en la actualidad el 43% de sus clientes pide créditos para pagar otras deudas.

Figura 6:


     Con el deterioro actual de la economía nacional consecuencia de la caída de los precios del crudo en el mercado internacional (el petróleo representa el 54% de las exportaciones ecuatorianas y sus ingresos equivalen al 11,5% del PIB) y la ralentización de la economía china, la cartera de consumo empieza a deteriorarse. En paralelo, el indicador de morosidad subió hasta el 6,33% en abril del presente año, lo cual siendo apenas la mitad del 12,51% de morosidad bancaria existente en Estado español, por su tendencia al alza ya comienza a ser preocupante.
     El discurso correísta promueve a su vez las bondades del crecimiento de las actividades productivas en el país con miras al cambio de matriz productiva, buscando que nuevos sectores económicos como el industrial o la economía del conocimiento sostengan la futura economía nacional. Sin embargo, basta analizar el comportamiento de las exportaciones al igual que la tasa de crecimiento de los sectores productivos, financieros y comerciales del país para detectar la inexistencia de cambios significativos en la matriz productiva nacional, la cual sigue siendo de carácter primario y con una presencia extremadamente débil de la industria.
     El llamado “milagro” económico ecuatoriano es una falacia propagandística del régimen y el crecimiento económico del país apenas fue el fruto del momento favorable de precios del petróleo en el mercado global de commodities hasta fechas recientes. La capacidad transformadora del Estado en la estructura económica del país es inexistente, y a lo que en realidad hemos asistido es a un proceso de reprimarización económica: las exportaciones de bienes procesados no petroleros en 2006 significaban el 4,9% del PIB nacional mientras que en 2014 dicho porcentaje descendió al 3,9%. Terminada la “época dorada” de los commodities, el correísmo entró en una agresiva política de endeudamiento externo que dio al traste con los logros alcanzados en 2009, cuando se declaró parte de la deuda externa como ilegal e ilícita.
     Respecto a las condiciones existentes en el mercado laboral ecuatoriano, tampoco de se visualizan mejoras significativas. Mientras el aparato de propaganda gubernamental habla de que en el país apenas existe desempleo (Figura 7), la realidad es que se mantiene una tasa brutal de empleo inadecuado (todo trabajador o trabajadora que recibe ingresos inferiores al salario mínimo de 354 dólares al mes y/o trabaja menos de la jornada legal) o lo que Marx llamaría “ejercito de reserva”.  

Figura 7:




     Respecto a política fiscal, un reciente informe elaborado por la PUCE indica que durante los primeros ocho años de su gestión el gobierno correísta había recaudado 131 mil millones de dólares en tributos, de los cuales el 30% devienen del Impuesto a la Renta (Figura 8).  

Figura 8:



     El fisco ecuatoriano reconoce la existencia de 118 grandes grupos económicos que operan en el mercado nacional de los cuales 16 de ellos controlan la mayor parte de la economía (Figura 9). Las políticas fiscales y productivas desarrolladas en los últimos años permitió una serie de excepciones fiscales que determinan el hecho de que la presión fiscal no recaiga sobre las grandes empresas (Figura 10), recaudándose de estas tan solo el 15% del montante total del Impuesto de la Renta. A esto se suma el hecho de que dicho impuesto se rebajó para las transnacionales extractivas (petroleras y mineras) del 44% al 25%.
     Para más inri, el Ejecutivo determinó en el presente año conceder una amnistía fiscal a las empresas que tenían acumulado deudas con el fisco –cuantificado en unos 5.000 millones de dólares de las cuales el 90% corresponden a deudas de grandes empresas y transnacionales extranjeras-, liberándoles de multas, gastos de mora y pago de intereses a todos aquellos que abonen al Estado sus pagos pendientes

Figura 10:



