PARO DE LOS TRABAJADORES Y
LEVANTAMIENTO INDÍGENA:
EL DESENLACE
Por Lenin Salas
Escrito
el 25 de agosto de 2015
Nota:
En
un trabajo anterior analizamos los posibles escenarios de la lucha social en el
que destacamos 4 alternativas de desenlace (ver documento en http://infotesisonce.blogspot.com/2015/08/coyuntura-paro-de-los-trabajadores-los.html) Primero transcribiremos dicho segmento para, después, continuar con nuestro análisis a
partir del título PARO DE LOS TRABAJADORES Y LEVANTAMIENTO INDÍGENA: EL DESENLACE.
Los escenarios que puede desatar la coyuntura
Se
puede esperar cuatro escenarios de la coyuntura, que veremos uno a uno a continuación.
1. Que
las fuerzas sociales no se movilicen en la forma esperada.
Este
escenario, desfavorable para el movimiento social, es posible en la medida que
las fuerzas sociales se confíen demasiado en que “otras fuerzas” sociales les
darán haciendo su trabajo. Hemos observado que cuando el movimiento indígena se
moviliza, otros sectores se quedan a la expectativa porque confían que esta
fuerza es suficiente para lograr los objetivos; sin embargo, este importante
sector social no tiene en la actualidad, la fuerza necesaria para hacerlo y
requiere de la movilización de importantes sectores medios para lograrlo.
Este
escenario es muy peligroso para la organización social, un fracaso de la
movilización traería consigo una gran contraofensiva inmediata del gobierno,
que terminaría por desarticularla. El movimiento social debería prepararse, si
esto sucediera, para un retroceso lo más ordenado posible hasta que se puedan
reorganizar las fuerzas.
2. Que
el movimiento social logre posicionar un programa alternativo independiente de
las clases dominantes.
Esto
significaría un empate táctico con las fuerzas del gobierno y de la vieja
derecha, un proceso de contra ofensiva gubernamental, de aniquilamiento de la
organización social, vendría aunque no de inmediato, dándonos tiempo para
re-articularnos, el escenario de la lucha puede pasar a lo electoral. Las
fuerzas de derecha acondicionarán su táctica con miras a las elecciones del
2017 y el movimiento social deberá reinventar los caminos de su lucha. El desenlace
de la lucha, favorable para el movimiento social se postergaría hasta el
estallido de una crisis económica, prevista en 2 o 3 años.
3. Que
la movilización social permita un golpe de Estado que derroque al gobierno de
Correa y se imponga un gobierno “de transición” bajo el control de la derecha.
Este
escenario depende de dos cosas: un acuerdo (que ya está dado) entre las clases
dominantes, el poder militar bajo la venia del Estado imperial (legitimidad
externa del nuevo régimen) y el éxito de la masividad de la movilización social
(legitimidad interna).
Este
escenario es el que tiene mayores posibilidades, pero es también muy peligroso
para el movimiento social; un gran sector puede ser cooptado por el nuevo poder
y a mediano plazo se verá una ofensiva contra este. Después de que el nuevo
gobierno desmonte todo el aparato correista (pero no el marco legal que lo
sustenta), apuntará sus cañones contra nuestras filas, utilizando los
mecanismos legales y extra legales creados por Correa, que quedarían intactos
para continuar con el ataque a la organización social.
4. Que
el movimiento social rebase todas las expectativas y logre derrotar al régimen.
Este
escenario, aunque es uno de los menos probables, no es imposible de que suceda.
Dependerá de la masividad de la convocatoria y que el papel fundamental se
desplace desde las masas espontáneas, hacia el movimiento social organizado,
hacia sus organizaciones políticas, que deberán poner en juego toda su
capacidad para sustentar un acuerdo que supere su fragmentación y sea capaz de
remover los cimientos del régimen establecido, más allá del gobierno de turno.
Este
escenario nos obligaría a la construcción acelerada del Poder Popular desde la
base social, mientras se va desmontando todo el aparato estatal del régimen.
PARO DE LOS TRABAJADORES Y LEVANTAMIENTO INDÍGENA:
EL DESENLACE
Al
momento de hacer un balance, debemos observar el carácter móvil de la lucha
social, que atravesó estos cuatro escenarios en su momento y la incapacidad de
entender esta movilidad nos llevó a un estancamiento que no logró un desenlace
oportuno.
En
términos generales podremos decir que el Paro obrero, fue un fracaso, el Levantamiento Indígena tuvo victorias y reveses y la movilización urbana en la
capital fue un éxito, aunque su potencial no fue canalizado.
