TESIS 11

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miércoles, 25 de noviembre de 2015

ANÁLISIS POLÍTICO: El debate sobre la crisis y los límites del progresismo. Por Tomás Quevedo Ramírez.



EL DEBATE SOBRE LA CRISIS Y LOS LÍMITES DEL PROGRESISMO


Por Tomás Quevedo Ramírez




  

     Los últimos meses han estado marcados por un debate regional en torno al fin del ciclo de los gobiernos progresistas o su pérdida de hegemonía. Destacados intelectuales latinoamericanos y de otras latitudes han aportado con sus reflexiones en torno a esta problemática.
     Las críticas que han tenido mayor repercusión en el escenario de la opinión pública han sido las de Maximo Modonesi, Raúl Zibechi, Inmanuel Wallerstein, Eduardo Gudynas y Maristella Svampa. Esta reflexión intenta sistematizar sus argumentaciones sobre este fin de ciclo y sus causas. Además de abrir ejes de discusión sobre estos límites para aquellos y aquellas que construyen un horizonte emancipador.


I
Sobre el origen

     Hay coincidencia en que los “gobiernos progresistas” son el resultado del cuestionamiento realizado por el campo popular a las políticas neoliberales a inicios de los años 2000. Esto abrió la posibilidad de que la sociedad aceptara nuevos discursos y propuestas políticas, que ponían en escena las demandas históricas formuladas desde el seno de los movimientos sociales.
     Como sostiene Wallerstein (2015), afilaban propuestas en contra de los partidos tradicionales. De ahí nació aquella consigna que repercutió en algunos países latinoamericanos: “que se vayan todos”. Los gobiernos progresistas se presentaron como una posibilidad de recuperar la política, que había sido secuestrada por estructuras políticas como la llamada “partidocracia”, en el caso ecuatoriano. En ese marco, al decir de Maristella Svampa (2015), aparecieron como una propuesta innovadora.
     Las caracterizaciones de estos gobiernos han sido variadas. Por ejemplo Modonesi (2015) señaló que estos gobiernos representan lo que Antonio Gramsci llamó revoluciones pasivas. Estas se caracterizan por un conjunto de cambios estructurales pero con limitaciones. Tienen, además, un trasfondo conservador, que se muestra a través de prácticas políticas desmovilizadoras y subalternizantes sostiene Modonesi. En esto coincide Raúl Zibechi (2015), que planteó que estos gobiernos generan un conjunto de políticas sociales, destinadas a silenciar el conflicto, mediante una ilusión de inclusión. Este fenómeno acrecienta la despolitización de la sociedad, en especial de las organizaciones sociales que estarían esperando ser parte del programa de gobierno o de sus políticas.
     Sin dudarlo, estos gobiernos significaron el retorno del Estado en la formulación de aquellas políticas públicas. Algo que había sido exigido por la propia izquierda durante los años del neoliberalismo. Como bien lo señala este grupo de intelectuales, se generaron políticas redistributivas y el Estado quedó como el administrador de los bienes comunes.
     Estas políticas contribuyeron a la afirmación, consolidación y legitimación de estos gobiernos en amplios sectores populares. Aquí, desde nuestra perspectiva se generó una de las primeras limitaciones, pues se creó la expectativa de que la transformación sólo podía venir desde arriba (por acción estatal), esto significó que este sea el principal motor de la transformación social. Pero, lo señalado por Lenin, sobre el carácter de una maquinaria de dominación, o por Marx, de una Junta de administración de los bienes de la burguesía no ha cambiado. Aún más cuando la forma de acceso a ese poder se lo ha hecho mediante mecanismos electorales, los cuales han profundizado imaginarios sobre la idea de que la única democracia, es la de las urnas.
     Pues estos gobiernos han sido maquinarias electorales y han transformado a sus simpatizantes en simple base electoral. Debe resaltarse las diferencias de Venezuela, donde Las Comunas son espacios para la creación de poder desde abajo.
     Respecto al Estado y su papel, estos gobiernos nos plantean una paradoja y un debate que se debería abrir en el seno de la izquierda latinoamericana, en relación al papel del Estado en un determinado momento revolucionario. Así también sobre el papel que las organizaciones sociales jugarían, más allá del romanticismo y de los enunciados.
     Es imprescindible abrir un debate sobre el poder popular y sus características. Sería necesario pensar si la máquina puede ser transformada por una red articulada de poder creada desde las organizaciones sociales.