     Y llegó la crisis…

     Durante el año 2015 el Ejecutivo se vio obligado a realizar dos recortes al PGE. El primero en enero por USD 1.420 millones y el segundo en agosto por 800 millones, lo cual ya ha tenido un fuerte impacto en la economía nacional. El proyecto de presupuesto fiscal para el ejercicio del año 2016 prevé una reducción del 20% sobre el del año anterior, anunciándose la privatización de las gasolineras de la estatal Petroecuador y la eliminación de los subsidios existentes sobre la gasolina, electricidad, gas doméstico y transporte urbano. Más allá de que algunas de estas medidas tengan un sentido de racionalización presupuestaria, es evidente que la salida a la crisis se busca desde la derecha y busca que sean la ciudadanía quien la financie.
     La necesidad de liquidez por parte del Estado es un hecho evidente, y el creciente endeudamiento a través de créditos chinos y venta anticipada de petróleo –algo que ni en neoliberal se atrevió a implementar- ya no son suficientes. A mediados del 2014 el gobierno entregó a Goldman Sachs (uno de los responsables impunes de la crisis subprime) la mitad de sus reservas de oro como garantía para un crédito de USD 400 millones. De igual manera, Ecuador regresó al mercado financiero internacional en junio del 2014 con la colocación de bonos soberanos por USD 2.000 millones, luego de declarar una moratoria selectiva de su deuda externa pública en 2008. Ya en 2015 se volvieron a emitir bonos en dos ocasiones por USD 750 millones a cinco años cada uno de ellas, siendo sus tipos de 10,5% y 8,5% respectivamente, lo que indica un alto nivel de riesgo país si lo comparamos con los tipos de interés aplicados en otros países de la región.
     Por otro lado es muy significativo el hecho de que a pesar del discurso anti-imperialista que el presidente Correa ha mantenido durante todo su mandato, la economía del Ecuador ha vuelto a ser monitoreada por el FMI. En su último informe, la institución presidida por Christine Lagarde aplaudió las últimas medidas de ajuste adoptadas por el Ejecutivo y animó al mandatario ecuatoriano a “redoblar los esfuerzos para preservar la estabilidad financiera y fortalecer la competitividad del país”.
     Así las cosas y en franco retroceso de las políticas sociales desarrolladas por el gobierno correísta, queda el riesgo de que quienes salgan más golpeados por la actual crisis económica sea el 43% de población vulnerable (ingresos comprendidos entre 4 y 10 dólares diarios según CEPAL) que el PNUD define como mayor target poblacional existente en el Ecuador.


