EL
DEBATE SOBRE LA CRISIS Y LOS LÍMITES DEL PROGRESISMO
Por Tomás Quevedo
Ramírez
Los últimos meses han estado marcados por
un debate regional en torno al fin del ciclo de los gobiernos progresistas o su
pérdida de hegemonía. Destacados intelectuales latinoamericanos y de otras
latitudes han aportado con sus reflexiones en torno a esta problemática.
Las críticas que han tenido mayor
repercusión en el escenario de la opinión pública han sido las de Maximo
Modonesi, Raúl Zibechi, Inmanuel Wallerstein, Eduardo Gudynas y Maristella
Svampa. Esta reflexión intenta sistematizar sus argumentaciones sobre este fin
de ciclo y sus causas. Además de abrir ejes de discusión sobre estos límites
para aquellos y aquellas que construyen un horizonte emancipador.
I
Sobre
el origen
Hay coincidencia en que los “gobiernos
progresistas” son el resultado del cuestionamiento realizado por el campo
popular a las políticas neoliberales a inicios de los años 2000. Esto abrió la
posibilidad de que la sociedad aceptara nuevos discursos y propuestas políticas,
que ponían en escena las demandas históricas formuladas desde el seno de los
movimientos sociales.
Como sostiene Wallerstein (2015), afilaban
propuestas en contra de los partidos tradicionales. De ahí nació aquella
consigna que repercutió en algunos países latinoamericanos: “que se vayan
todos”. Los gobiernos progresistas se presentaron como una posibilidad de
recuperar la política, que había sido secuestrada por estructuras políticas
como la llamada “partidocracia”, en el caso ecuatoriano. En ese marco, al decir
de Maristella Svampa (2015), aparecieron como una propuesta innovadora.
Las caracterizaciones de estos gobiernos
han sido variadas. Por ejemplo Modonesi (2015) señaló que estos gobiernos representan
lo que Antonio Gramsci llamó revoluciones
pasivas. Estas se caracterizan por un conjunto de cambios estructurales
pero con limitaciones. Tienen, además, un trasfondo conservador, que se muestra
a través de prácticas políticas desmovilizadoras y subalternizantes sostiene
Modonesi. En esto coincide Raúl Zibechi (2015), que planteó que estos gobiernos
generan un conjunto de políticas sociales, destinadas a silenciar el conflicto,
mediante una ilusión de inclusión. Este
fenómeno acrecienta la despolitización de la sociedad, en especial de las
organizaciones sociales que estarían esperando ser parte del programa de
gobierno o de sus políticas.
Sin dudarlo, estos gobiernos significaron
el retorno del Estado en la formulación de aquellas políticas públicas. Algo
que había sido exigido por la propia izquierda durante los años del
neoliberalismo. Como bien lo señala este grupo de intelectuales, se generaron
políticas redistributivas y el Estado quedó como el administrador de los bienes
comunes.
Estas políticas contribuyeron a la
afirmación, consolidación y legitimación de estos gobiernos en amplios sectores
populares. Aquí, desde nuestra perspectiva se generó una de las primeras
limitaciones, pues se creó la expectativa de que la transformación sólo podía
venir desde arriba (por acción estatal), esto significó que este sea el
principal motor de la transformación social. Pero, lo señalado por Lenin, sobre
el carácter de una maquinaria de dominación, o por Marx, de una Junta de
administración de los bienes de la burguesía no ha cambiado. Aún más cuando la
forma de acceso a ese poder se lo ha hecho mediante mecanismos electorales, los
cuales han profundizado imaginarios sobre la idea de que la única democracia,
es la de las urnas.
Pues estos gobiernos han sido maquinarias
electorales y han transformado a sus simpatizantes en simple base electoral. Debe
resaltarse las diferencias de Venezuela, donde Las Comunas son espacios para la
creación de poder desde abajo.
Respecto al Estado y su papel, estos
gobiernos nos plantean una paradoja y un debate que se debería abrir en el seno
de la izquierda latinoamericana, en relación al papel del Estado en un
determinado momento revolucionario. Así también sobre el papel que las
organizaciones sociales jugarían, más allá del romanticismo y de los
enunciados.
Es imprescindible abrir un debate sobre el
poder popular y sus características. Sería necesario pensar si la máquina puede
ser transformada por una red articulada de poder creada desde las organizaciones
sociales.
II
Sobre
el proyecto económico
Otro de los elementos centrales de esta
crítica, tiene que ver con lo que Armando Bartra denomina como los límites
sociales y naturales del capital. Esto, debido a que estos gobiernos proponen,
en la práctica, la profundización del modelo primario exportador, mediante el
extractivismo. En este punto hay que tomar en cuenta las diferencias en las
estructuras productivas de cada país.
