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DE NOVIEMBRE DE 1922 Y EL ORIGEN DE LA CLASE OBRERA ECUATORIANA, UNA SEMILLA
QUE GERMINÓ CON SANGRE
Por Tomás Quevedo
Ramírez
“La
historia de todas los sociedades humanas
hasta
el presente es la historia de la lucha de clases”
Karl
Marx-Federico Engels, 1848.
“Las
ligeras ondas hacían cabecear bajo la lluvia
las
cruces negras, destacándose contra la lejanía
plomiza
del puerto. Alfonso pensó que, como el cargador,
lo
decía, alguien se acordaba. Quizá esas cruces eran
la
última esperanza del pueblo ecuatoriano”
Joaquín
Gallegos Lara, 1941.
I
Los
de arriba
El capitalismo ecuatoriano, que se inició
su proceso desde el siglo XIX, tenía como escenario a la Costa ecuatoriana, en
especial la ciudad de Guayaquil. Su condición de puerto y la alta productividad
de la tierra de la vecina provincia de Los Ríos - territorio de cultivo del
cacao para la exportación - influyeron en este fenómeno.
El boom cacaotero consistió en el aumento
del volumen de las exportaciones de este producto a partir del año de 1855. Su
efecto inmediato fue la conformación de una capa social privilegiada, que asumió
el proceso de transformación productiva del país, lo que a su vez abrió la
posibilidad de una diferenciación social que dejaba de lado los viejos patrones
de organizaciones colonial.
Esta nueva clase social definió la
apropiación privada de los medios de producción (en especial la tierra), el
control del comercio (exportación e importación) y la creación de un sector que
se encargaría de la acumulación de capital (en especial financiero). En este
sentido y siguiendo la clasificación de Manuel Chiriboga podemos encontrar:
1. Burguesía
exportadora de vocación comercial más que productiva.
2. Burguesía
importadora que se fusiona con la primera.
3. Burguesía
comercial intermediaria.
4. Burguesía
bancaria proveedora de capital dinero.
Habría que añadir un sector de terratenientes/productores
cacaoteros que se asocian con intermediarios para la exportación. La fracción
que tomará mayor relevancia, es aquella relacionada de forma directa con la
agroexportación y los bancos, debido a los fuertes ingresos que representa esta
actividad. Un elemento central de estas burguesías es su carácter monopólico y
oligárquico. Son un reducido grupo de familias las que controlan la producción,
exportación, distribución del cacao y, luego, las actividades relacionadas con
la importación.
Para Chiriboga “los propietarios
cacaoteros de la época se presentan así como una emergente burguesía rural que
replantea constantemente una estrategia de acumulación para maximizar la
ganancia. No es un sector terrateniente subordinado a los sectores comerciales,
un sector no capitalista. Al contrario, participa plenamente del sector comercial,
del sector bancario e incluso de ciertas empresas industriales y de servicios”
(Chiriboga, 1979: 45).
Es importante señalar la participación del
capital imperialista, en este caso norteamericano que administra los
ferrocarriles mediante la empresa ‘Guyaquil and Quito. Railwals Co.’.
Las distintas fracciones de la burguesía
ecuatoriana, se orientaron al control de la economía, y en general a desarrollar
las bases del proceso de acumulación de capital. Esto a fin de precipitar un
cambio en las estructuras jurídicas e ideológicas del estado terrateniente. Por
ello, financiaron la primera etapa de la Revolución Liberal (1985-1905), pues era
necesario un nuevo ordenamiento jurídico, que posibilite la libre circulación
de mano de obra y asegure el libre comercio.
En este proceso, para Manuel Chiriboga, se
consolidó el poder de un reducido grupo de familias que son, a la vez,
agroexportadores, importadores, dueños de bancos e incluso prestadores de
servicios públicos. Las familias Aspiazu, Seminario, Morla, Puga, Reyre,
Parodi, Madinyá, Caamaño y Rodríguez serán ‘el núcleo más fuerte de la burguesía
agroexportadora de la época’. Además de los encargados de establecer los
primeros bancos en el país:
Consideremos que el sistema
bancario dominante de la época es un
instrumento particularmente adecuado al servicio de las fracciones gran
propietarias y agro-exportadoras de la incipiente burguesía de la época. Su
aparente autonomía no es en este sentido sino un resultado del control de estas
fracciones sobre esta esfera de la circulación. Para el periodo existían en
Guayaquil cuatro instituciones bancarias, dos de las cuales eran de emisión y
dos hipotecarias. Entre las primeras estaban el Comercial y Agrícola fundado en
1895 y el Banco del Ecuador fundado en 1867, el primero claramente ligado a los
exportadores y el segundo a los importadores. Los otros era el Banco
Territorial y el Banco de Crédito Hipotecario, dedicándose ambos exclusivamente
a realizar préstamos a los propietarios cacaoteros (Chiriboga, 1979:50).