     Instauración del Estado Control para maquillar la realidad

     Implementar una política económica como la descrita con anterioridad conllevó por parte del correísmo reinstitucionalizar un Estado reducido a su mínima expresión durante la era neoliberal. Es así que se implementó un Estado que pretendió  con escaso éxito asemejarse al modelo de seguridad fordista, el cual se caracterizó por su tendencia a la institucionalización de los conflictos de clases bajo el control del Estado. Para ello fue necesario la recuperación del rol del Estado como gran centro burocrático que se pretende eje regulador y organizador de la sociedad.
     Llamar a este proceso “revolución ciudadana” no fue más que una estrategia propagandística gubernamental. Recordando a Horkheimer y Adorno, “la falsedad es inseparable de la propaganda”.
     Para ello, entre 2007 y 2014 se aprobaron 180 leyes que modernizaron el viejo y anquilosado sistema jurídico ecuatoriano y a través de las cuales se visualiza cuales son los ejes de interés del Estado: el 34% de estas leyes tienen referencia al marco legal general, el 21% son reformas sobre la organización del Estado, otro 21% son reformas de carácter administrativo, 19% son referentes al régimen de desarrollo económico, y tan solo 4% tienen anclaje en la participación y la pluralidad política. El proceso de tardo-modernización capitalista impulsado desde el régimen y sostenido sobre los elevados ingresos obtenidos del petróleo durante los primeros ocho años de gobierno correísta, permitieron políticas redistributivas de las cuales se han obtenido importantes indicadores sociales: la pobreza medida por ingresos (línea de pobreza nacional fijada en 2,63 dólares diarios) disminuyó del 37,6% en 2006 al 22,5% en 2014. En educación superior el país es el que más invirtió en América Latina con 2,12% del PIB, condición que ha permitido -entre otras cuestiones- que desde 2007 unos 10.500 estudiantes hayan obtenido becas y se creen cuatro nuevas universidades. Aunque la evasión fiscal mantiene indicadores muy altos, entre 2007 y 2014 se duplicó el número de contribuyentes activos lo que ha permitido triplicar las cifras de recaudación. El incremento de recaudación tributaria sumada a los ingresos por crudo más importantes que haya tenido gobierno alguno en el Ecuador permitió que se triplicase la inversión social en el país durante estos años. De igual manera, se realizó una fuerte inversión en la modernización de infraestructuras, especialmente vial, buscando competitividad sistémica para atracción de inversiones.
     Todo lo anterior, sin duda positivo, era una necesidad del sistema para democratizar el acceso al sistema educativo y el mercado, así como para obtener una mano de obra más calificada en el país. El nuevo capitalismo ecuatoriano entendió que la exclusión total de un amplio sector de la población, generada por la implementación salvaje y posterior crack del neoliberalismo en la región andina, vino a significar un desperdicio de recursos humanos para el sistema de producción capitalista y fue muy poco eficiente para el adecuado funcionamiento del capitalismo global, dado que no introdujo en la cadena de producción y servicios al conjunto de quienes pueden producir riqueza, ni en la cadena de consumo instaurada desde los mercados a todos los que pueden consumir y generar beneficios para el capital.
     La singularidad de la reinstitucionalización del Estado ecuatoriano, se basa en el hecho de que se ha generado una tendencia cada vez más agudizada hacia un modelo de Estado Control autoritario. Volviendo a Horkheimer, hablamos de Estado autoritario como un fenómeno sociológico que se origina tras circunstancias históricas donde surge la anarquía, el desorden y la crisis; presentándose como la vía para la superación de los problemas existentes. Esto es lo que ha sucedido en Ecuador, y para comprender enteramente esta realidad basta significar que durante el período pre-correísta se vivió un escenario de inestabilidad política que determinó que ningún gobierno desde 1996 terminara su legislatura. Es por ello que los excesos y abusos de poder que con cada vez mayor frecuencia se han ido manifestando en la gestión gubernamental, se hayan mantenido hasta ahora desde el consenso ciudadano, habiendo sido utilizado el uso de la fuerza solo manera puntual. Un poder mitad coerción mitad legitimidad diría Gramsci…
     El correísmo encarnó el deseo mayoritario en la sociedad de construcción de un futuro donde se logre superar las causas que generó la crisis neoliberal, unificando bajo un Estado con tendencia autoritaria al conjunto de una ciudadanía anteriormente muy dividida. Para ello se utilizaron los estandartes, consignas y banderas de la resistencia al neoliberalismo, dando forma a lo Bordieu, recogiendo un pensamiento anterior de Simone de Beauveoir, definiera como conservadurismo reconvertido o conservadurismo progresista.