La convocatoria al Paro
Como
dijimos anteriormente, la convocatoria a Paro Nacional, se da en medio de algunas condiciones a saberse:
-
La
crisis fiscal del gobierno.
-
El
agotamiento del sistema impositivo (impuestos).
-
El
cansancio en muchos sectores del discurso correista y su prepotencia.
-
La
necesidad de defender las organizaciones ante la arremetida del gobierno.
-
El
descontento de amplios sectores de la sociedad que exigen la salida del
presidente Correa.
-
Las
diferencias entre los grupos de derecha (correista y vieja derecha) por
conducir el Estado.
Las condiciones de la lucha social viene desde una lenta re-composición del movimiento obrero, una re-articulación de la CONAIE como expresión de los pueblos indios y el impulso de sectores de derecha de un activismo anti correista acompañado de consignas anticomunistas.
Las condiciones de la lucha social viene desde una lenta re-composición del movimiento obrero, una re-articulación de la CONAIE como expresión de los pueblos indios y el impulso de sectores de derecha de un activismo anti correista acompañado de consignas anticomunistas.
El
libreto de las derechas está vigente, se trata de apegarse a la llamada
política del péndulo, donde dos actores (bipartidismo) se turnan en el poder,
aparentando posiciones irreconciliables. Hoy con más fuerza se impulsa la
imagen de que se enfrentan una derecha partidocrática vieja y el
"comunismo" de Alianza PAIS; el objetivo siempre será posicionar a
estos dos actores para que se vayan turnando en el poder, con pequeñas
diferencias de estilo, pero en el fondo, unidos por el cordón umbilical del
programa económico desarrollista-neoliberal, que irá transformándose poco a
poco en un programa eminentemente neo liberal.
La
democracia burguesa modernizada se expresa en un nuevo proyecto re-concentrador
de la riqueza dependiente del capital transnacional, con un modelo de Estado
represivo y con un movimiento social desarticulado o cooptado por el poder. El
sueño de Febres Cordero de una democracia de contrainsurgencia, con un modelo
concentrador de la riqueza y profundamente anti nacional se ha cumplido en
nombre de la "Revolución Ciudadana". La construcción del paraíso
burgués neo liberal está en marcha.
Sin
embargo, las luchas intestinas de la burguesía por "conducir" el
modelo también están al orden del día, los intentos desestabilizadores desde la
vieja derecha coinciden con el ascenso de la lucha social, el escenario
preparado para un golpe de Estado se desarrolla en buenos términos cuando el
Levantamiento Indígena es convocado y un acuerdo entre la burguesía, la
embajada norteamericana y el alto mando militar se apresta a ejecutarse, la
condición esperada es que el movimiento se desarrolle con mucha fuerza tres
días consecutivos en la capital y entonces, vendría lo "inevitable",
un golpe de Estado que posicione un gobierno "civil" de transición
hacia un gobierno de esta derecha en forma permanente. La transición sería un
espacio desde donde se neutralizaría el aparato correista sin desarmarlo, pues
su infraestructura es necesaria para golpear de forma quirúrgica a la izquierda
y al movimiento social. Una limpieza rápida para transitar al nuevo gobierno
“pacificador”.
El
cálculo de este escenario se dio, por el conocimiento inicial que maneja tanto
el gobierno como las fuerzas de la vieja derecha, de la real incidencia de un movimiento
social débil que cuenta con un frente obrero débil orgánica y políticamente, un
movimiento indígena desarticulado por el aparato gobiernista y un movimiento
urbano que se mueve sólo espontáneamente en la capital, mientras que en el
resto del país es poco combativo.
Sin
embargo, no entra en cálculo la capacidad regenerativa que tiene el movimiento
indígena, cuyos dirigentes son removidos constantemente, más aún cuando se
asume posiciones de lucha. El llamado de la CONAIE contiene una fuerza moral y
política suficiente para re-articular al movimiento y la predisposición a la
lucha se establece cuando el rico diálogo bases-dirigencia se establece. Aquí existe
una gran base social descontenta, que cuando desaparece el brillo de los
espejos del poder, puede mirar con claridad el trasfondo de la política
gubernamental.
Sin
embargo, no podemos obviar que existieron muchos errores como la improvisación
del Levantamiento con la ausencia de diálogos previos con la base y la
inexistencia de una estrategia de Levantamiento. Ni las bases, ni las fuerzas
políticas que actuaron estaban preparadas para el enfrentamiento y hubo dubitación
en los objetivos de la movilización, lo que llevó a muchos grupos urbanos a la
decepción.