Podemos concluir entonces, que el proceso
de modernización capitalista marcó un determinado territorio y consolidó las
condiciones para que las distintas fracciones de la burguesía monten su aparato
productivo y de reproducción de capital. Esto se dio a partir del diseño de un
entramado institucional acorde a sus necesidades. Las estructuras del poder
político en los distintos momentos del desarrollo capitalista se acoplan a
dichas necesidades de acumulación y reproducción del capital. Esto determinó que
el origen del capitalismo ecuatoriano esté marcado por un carácter agrario. Así
también, que fuese sustentado por una burguesía (regional) monopolista, con
gran capacidad de incidir en la toma de decisiones del poder político.
II
Los
de abajo
Los procesos organizativos de la clase
obrera ecuatoriana de inicios del siglo XX, estuvieron relacionados con el
desarrollo de las fuerzas productivas y con la costa. Sin embargo, los sectores
económicos que más fuerza de trabajo ocuparon, fueron el trabajo agrícola en
las zonas rurales de la Costa y, en los sectores urbanos, aquellos trabajos
relacionados con los servicios públicos: tranvías, correos, electricidad, agua,
recolección de basura y un importante sector de artesanos y artesanas como:
panaderos, zapateros, farmacéuticos o albañiles.
Estos grupos sociales tenían como forma de
organización el sindicato o la sociedad, e inauguraron la moderna lucha de
clases en el Ecuador. Estos procesos organizativos tuvieron como base tanto el
anarquismo como el marxismo, lo que en palabras de Alejandro Moreano implicaba
la ruptura en el escenario nacional con las viejas ideologías liberales y
conservadoras. En la difusión de estas ideas, tienen un papel importante
personajes como Alejo Capelo y Miguel de Alburquerque, quienes son los
encargados de diseminar este nuevo planteamiento ideológico que es asumido por
los sectores marginados/explotados de forma especial en la ciudad de Guayaquil.
Como señala Vicente Pólit Montes de Oca:
En Guayaquil, por tanto, son
organizaciones anarquistas las que empiezan a disputar al liberalismo, la
hegemonía en los gremios a principios de siglo. Algunas de las más importantes asociaciones
gremiales de la Costa fueron las siguientes: Sociedad de Artesanos Amantes del
Progreso (1878), Sociedad de Tipógrafos del Guayas (1884), Sociedad Hijos del
Trabajo (1896), Sociedad de Vivanderos (1894), Unión de Panaderos (1898),
Sociedad de Protección Recíproca de los Abastecedores del Mercado (1904),
Sociedad de Beneficencia de Peluqueros (1905). En ese mismo año Miguel de
Alburquerque, sastre cubano ciego, liberal y amigo de Eloy Alfaro, fundó la
Confederación Obrera del Guayas con la adhesión de ochos sociedades obreras (Pólit,
1982: 28-29)
Una de las características de esta primera
etapa de organización de los sectores populares, es su carácter artesanal, lo
cual implica una relación directa entre el dueño del taller (maestro) y sus empleados
(aprendices del oficio); una de las características principales es la
reproducción simple de capital y el bajo nivel de tecnificación dentro de la
producción, lo que determinará el carácter de la economía de estos sectores, e
incluso que dentro de los mimos gremios se organicen tanto dueños como empleados
(bajo formas mutualistas), pues la frontera entre el dueño del medios de
producción que comparte el conocimiento y el que trabaja no esta aún definida.
Para Polit, las principales actividades
productivas que ocuparon la fuerza de trabajo en la Costa son los escogedores
de cacao, asalariados de plantaciones, estibadores de puertos, artesanos
pobres, asalariados urbanos (servicios públicos, actividades comerciales y de
manufacturas). “Estas masas urbanas asalariadas rebasaron pronto el marco del
gremialismo liberal (representado en la COG), demasiado respetuoso del poder
constituido, y se orientaron al anarquista, que ya para la época empezaba a
cobrar cuerpo” (Pólit, 1982: 32).
En el II Congreso Obrero de 1920 el anarquismo
había tomado forma y con él un debate en torno a la transformación del carácter
de las organizaciones del mutualismo (fomento productivo) hacia el sindicalismo
(carácter de clase).