     El correísmo, al igual que cualquier régimen con tendencia autoritaria, ha tenido la necesidad de generar altas dosis de propaganda política, dado que debe convencer a la opinión pública que su gobierno es único e insustituible, y que todo lo que le precedió era fruto del caos.
     Es así que el aparato de propaganda de régimen (una Secretaría estatal de Comunicación con un presupuesto desproporcionado respecto al tamaño del país, más 12 de los 61 medios de comunicación existentes en el país -el mayor holding mediático existente en el Ecuador- están al servicio del gobierno) actúan reproduciendo las formas clásicas de intoxicación informativa a la que nos tienen acostumbrados los medios privados, aunque en este caso desarrollando el culto a la personalidad del líder y la antítesis de todo aquello que nos enseñaron los viejos luchadores desde la comunicación por el socialismo (Rodolfo Walsh: “el periodismo es libre o es una farsa”).
     Sin embargo, sería el propio Defensor del Pueblo quien en diciembre del 2011 –momentos antes de ser obligado a abandonar su cargo- reconocería textualmente en un informe: “En nuestro país se evidencian procesos de criminalización de las actividades realizadas por los y las defensoras de derechos humanos y de la naturaleza, principalmente, cuando estas se oponen al modelo de desarrollo que ejecuta el Estado ecuatoriano”. El documento hacía alusión a la persecución de líderes comunitarios, mayoritariamente indígenas, que se oponen a la implantación forzosa del modelo extractivista (minería a gran escala y ampliación de la frontera petrolera) en sus territorios. Frente a esto, el Estado niega tal actuación, justificando los procesos de judicialización y criminalización de la protesta social como la legítima aplicación del arcaico principio del dura sed lex (la ley es dura) frente a la supuesta inmadurez de un sector de la ciudadanía. En paralelo también niega el debate social, con esperpénticas declaraciones como la proferida por presidente Correa cuando declaró: “¿Dónde está en el Manifiesto Comunista el no a la minería? Tradicionalmente los países sociales fueron mineros. ¿Qué teoría socialista dijo no a la minería? Son los pseudointelectuales postmodernistas los que meten todos estos problemas en una interminable discusión. No hay donde dudar, salir del modelo extractivista es erróneo”. Esta forma de tratamiento desde el poder hacia la disidencia, define el desarrollo del germen interior que tiene todo Estado de tendencia autoritaria en su fase inicial: el monopolio de la violencia.
     Así el Estado ecuatoriano y sus aduladores ignoran que la movilización social es en la práctica, la única forma efectiva de participación para múltiples sectores sociales en temáticas que les incumben y de las que han sido históricamente excluidos. Para la perspectiva de un gobierno que se llama a sí mismo “revolucionario” debería ser un principio fundamental propiciar condiciones para la movilización social y política de los sectores organizados en la sociedad, entendiendo esto como un mecanismo que busca conformar mayores niveles de autonomía, organización y participación de la población en asuntos públicos.
     En todo caso, una de las mejores perlas que ha dejado el correísmo entre sus diversas justificaciones para explicar su tendencia autoritaria fue la pronunciada por Galo Mora -ex secretario general de Alianza PAIS- hoy premiado como representante del Ecuador en la UNESCO. Al ser interrogado sobre el hecho de que no exista división de poderes en el país –el Ejecutivo en la práctica supedita al poder Judicial y al Legislativo- y sobre que sean los militantes del partido de gobierno quien engrosen mayoritariamente las listas de miembros de los organismos que se presuponen autónomos y de control al gobierno (Corte Constitucional, Consejo Nacional Electoral, Tribunal Contencioso Electoral, Consejo de Participación Ciudadana, etc…), dijo en un claro revival absolutista: “Cuando se dice aquella división de poderes, cuando se dice aquella trilogía de Montesquieu… ¿no es acaso hora de preguntarse en la historia política si es que eso es una ley divina? ¿Quién determinó que eso es lo que tiene que existir?”.
     En resumen, el correísmo confundió hegemonía –una composición de dominación y dirección, lo que implica presencia ideológica en la sociedad y el Estado combinado con el control sobre la dirección económica y control de los medios de producción- con el monopolio de la vida política y el recorte de las libertades de opinión, expresión y asociación. Todo ello en un Estado donde no hay con que equivocarse, es un Estado de clase que bajo variopintos argumentos legitima, reproduce y garantiza las condiciones de la acumulación capitalista.