El
Levantamiento inicia con la pretensión de establecer un programa propio en la
agenda social de la lucha y con la necesidad de re-articular al movimiento, los
cálculos de la dirigencia están en fortalecerse con el Paro obrero, que no se
dio nunca y en el ascenso de la lucha de las clases medias quiteñas. Como
vemos, se desarrollaban el segundo y el tercer escenario (mencionados arriba)
al mismo tiempo. Las posibilidades para el escenario del golpe de Estado se
desarrollaban acorde al plan de la derecha, mientras el movimiento social iba
posicionando su programa y re-articulando sus fuerzas, aunque en un principio
inicia débilmente.
El
logro primario de este Levantamiento es que se establece una confrontación a
tres ases, donde están las fuerzas de la vieja derecha, la nueva derecha
correista y un movimiento social re articulado. A diferencia de Venezuela,
donde la ausencia de organización social independiente coloca al pueblo detrás
de las consignas y grupos de derecha, aquí el pueblo puede ser conducido desde
una izquierda que hace esfuerzos por recomponerse.
La re-composición del
movimiento social y las dubitaciones de la dirigencia
La
convocatoria a Levantamiento adquiere dimensiones especiales con enormes
simpatías en la clase media de todo el país, que hace un bocinazo al paso de la
Marcha Indígena con que inicia la lucha. Aquí se hace presente el primer
escenario, cuando los habitantes de las ciudades aplauden el proceso de Levantamiento,
apoyando con víveres y vituallas, pero sin incorporarse. Creen que la fuerza
indígena es suficiente para derrocar al gobierno y trasladan toda la
responsabilidad a los sectores urbanos de Quito para fortalecerlo. Esta
inmovilidad permitió que se muestre un Paro Nacional débil y que el gobierno
pueda concentrar sus pocas fuerzas militantes y una gran fuerza represiva en la
capital.
Por
su lado el movimiento indígena va reaccionando de menos a más. Empieza por
cuestionar a sus dirigencias locales comprometidas con el gobierno, superándolos,
removiéndolos (como en Ambato) u obligándolas a sumarse a la convocatoria, a la
movilización. Su lento despertar hace que en unas zonas se agudice la lucha y
se agote, mientras en otras va recién incorporándose. Muchos sectores se unen
al Levantamiento mucho después de la fecha convocada. Sin embargo, en el sentir
de lo profundo del pueblo, se rompe para siempre cualquier vínculo, o nexo, o
simpatía que pudiera haber con el régimen. El Levantamiento se adentra en la
mente y en los corazones de la gente, que llegan a identificar de inmediato al
enemigo próximo, que es el gobierno de Correa.
Para
el día 13 de agosto, la marcha en Quito se desarrolla de forma espontánea con
la incorporación de más de cien mil quiteños a las calles y aunque en el resto
del país la movilización urbana es débil y la movilización rural está en lento
ascenso, las condiciones para pasar al cuarto escenario se van dando.
Allí
viene la respuesta de un gobierno debilitado (que no duda en implementar la
represión masiva) frente a la opinión ciudadana; pero en medio de aquella
realiza una intervención quirúrgica encarcelando durante dos horas al dirigente
Pérez, a la esposa de éste y a Quishpe. Muchos creen que en esas dos horas se
les amenazó de muerte y por ello, asumen tímidamente la dirección del
movimiento posteriormente.
Recordemos
que, posiblemente por estrategia, los dirigentes de la CONAIE mantuvieron un
discurso ligado a la plataforma de lucha en forma inicial, sin exigir la salida
de Correa, pero en sus discursos se decía con claridad que si el pueblo exige,
debería irse el gobierno, esto era para nosotros la preparación de un cambio de
consigna, si las condiciones para tomarse el poder se desarrollaban. Sin
embargo, el discurso no cambia y luego del encarcelamiento se vuelve aún más
timorato. Ya se habla de que no se quiere desestabilización, de que se quiere
que Correa termine el período o de que en las marchas se cogerá a los
encapuchados y se los entregaría a la las autoridades, tal como lo insinuó el
gobierno.
Sin
embargo, las masas urbanas exigen la salida de Correa, estableciéndose un gran
desfase entre el pueblo movilizado y su dirigencia; la dirigencia cambia de
rumbo la lucha, priorizando la defensa de Manuela Picq, quedando los objetivos
generales de la lucha en segundo plano, lo que debilitó políticamente a la
movilización.
Por
su lado, la derecha mira con mucha precaución las cosas, asustada frente a la
rápida re-composición del movimiento social, cree que no es prudente ejecutar
el golpe de Estado, entendiendo que en la ciudadanía no encontrarán en esos
momentos el apoyo necesario para sostenerse, por la masividad de la
movilización social y por el contenido de la lucha. El tercer escenario se va
desvaneciendo y el cuarto empieza a aparecer, aunque las condiciones para
sostenerse en el gobierno si se lo consiguiera, son inciertas; por la carencia
de un proyecto de poder alternativo se convierten en el límite real del
movimiento.