Posterior al II Congreso, uno los sectores
más radicales: la Sociedad Cosmopolita de Cacahueros ‘Tomás Briones’ hace un
llamado público para el proceso de radicalización de la lucha de clases,
mediante la superación del sindicalismo liberal. En su convocatoria del 19 de
Octubre de 1922 señala:
Que el proletariado universal, consecuente
con las modernas concepciones del Derecho, el Estado y la Propiedad, y
anhelando resolver la ‘cuestión social’ para hacer accesible a los seres
humanos el mayor bienestar posible, lucha abierta y constantemente contra las
clases acaparadoras que detentan los derechos del trabajador, y;
Que el proletariado ecuatoriano que gime
bajo férrea cadena y se halla sujeto a condiciones de vida miserable y
humillante, no levanta hasta ahora su grito de protesta ni una acción
emancipadora a la de sus hermanos de todo el mundo;
RESUELVE: llamar, encarecidamente, a todas
las Sociedades y Centros de Trabajo de la República en general y muy
especialmente a los de la provincia del Guayas con el objetivo de organizar a
FEDERACIÓN DE TRABAJADORES REGIONAL ECUATORIANA… (El Cacahuero, época II No. 4,
octubre 19 de 1922)[i].
En este sentido, al decir de Patricio
Ycaza, “la ruptura con el mutualismo aligera la crisis que contribuyó a
proletarizar al artesanado, profundizando la quiebra de sus organizaciones
tradicionales, alcanzando en Guayaquil gran relevancia con la conformación de
la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE) en 1922” (Ycaza,
1983: 89).
Al decir de Pólit “esta confederación de
organizaciones laborales tuvo un rapidísimo crecimiento y pronto rebasó a la
vieja COG, a la que por cierto, combatió acremente por traicionar los interés
de las clases trabajadoras guayaquileñas. La FTRE dirigió la movilización
popular de Noviembre de 1922” (Pólit, 1982: 32).
A la par de la consolidación del
anarquismo, otro factor de ruptura con el liberalismo, es la formación a nivel
nacional en el año de 1919 de varios núcleos socialistas. Estos habían sido el
resultado de una democratización cultural y del acceso de ciertos sectores de
clase media, tanto a la educación básica como superior. Este sector al que
Agustín Cueva denomina como anti-élite está “integrado básicamente por
intelectuales y profesionales, tal núcleo devino en corifeo de las ideas
socialistas y el promotor de la insurgencia y la protesta” (Cueva, 1988: 26).
Los núcleos socialistas constituidos a
inicios del siglo XX por esta anti-élite son: Partido Socialdemócrata
(Riobamba); La Vanguardia (Loja); La Reforma (Tulcán); Grupo Lenin (Ibarra);
Centro Socialista Doctrinario (Guayas) y el Núcleo Revolucionario (Manabí). Sin
dudar este proceso organizativo, al que accede la clase media, tiene la
posibilidad de generar cercanía con los sectores populares.
Este primer momento constitutivo del
movimiento, supuso la creación de una corriente revolucionaria representada en
la FTRE. Esta organización desplazó a la COG en la conducción de los sectores
trabajadores y artesanales. Así también dio nuevas bases políticas e ideológicas
al movimiento de trabajadores, junto a la clase media radicalizada. Esta, por
un lado absorbió y diseminó nuevas ideas, mientras que por el otro construyó su
agenda de reivindicaciones.
III
La
lucha de clases
El Ecuador, a inicios del siglo XX,
atravesó una crisis económica, provocada por la reducción del precio del cacao
en el mercado internacional, así como por la baja productividad debido a las
continuas plagas sobre los cultivos. Además, las condiciones internas del país
estaban condicionadas por una profunda inestabilidad política, resultado del
liberalismo plutocrático. Estos elementos, junto al desarrollo de una conciencia clasista y de reivindicación salarial, produjeron un
contexto efervescente.
Entre los principales acontecimientos que
abren el escenario del 15 de Noviembre de 1922 se encuentran:
- Crisis económica producto de la caída de
exportaciones del cacao: en el periodo comprendido entre 1900 y 1920, el
75% de las exportaciones ecuatorianas eran de cacao. En 1920 los ingresos por
este producto superaron los 20 millones de dólares, mientras que para el año de
1922 estos se redujeron a la mitad. Este fenómeno provocó una contracción de la
economía y una significativa reducción de los ingresos de la burguesía
agroexportadora.
- El carácter de la dominación política
plutocrática: la etapa plutocrática fue definida por la predominancia de
los bancos y su incidencia en el poder político. Con el asesinato de Alfaro, en
1912, se profundizó el control de la banca sobre la política, en particular del
Banco Agrícola y Comercial de Guayaquil. Una de las figuras centrales de este
periodo es Leónidas Plaza Gutiérrez que gobierna hasta 1916, reemplazándolo
Alfredo Baquerizo Moreno hasta 1920 y tomando la posta hasta 1924 José Luis
Tamayo.