martes, 19 de enero de 2016

MUNDO: UNA ECONOMÍA AL SERVICIO DEL 1%. Acabar con los privilegios y la concentración de poder para frenar la desigualdad extrema.




UNA ECONOMÍA AL SERVICIO DEL 1%
Acabar con los privilegios y la concentración de
poder para frenar la desigualdad extrema



INFORME DE OXFAM
18 de enero de 2016





     La desigualdad extrema en el mundo está alcanzando cotas insoportables. Actualmente, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 99% restante de las personas del planeta. El poder y los privilegios se están utilizando para manipular el sistema económico y así ampliar la brecha, dejando sin esperanza a cientos de millones de personas pobres. El entramado mundial de paraísos fiscales permite que una minoría privilegiada oculte en ellos 7,6 billones de dólares. Para combatir con éxito la pobreza, es ineludible hacer frente a la crisis de desigualdad.

Acceder al informe completo mediante:


62 personas poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial


     El informe de Oxfam, llamado Una economía al servicio del 1%, pone de relieve que, desde 2010, la riqueza de la mitad más pobre de la población se ha reducido en un billón de dólares, lo que supone una caída del 41%. Esto ha ocurrido a pesar de que la población mundial ha crecido en cerca de 400 millones de personas durante el mismo período. Mientras, la riqueza de las 62 personas más ricas del planeta ha aumentado en más de 500.000 millones de dólares, hasta alcanzar la cifra de 1,76 billones de dólares. El informe también muestra cómo la desigualdad afecta de manera desproporcionada a las mujeres; de las 62 personas más ricas del mundo, 53 son hombres y tan solo 9 son mujeres.
     A pesar de que los líderes mundiales hablan cada vez más de la necesidad de abordar la desigualdad y en septiembre fijaron un objetivo mundial para reducirla, la realidad es que la brecha entre los más ricos y el resto de la población ha aumentado de manera drástica a lo largo de los últimos doce meses. La predicción que Oxfam realizó antes de la reunión de Davos del año pasado, de que en poco tiempo el 1% poseería más riqueza que el resto de la población mundial, se ha cumplido en 2015, un año antes de lo esperado.
     Oxfam hace un llamamiento para que se tomen medidas urgentes contra la crisis de la desigualdad extrema, que pone en peligro todo el progreso realizado a lo largo de los últimos 25 años en la lucha contra la pobreza. Como prioridad, la organización pide que se acabe con la era de los paraísos fiscales, cada vez más utilizados por las personas ricas y las grandes empresas para evitar pagar los impuestos que les corresponden de manera justa. Como resultado, los Gobiernos se han visto desprovistos de unos recursos esenciales para abordar la pobreza y la desigualdad.
     Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam Internacional, y que acude de nuevo a la reunión de Davos tras haberla copresidido el año pasado, afirma: “Simplemente no podemos aceptar que la mitad más pobre de la población mundial posea la misma riqueza que un puñado de personas ricas que cabrían sin problemas en un autobús”.
     “La preocupación de los líderes mundiales sobre la creciente desigualdad todavía no se ha materializado en medidas concretas para contrarrestarla. El mundo es mucho más desigual, y la tendencia ascendente de la desigualdad se está acelerando. No podemos seguir permitiendo que cientos de millones de personas padezcan hambre mientras que las élites económicas absorben los recursos que podrían ayudar a estas personas a salir de esa situación.”
     "Reto a los Gobiernos, empresas y élites presentes en la reunión de Davos a que hagan lo que deben para acabar con la era de los paraísos fiscales, que está exacerbando la desigualdad económica e impidiendo que cientos de millones de personas puedan salir por su propio pie de la pobreza. Las empresas multinacionales y las élites económicas juegan con unas normas distintas al resto, y rehúsan pagar los impuestos necesarios para que la sociedad funcione adecuadamente. El hecho de que 188 de las 201 mayores empresas estén presentes en al menos un paraíso fiscal es un indicador de que es hora de actuar."
     En 2015, los Gobiernos del G20 decidieron tomar medidas, a partir del acuerdo del proyecto BEPS, para reducir la evasión y elusión fiscal de las multinacionales. No obstante, estas medidas apenas ayudarán a los países más pobres e ignoran en gran medida el problema de los paraísos fiscales.
     Se estima que, en todo el mundo, hay un total de 7,6 billones de dólares de patrimonio financiero individual ocultos en paraísos fiscales. Si se tributaran los beneficios que esta riqueza genera, los Gobiernos recaudarían 190.000 millones de dólares más al año.
     Se calcula que hasta el 30% del patrimonio financiero de África se encuentra en paraísos fiscales, lo que supone una pérdida fiscal estimada de 14.000 millones de dólares al año para los países africanos. Esta cantidad sería suficiente para garantizar la atención sanitaria a madres y niños, lo cual podría salvar la vida de cuatro millones de niños al año, y permitiría contratar a profesores suficientes para escolarizar a todos los niños y niñas africanos.
     Nueve de cada diez socios estratégicos del Foro Económico Mundial están presentes en al menos un paraíso fiscal, y se estima que los países en desarrollo pierden cada año al menos 100.000 millones de dólares como consecuencia de la evasión y elusión fiscal por parte de las grandes empresas. La inversión empresarial en paraísos fiscales se ha multiplicado casi por cuatro entre 2000 y 2014.
     Para que los líderes mundiales alcancen el objetivo que asumieron en septiembre de erradicar la pobreza extrema para 2030, es fundamental que los Gobiernos puedan recaudar los impuestos que las grandes empresas y las personas ricas deben pagar.
     Si bien entre 1990 y 2010 se redujo a la mitad el número de personas que viven en situación de extrema pobreza, los ingresos medios anuales del 10% más pobre de la población mundial han aumentado en menos de tres dólares en el último cuarto de siglo; es decir, sus ingresos diarios han aumentado menos de un centavo al año.
     Si la desigualdad dentro de los países no hubiese aumentado entre 1990 y 2010, otros 200 millones de personas habrían salido de la pobreza.
     Una de las principales tendencias que subyacen a esta creciente desigualdad que pone de relieve el informe de Oxfam es la reducción de la participación de los trabajadores en la renta nacional en prácticamente todos los países más avanzados y en la mayoría de los países en desarrollo, y el hecho de que la brecha salarial entre las personas con mayor y menor remuneración es cada vez mayor. A su vez, la mayoría de los trabajadores peor remunerados del mundo son mujeres.
     Por el contrario, las personas que ya eran ricas han visto cómo su capital ha ido creciendo de forma constante (a través del pago de intereses, dividendos, etc.) a un ritmo significativamente más rápido que el crecimiento de la economía. Esta ventaja se ha visto todavía más acentuada debido al uso de paraísos fiscales, los cuales son uno de los mayores ejemplos expuestos en el informe de cómo se han manipulado las reglas que rigen la economía global para reforzar la capacidad de los más ricos y poderosos de concentrar más riqueza.
     Oxfam hace un llamamiento para actuar contra los paraísos fiscales como parte de una triple estrategia para abordar la desigualdad. Las medidas para recuperar los miles de millones ocultos en paraísos fiscales deben verse acompañadas de un compromiso de los Gobiernos para invertir en atención sanitaria, educación y otros servicios públicos esenciales que determinan la suerte de las personas más pobres del mundo.
     Los Gobiernos también deben tomar medidas para garantizar que el trabajo funcione tanto para quienes menos ganan como para las personas con mayor remuneración, incluyendo elevar los salarios mínimos hasta que se conviertan en salarios dignos y acabar con la brecha salarial entre hombres y mujeres.
     “Los ricos no pueden seguir defendiendo la idea de que su riqueza beneficia a todo el mundo. Al contrario, su extrema riqueza es un síntoma de una economía global enferma. La mayoría de la población mundial, y sobre todo las personas más pobres, han pagado el precio de la reciente explosión de riqueza de las personas más ricas", añade Byanyima.
     Oxfam asistirá a la reunión en Davos no solo como parte de su campaña contra la desigualdad, sino para presionar también a los líderes mundiales y las grandes empresas para que aborden el cambio climático y tomen medidas para resolver las crisis humanitarias, incluida la que está ocurriendo en Siria.