Los gobiernos “progresistas”, al decir de
Wallerstein, confrontan un proceso de modernización Vs. El Buen vivir. Esto
determinaría en el corto, mediano y largo plazo graves efectos ecológicos. La
“fe en el progreso” (Gudynas, 2015) no cambia la relación que se establece con
los recursos naturales. Síntomas de eso son la profundización de la minería, la
expansión de la frontera petrolera y el agronegocio/agroindustria. Estos tres
sectores son puntales de estos proyectos. Hay que tomar en cuenta que quienes
guían estos proyectos no son las instituciones estatales, sino los grandes
grupos económicos nacionales y las empresas transnacionales Chinas.
La retórica de estos gobiernos ha
señalado, el fin de la hegemonía norteamericana. Sin embargo, hemos pasado al
control de los recursos naturales y de zonas estratégicas por parte de China.
Es así que sus inversiones, se han concentrado de manera especial en la
minería, el petróleo, la construcción de megaproyectos o represas. O incluso,
su empresa más ambiciosa en América Latina que es la construcción de un canal
interoceánico en Nicaragua.
Esta “fe en el progreso” hace que las
propias Constituciones, sean los principales obstáculos para el proyecto
económico de algunos de estos gobiernos. En el caso ecuatoriano, los derechos a
la naturaleza se han convertido en letra muerta. Pues ella en términos
jurídicos no se puede defender sola, y a quienes la defienden por lo general se
los acusa de contra-revolucionarios, poco pragmáticos, individualistas,
posmodernos, ecologistas infantiles o de ser partidarios del “trotskismo verde” en palabras de Álvaro García Linera. Lo
más grave no son las denominaciones, sino el establecimiento de normas
jurídicas que criminalizan e incluso denominan como terroristas a aquellas
personas involucradas y comprometidas con la defensa de la naturaleza.
Es importante señalar
en este apartado, lo que ya Walter Benjamín (2013) criticó respecto al ideal
del progreso. En sus palabras, el progreso de la humanidad es infinito debido a
las posibilidades técnicas/tecnológicas de adaptación al entorno.
Este ideal de progreso, leído a la par del
desarrollo capitalista, nos ha llevado al punto del colapso humano. En este
sentido “la crítica de esta representación del movimiento histórico debe
constituir el fundamento de la crítica de la idea de progreso en general”
(Benjamín, 2013: 28).
Es por eso que ningún proyecto,
que en este siglo se plantea como revolucionario desde la izquierda, puede
poner toda la fe, a un proyecto de progreso, enmarcado en la devastación de los
recursos naturales. Lo que a la par significa la extinción de la humanidad.
Quizá, los gobiernos progresistas son los más duros críticos del cambio
climático a nivel internacional. Sin embargo, como bien lo señala Eduardo
Gudynas, hay una incoherencia abismal entre su discurso y la práctica respecto
a este tema.
Para aquellos y
aquellas que sostenemos la utopía como posibilidad, este debe ser un debate
fundamental. Todo proceso de cambio debe estar enmarcado en la certeza de una
forma de producción económica, que haga sostenible un proceso de transformación.
Y sobre todo, que permita al conjunto de la sociedad reproducir su vida, sin necesidad
de denigrar su condición humana por el trabajo y tomar de la naturaleza aquello
que le sea necesario. Como sostenía Marx “decir que la vida física e
intelectual del hombre está indisolublemente ligada a la naturaleza no
significa nada más que la naturaleza esta indisolublemente ligada a sí misma,
porque el hombre es una parte de la naturaleza” (Marx, 1984: 106).
III
Sobre
los límites
Frank Gaudichaud señaló que uno de los
factores que determina los límites de estos gobiernos es la crisis económica
internacional. En especial la caída del precio del petróleo. Por otro lado
Wallerstein señala que estos límites son visibles por la corrupción. Además de la
forma en que estos gobiernos tratan a la oposición, en especial a los sectores
indígenas, campesinos, estudiantiles, de trabajadores, mujeres y ambientalistas.
Para Gudynas las limitaciones están relacionadas también con la corrupción. Pero
además con la cultura de consumismo que impulsaron estos gobiernos, en especial
con los sectores de la clase media. También se critica la contradicción
respecto a la liberalización del comercio y la paulatina y sistemática
separación de los progresismos de los postulados de la izquierda.
Para Maristella Svampa estos gobiernos han
mostrado tener una determinada actitud de permanente censura, descalificación y
amenaza hacia los opositores. Han judicializado y criminalizado la protesta
social. Además, el límite estaría en la imposibilidad de abrir un nuevo
horizonte y relación económica, al haber apostado por el extractivismo como
motor económico. Señala que la forma del ejercicio político decayó con el
tiempo en el populismo, caracterizado por el estatalismo, el culto al líder y
el hiperpresidencialismo.
Para Modonesi estos factores a partir del
año 2013 demostraron una pérdida relativa
de hegemonía, la cual se muestra en la incapacidad creciente de
construcción y sostenimiento del consenso interclasista que consolidó a estos
gobiernos. Esto se debe a que esta alianza interclasista se basa en la
reproducción de las ganancias para los ricos, en el mantenimiento de la
capacidad de consumo de la clase media y en la entrega de las migajas a los
sectores populares. Esta propuesta se mantiene mediante la redistribución del
ingreso, no de la riqueza, lo que se afectó con la crisis del precio del
petróleo. Estas imposibilidades, en palabras de Modonesi, llevaron a que estos
gobiernos tengan un viraje conservador.