- Carestía de los productos y herramientas
importadas: esta causa está relacionada con la depreciación del
billete bancario, que repercutía de forma directa en el incremento del dólar y
por lo tanto de los productos importados (especialmente herramientas) asegura
Agustín Cueva (1988).
Este
factor de crisis afectó de manera directa a una fracción de la burguesía
vinculada a la importación y al Banco del Ecuador. Sin embargo benefició
directamente a los agroexportadores y al Banco Comercial y Agrícola de
Guayaquil. Esto tuvo como consecuencia la apertura de una disputa
inter-burguesa por el control del cambio, lo que llega incluso a incidir de
forma decisiva en la agenda de reivindicaciones de la movilización del 15 de
Noviembre.
- Huelga de los trabajadores ferroviarios de
Durán: se
realizó el 19 de Octubre de 1922, en contra de la empresa norteamericana
‘Guyaquil and Quito. Railwals Co.’. El pliego de peticiones constó de los
siguientes puntos: aumento de salarios para aquellos que no ganan en dólares,
el respeto a las ocho horas de trabajo, indemnización en caso de accidentes de
trabajo, la supresión de los despidos ilegales, semana de trabajo de seis días
y el pago de horas extras.
El
gobierno de Tamayo, en respaldo a los intereses norteamericanos, envió un
fuerte contingente militar que intentó romper la huelga e incluso el 23 de
octubre intentó despachar un tren hacia la ciudad de Riobamba, lo que es
impedido cuando los trabajadores se disponen en las rieles del ferrocarril
cubiertos por una bandera ecuatoriana. Esta acción puso en jaque a la empresa y
al Embajador norteamericano, quienes tuvieron que ceder en algunas de las
peticiones de los trabajadores.
- Huelga de los trabajadores de la Luz y
Fuerza Eléctrica y de la Empresa de Tranvías y Carros Urbanos: para el
día 8 de noviembre de 1922 fue convocada una asamblea de trabajadores de estas
empresas, su pliego de peticiones es similar al de los trabajadores
ferroviarios. Sin embargo, la empresa eléctrica se adelanta y despide a los
convocantes, acción que no puede ejecutarse pues al día siguiente se declara la
huelga, paralizándose la ciudad pues los transportistas se suman y también las
industrias que funcionaban con electricidad. A esta huelga se adhieren los
trabajadores del gas y los tipógrafos paralizan los periódicos, señala Manuel
Agustín Aguirre (1982).
- Declaración de la Huelga General: el 13 de
Noviembre la FTRE declaró la huelga y la suspensión de actividades. A esta
medida se sumaron la Confederación Obrera del Guayas, la Junta Provincial del
Guayas. Algunos de los integrantes de estas últimas federaciones tenían
cercanía con banqueros/importadores e intentaron desviar el eje de la lucha de
la dignificación del trabajo, para concentrarse en el alza de la cotización del
dólar, lo que determinó disputas internas. La Asamblea decidió realizar la
movilización el día 14 dejando de lado las reivindicaciones de los trabajadores
y poniendo en el centro el control de cambio sobre el dólar.
- La movilización del 14 de Noviembre: cambiadas
las reivindicaciones obreras por las demandas de los sectores de importadores y
del Banco del Ecuador, esta manifestación expresó una supuesta ‘conciliación de
clase’, en un primer momento. Pues la COG puso a los trabajadores a defender la
demanda del control cambiario, lo que no estaba directamente relacionado con las
condiciones de empobrecimiento de los sectores populares.
Para el
gobierno era claro que había un sector pidiendo la radicalización de la lucha,
por lo que se pone en estado preventivo y el presidente Tamayo en comunicación
a Carlos Arroyo del Río le ordena: “…espero que mañana a las seis de la tarde
me informe que ha vuelto la tranquilidad a Guayaquil, cueste lo que cueste,
para lo cual queda usted autorizado”. A esta comunicación el testaferro del
imperialismo, Arroyo del Río, responde: “La chusma ahora se levantó riendo,
mañana se recogerá llorando” (Tamayo-Arroyo, citados por Aguirre, 1982:
102-103).
Con estos antecedentes quedaron dispuestas
las fuerzas, tanto de los propietarios, como de aquellos que trabajan para los
propietarios al interior de las organizaciones y de los trabajadores. Sin
dudarlo, el desenlace de esta coyuntura no pudo ser otro que la tragedia. Cincuenta
y seis organizaciones acudieron a la nueva jornada de movilización. Cerca de veinte
mil trabajadores y artesanos, mujeres y niños se movilizan en las calles de
Guayaquil.