Fuente: www.oxfam.org 

jueves, 7 de enero de 2016

DOCUMENTAL: LA DOCTRINA DEL SHOCK. La historia no oficial del libre mercado. Basado en el libro de Naomi Klein.




LA DOCTRINA DEL SHOCK
La historia no oficial del libre mercado
(Documental basado en el libro de Naomi Klein)

Dirigido por: Mat Whitecross y Michael Winterbottom.
Producido por: Alex Cooke, Andrerw Eaton y Avi Lewis.






  
     El libro

     La doctrina del shock es la historia no oficial del libre mercado. Desde Chile hasta Rusia, desde Sudáfrica hasta Canadá la implantación del libre mercado responde a un programa de ingeniería social y económica que Naomi Klein identifica como «capitalismo del desastre».
     Tras una investigación de cuatro años, Klein explora el mito según el cual el mercado libre y global triunfó democráticamente, y que el capitalismo sin restricciones va de la mano de la democracia. Por el contrario, Klein sostiene que ese capitalismo utiliza constantemente la violencia, el choque, y pone al descubierto los hilos que mueven las marionetas tras los acontecimientos más críticos de las últimas cuatro décadas.
     Klein demuestra que el capitalismo emplea constantemente la violencia, el terrorismo contra el individuo y la sociedad. Lejos de ser el camino hacia la libertad, se aprovecha de las crisis para introducir impopulares medidas de choque económico, a menudo acompañadas de otras forma de shock no tan metafóricas: el golpe de la porra de los policías, las torturas con electroshocks o la picana en las celdas de las cárceles.
     En este relato apasionante, narrado con pulso firme, Klein repasa la historia mundial reciente (desde la dictadura de Pinochet a la reconstrucción de Beirut; del Katrina al tsunami; del 11-S al 11-M) para dar la palabra a un único protagonista: las diezmadas poblaciones civiles sometidas a la voracidad despiadada de los nuevos dueños del mundo: el conglomerado industrial, comercial y gubernamental para quien los desastres, las guerras y la inseguridad del ciudadano son el siniestro combustible de la economía del shock.