IV
Sobre
la relación con los movimientos sociales y la idea de democracia
No cabe duda que al inicio, muchos de estos
gobiernos fueron parte e incluso recogieron las agendas articuladas por los
movimientos sociales en su lucha contra el neoliberalismo. La pregunta central
es ¿qué pasó con esta relación? Uno de los elementos centrales, expuesto por
Pablo Ospina, para el caso ecuatoriano, es que el movimiento social carecía de
un liderazgo que pueda tener aceptación política nacional. A la vez existía un
líder sin movimiento. De esta carencia surgió Rafael Correa.
Podemos señalar que hubo una etapa inicial
en la cual se estableció una armonía relativa de esta relación, hasta la
finalización del proceso constituyente. En este momento se vieron las
complejidades de una perspectiva que intenta hacer la transformación desde el
Estado.
En ese marco, los gobiernos intentaron
anular la conflictividad social mediante la política redistributiva. Sin
embargo la fase peligrosa comenzó cuando algunos de estos gobiernos (en
especial el ecuatoriano) intentaron mostrarse como empresas técnicas. A decir
de Agustín Cueva esto implicaría la invisibilización de la lucha de clases
mediante la racionalización técnico-burocrática del Estado.
En este sentido, la práctica de los
gobiernos 'progresistas' fue configurar una base clientelar. Así minaron y
deslegitimaron a las organizaciones sociales e incluso a organizaciones no
gubernamentales, demarcándolas como enemigos del proceso revolucionario. Cuando
su misión (de algunas de ellas) era fortalecer los procesos organizativos para
la defensa de derechos.
Otro elemento central, es la concepción
sobre la democracia que levantan estos gobiernos. Señalan que la única forma de
acceso legítimo al poder son las elecciones, con esto separan aguas con las
tesis de la toma del poder mediante la vía armada. Y a la vez, cierran la
posibilidad de una construcción autónoma que esté por fuera del Estado. Esto
implicaría los procesos de auto-organización de la gente para cambiar las
condiciones de vida o decidir sobre sus territorios.
En un contexto regresivo de estos
gobiernos ‘progresistas’, que en cierto sentido hicieron perder la dimensión
emancipadora, como señala Maristella Svampa, el reto de estos movimientos, y de
la izquierda en general, es recuperar la capacidad antagonista, a más de
desarrollar un proceso de acumulación de fuerzas que permita la izquierdización
de la política (Modonesi, 2015).
Además de eso es necesario plantear un
tercer nivel de discusión, donde se apuntale una “transformación de las
relaciones sociales de producción y de las formas de propiedad” (Gaudichaud,
2015). El reto central como bien lo plantea Raúl Zibechi es la autonomía y la
construcción del poder popular. Es necesario tomar en cuenta que los ejes del
conflicto se han diversificado: no es solo el salario, sino el ambiente, los
derechos a decidir sobre el cuerpo, a estudiar de forma gratuita y sin
condicionamiento, etc.
Sin dudarlo, y compartiendo la reflexión
de Zibechi, en la medida en que la crisis se agudice y devele las limitaciones
del modelo, la reactivación de la lucha social tomará mayor fuerza. La tarea de
la izquierda, en este sentido, es construirse como una alternativa de poder, más
allá de las elecciones pues, al parecer, el recambio de muchos de estos
gobiernos estaría marcado por el retorno con fuerza de la derecha.
BIBLIOGRAFÍA:
Gaudichaud, Franck (2015)¿FIN DE CICLO? Los movimientos populares, la crisis de los “progresismos”
gubernamentales y las alternativas ecosocialista En: www.lalineadefuego.ec
Gudynas,
Eduardo (2015) Cuando la izquierda y el
progresismo se separan En: http://accionyreaccion.com/?p=758#more-758
Modonesi,
Máximo (2015) ¿Fin del ciclo o fin
de la hegemonía progresista en América Latina? En: massimomodonesi.com
OCARU
(2015) Entre la crisis económica y la
protesta social: síntesis del debate En: www.ocaru.org
Svampa,
Maristella (2015) Termina la era de las promesas
andinas En: www.humanidadenred.org.ve
Wallerstein,
Immanuel (2015) La izquierda
latinoamericana se mueve hacia la derecha En: http://iwallerstein.com/the-latin-american-left-moves-rightward/
Zibechi, Raúl
(2015)
Hora de hacer balance del progresismo en América Latina en: www.brecha.ur
Zibechi, Raúl (2015) 'Los
gobiernos progresistas tienen un efecto despolitizador en la sociedad' en: http://argentina.indymedia.org/news/2012/05/814211.php?theme=1
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