Para
el gobierno y para las fuerzas sociales, esta confrontación termina con un
empate de fuerzas. Correa ha caído notablemente en la aceptación popular, el
miedo a la represión se ha ido disipando, las bases sociales en especial del
poderoso movimiento indígena se han reestructurado y, a nivel internacional, el
correismo es desenmascarado. El empate se da por la disminución de la
influencia social del gobierno, y por un ascenso del movimiento social.
La
presencia de una gran cantidad de detenidos que se verán sumidos en el odio
correista y en la inexistencia de logros en las reivindicaciones concretas son
derrotas parciales del movimiento social, aunque el desenlace de la lucha aún
no está escrito.
Las
posibilidades de una contraofensiva gubernamental están limitadas debido a este
empate temporal, aunque buscará por todos los medios recomponer sus fuerzas y
debilitar las del pueblo. El primer paso será una guerra mediática para
desestimar los alcances de la lucha, sorprender a sectores que son débiles, aunque
tuvieron simpatías por el Levantamiento y hacerlas volver al corral correista.
Pero también la propaganda y las exageradas sanciones a los presos políticos
serán usados como medios de disuasión a la población frente a las amenazas de
la continuidad de la medida.
Una
nueva etapa de corrupción de dirigencias, de obra social a destiempo, de guerra
psicológica y de represión selectiva se acerca (ya empezó en Zamora con la
movilización de los mineros), mientras se busca desesperadamente fondos de préstamos
extranjeros y reducciones presupuestarias para enfrentar la crisis fiscal, ya
que nuevos impuestos a la población no se pueden implementar porque desatarían
nuevamente la ira popular. El país camina hacia una crisis económica y política
cuyo desenlace dependerá nuevamente de la opción que seamos capaces de
levantar.
Frente a esta realidad, las
tareas del movimiento social son:
a)
Preparar una nueva ofensiva, mientras se va desarrollando medidas de cerco y
hostigamiento al poder sin darle descanso.
b)
No bajar las banderas de la lucha en ningún momento porque estamos en una
guerra de posiciones que requiere la alerta general.
c)
Utilizar las formas más diversas y creativas de golpear, sean estas pequeñas o
grandes. Educar al pueblo en la lucha permanente es la tarea actual.
Pero
las luchas no necesitan solamente la fuerza, es necesario darles un contenido
real. Debemos decirle a la sociedad con absoluta claridad que el movimiento
social regresará en una nueva ofensiva, con mayor preparación y con el objetivo
de derrocar al gobierno. Ya no caben consignas intermedias que pudieron ser
necesarias en la anterior movilización. El pueblo luchará valientemente si el
objetivo es claro. El pueblo no debe tener ni una duda de que el gobierno caerá
al calor de su lucha.
Por
su parte, los sectores populares deben aprender de la lucha rediseñando las
formas organizativas y métodos. Cada sector debe saber con claridad cuál es su
parte y responsabilidad en esta nueva etapa de lucha: conocer el terreno,
desarrollar acciones planificadas y acciones espontáneas que consoliden su
fuerza.
Conocemos
al enemigo, sus fortalezas y debilidades, y aprendemos a luchar contra él. Si
su estrategia es encerrarse en un gran perímetro represivo alrededor de una
base social de empleados públicos, poco combativos, atemorizados y muchos de
ellos descontentos porque van obligados, entonces deberemos establecer un cerco
al cerco y en poco tiempo la presión en esa masa social hará implosionar el
cerco represivo.
Se
debe impulsar a la clase media de todas las ciudades a que asuma su parte de la
lucha, haciéndola entender que sin su participación el gobierno podrá cercar y
arrinconar a la población quiteña. Es necesario que el gobierno disperse sus
fuerzas.
Se
debe potenciar el diálogo entre pueblo y fuerzas armadas; sabemos que en las
filas de éste existe enorme descontento con el gobierno y que pueden jugar un
papel neutral en el desenlace; pero ello dependerá también de la claridad de la
propuesta.
La
izquierda, sus intelectuales y sus organizaciones deben ser muy realistas y
creativas al momento de impulsar la propuesta de un nuevo poder, deben acentuar
los procesos de unidad y deben compenetrarse aún más con el movimiento social.
El
pueblo, sus fuerzas sociales y políticas deben adentrarse en la construcción
del poder paralelo desde abajo y hacia arriba. Así, la hora de la construcción
del Poder Popular se acelera, y las posibilidades están abiertas.
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