     El documental



martes, 5 de enero de 2016

CULTURA: 2015: Mal año para la gestión cultural pública. Por Pablo Salgado Jácome



2015: MAL AÑO PARA LA
GESTIÓN CULTURAL PÚBLICA (1)
  
Por Pablo Salgado Jácome
EL TELÉGRAFO
(Viernes, 1 de enero de 2016)



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     Al final del año, los balances nos dejan una percepción más bien amarga del 2015. Sin duda la crisis económica externa y la baja de los precios del petróleo han impactado en las economías de los países, sobre todo en aquellos cuyo presupuesto es financiado, en un alto porcentaje, con recursos provenientes del petróleo. 
     Nueve años –casi una década- de un solo gobierno es un caso inusual en nuestra historia política. Más aún con una alta aceptación, más allá del natural desgaste que genera la gestión pública. Y han sido años, hay que decirlo, de una confrontación constante, abonada por medios de comunicación que decidieron asumir un rol político de radical oposición. 
     No voy hacer ahora un balance de la economía, de la política o de otros aspectos, ya que son muchos los análisis de estos temas que aparecen en los grandes medios, sino que nos dedicaremos más bien al tema cultural. Y comenzaremos con la cultura gestionada por la institucionalidad. 
     En palabras del propio Presidente Correa: “la Revolución ciudadana tiene una deuda con el sector cultural. Por eso, ya no hay más tiempo que perder; es necesario caminar más rápido”. Lamentablemente no ha sido así. Es decir no se ha caminado rápido. Por el contrario, termina el 2015 muy lejos de las metas: la expedición de la Ley de Cultura y la implementación del Sistema Nacional de Cultura, en donde se ordenaría y articularía toda la institucionalidad cultural del país.
     Es mandato de la Constitución del 2008 la expedición de la Ley de Cultura. Como sabemos, dicha Constitución ya ha sido reformada, y sin embargo no se ha terminado de ejecutar ese mandato. Un total contrasentido. Por ello, tanto el Ministerio de Cultura y Patrimonio como la Asamblea Nacional antes de enviar tarjetitas de año nuevo y encender velas, deberían –al menos- pedir disculpas al país y, sobre todo, al sector cultural.
 
     Ha demorado tanto la expedición de la Ley de Cultura, y han circulado tantas versiones –una por ministro- que muchos actores culturales creen ya que es mejor que no se expida la dichosa Ley. Y más aún cuando se pretendería –entre otros temas- suprimir la Matriz de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, lo cual -en la práctica- significaría su desaparición, pues los 24 núcleos se convertirían en dependencias del gobierno.
     Por ello, uno de los grandes retos del 2016 será preservar la autonomía integral de la Casa de la Cultura, sin duda la institución cultural más emblemática del Ecuador, que vive una situación precaria -ya de ahogo y asfixia- pues para el 2016 se reducirá su presupuesto en más de 500 mil dólares.
     Termina el 2015 y Ecuador es el único país de la región que no tiene un Plan Nacional de Lectura. Y lo que es peor, ni siquiera hay un consenso en las propias entidades de gobierno para su implementación. Y tampoco tenemos un Sistema Nacional de bibliotecas públicas, y peor una Biblioteca Nacional digna. Y algo más grave, ya ni siquiera tenemos Museo Nacional, se lo cerró sin tener listo un plan inmediato para su restauración y recuperación. Seguramente el presidente Correa terminará su mandato sin Museo Nacional. 
     La gestión cultural del Municipio de Quito tampoco ha sido alentadora en este 2015. Refleja la misma inoperancia que otras dependencias, tal como los gestores culturales expresaron en una carta al Alcalde Rodas, quien no les concedió audiencia sino que los remitió al Secretario de Cultura. Es decir, lo mismo que ha hecho con todos los otros sectores descontentos que cada día acuden al palacio municipal exigiendo solución a sus demandas. 
     En resumen; al final del 2015, carecemos de políticas públicas para la cultura. Nunca entendimos cómo la cultura podía ser un aporte para el cambio de matriz productiva. Y ahora tampoco entendemos cómo la cultura puede ser un importante factor para dinamizar la economía en tiempos de crisis.(I)