Patricio
Ycaza, reconstruye los hechos y señala lo siguiente:
Para el 15 de noviembre, las clases
dominantes en poder de los aparatos
represivos estatales, en una acción meditada y perfectamente planificada para
lo cual se refuerza el poder bélico acantonado en Guayaquil-llegando a criterio
del dirigente anarquista Alejo Capelo acerca de 3.000 hombres armados-,
masacran a los trabajadores y al pueblo guayaquileño. La brutal represión
desatada segó la vida de más de 1.000 combatientes anónimos; más de 1.000
hombres, mujeres y niños perecieron, condenados por declarar su rebeldía clasista
[…] aún con vida, varios cientos son arrojados con el vientre abierto a la ría
o a fosas comunes. Los pocos que logran armarse, como medio de autodefensa,
rompiendo las puertas de los almacenes que vendían armas fracasan en su intento
por no encontrar municiones. Contra ellos la represión del ejército será más
drástica. Sin embargo para José María Velasco Ibarra, Secretario del Consejo de
Estado, “no hay tal masacre, no hay tal crimen, lo que hay es unos cuantos
ladrones que han asaltado almacenes para robar” (Ycaza, 1982: 103-104)
La representación hecha por Ycaza es
clara, el retrato de una masacre, a la que los historiadores denominaron el bautizo de sangre de la clase obrera
ecuatoriana. Pues con este acto se inauguró la moderna lucha de clases, caracterizada
por la radicalización de la lucha de los sectores trabajadores y campesinos que
no sólo se rebelaron por conseguir el pan, sino también la libertad.
Otro de los elementos centrales, como lo
señala Alejo Capelo es que “…el pueblo aprendió a conocer quienes son, por
siempre, sus mortales enemigos…el pueblo miró, en aquellos convulsos momentos,
quienes eran los que les disparaban ocultos desde sus ventanas y, de que clase
social eran las blancas manos que aplaudieron a la soldadesca a lo largo de la
siempre ensangrentada Avenida Nueve de Octubre” (Capelo citado por Ycaza, 1982:
106).
Los hechos suscitados desde el mes de
octubre de 1922 en la ciudad de Guayaquil, dejaron ver el carácter de clase de
la vía oligárquica que asume el capitalismo en el Ecuador. Así también la
ruptura con formas ideológicas, tanto liberales como conservadoras, donde la
diferencia entre el propietario y el no propietario aparece como natural. En
este sentido se generalizó una visión combativa que discute el eje de la propiedad
sobre los medios de producción y reflexiona sobre las condiciones de existencia
de las masas populares, además de cimentar las bases para la organización de
una expresión política orgánica, como serán en lo posterior los partidos de
izquierda.
BIBLIOGRAFÍA:
Aguirre,
Manuel (1984) La macre del 15 de
Noviembre de 1922 y sus enseñanzas, Guayaquil, Litografía e Imprenta de la
Universidad de Guayaquil.
Chiriboga,
Manuel (1980/2013) Jornaleros, grandes
propietarios y exportación cacaotera 1790-1925, Quito, UASB-E/Corporación
Editora Nacional.
Cueva,
Agustín (1988) El Proceso de Dominación
Política en el Ecuador, Quito, Planeta.
Gallegos,
Joaquín (1941/2003) Las Cruces sobre el
Agua, Quito, Campaña de Lectura Eugenio Espejo.
Marx,
Karl y Engels, Friedrich Manifiesto del
Partido Comunista, Quito, ERE.
Pólit,
Vicente (1982) “Estudio Prelimira” en
El 15 de Noviembre de 1922, primera parte,
Quito, Corporación Editora Nacional-INFOC.
Ycaza,
Patricio (1983) Historia del Movimiento
Obrero Ecuatoriano, Quito, CCE.
NOTA
[i] Las organizaciones que conformaron la FTRE fueron: Sociedad
de Peluqueros; Sociedad de Sastres ‘Unión de Operarios’; Liga Obrera del
Guayas; Asociación Sindicalista Regional Ecuatoriana; Sociedad Fraterna Bar del Guayas; Gremio de
Trabajadores del Calzado; Sociedad de Cacahueros Tomás Briones; Asociación
Gremial del Barrio del Astillero y Sociedad de Artesanos de Duran. Su primer
presidente será Jorge Briones. Dos meses después de su fundación contaba con 32
nuevas Asociaciones entre ellas de obreros fabriles, ferroviarios, de servicios
y el Centro Feminista ‘Rosa Luxemburgo’ (CEDEP, s.f: 32).
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