II
Sobre el proyecto económico

     Otro de los elementos centrales de esta crítica, tiene que ver con lo que Armando Bartra denomina como los límites sociales y naturales del capital. Esto, debido a que estos gobiernos proponen, en la práctica, la profundización del modelo primario exportador, mediante el extractivismo. En este punto hay que tomar en cuenta las diferencias en las estructuras productivas de cada país.
     Los gobiernos “progresistas”, al decir de Wallerstein, confrontan un proceso de modernización Vs. El Buen vivir. Esto determinaría en el corto, mediano y largo plazo graves efectos ecológicos. La “fe en el progreso” (Gudynas, 2015) no cambia la relación que se establece con los recursos naturales. Síntomas de eso son la profundización de la minería, la expansión de la frontera petrolera y el agronegocio/agroindustria. Estos tres sectores son puntales de estos proyectos. Hay que tomar en cuenta que quienes guían estos proyectos no son las instituciones estatales, sino los grandes grupos económicos nacionales y las empresas transnacionales Chinas.
     La retórica de estos gobiernos ha señalado, el fin de la hegemonía norteamericana. Sin embargo, hemos pasado al control de los recursos naturales y de zonas estratégicas por parte de China. Es así que sus inversiones, se han concentrado de manera especial en la minería, el petróleo, la construcción de megaproyectos o represas. O incluso, su empresa más ambiciosa en América Latina que es la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua.
     Esta “fe en el progreso” hace que las propias Constituciones, sean los principales obstáculos para el proyecto económico de algunos de estos gobiernos. En el caso ecuatoriano, los derechos a la naturaleza se han convertido en letra muerta. Pues ella en términos jurídicos no se puede defender sola, y a quienes la defienden por lo general se los acusa de contra-revolucionarios, poco pragmáticos, individualistas, posmodernos, ecologistas infantiles o de ser partidarios del “trotskismo verde” en palabras de Álvaro García Linera. Lo más grave no son las denominaciones, sino el establecimiento de normas jurídicas que criminalizan e incluso denominan como terroristas a aquellas personas involucradas y comprometidas con la defensa de la naturaleza.
     Es importante señalar en este apartado, lo que ya Walter Benjamín (2013) criticó respecto al ideal del progreso. En sus palabras, el progreso de la humanidad es infinito debido a las posibilidades técnicas/tecnológicas de adaptación al entorno.
     Este ideal de progreso, leído a la par del desarrollo capitalista, nos ha llevado al punto del colapso humano. En este sentido “la crítica de esta representación del movimiento histórico debe constituir el fundamento de la crítica de la idea de progreso en general” (Benjamín, 2013: 28).
     Es por eso que ningún proyecto, que en este siglo se plantea como revolucionario desde la izquierda, puede poner toda la fe, a un proyecto de progreso, enmarcado en la devastación de los recursos naturales. Lo que a la par significa la extinción de la humanidad. Quizá, los gobiernos progresistas son los más duros críticos del cambio climático a nivel internacional. Sin embargo, como bien lo señala Eduardo Gudynas, hay una incoherencia abismal entre su discurso y la práctica respecto a este tema.
     Para aquellos y aquellas que sostenemos la utopía como posibilidad, este debe ser un debate fundamental. Todo proceso de cambio debe estar enmarcado en la certeza de una forma de producción económica, que haga sostenible un proceso de transformación. Y sobre todo, que permita al conjunto de la sociedad reproducir su vida, sin necesidad de denigrar su condición humana por el trabajo y tomar de la naturaleza aquello que le sea necesario. Como sostenía Marx “decir que la vida física e intelectual del hombre está indisolublemente ligada a la naturaleza no significa nada más que la naturaleza esta indisolublemente ligada a sí misma, porque el hombre es una parte de la naturaleza” (Marx, 1984: 106).


III
Sobre los límites

     Frank Gaudichaud señaló que uno de los factores que determina los límites de estos gobiernos es la crisis económica internacional. En especial la caída del precio del petróleo. Por otro lado Wallerstein señala que estos límites son visibles por la corrupción. Además de la forma en que estos gobiernos tratan a la oposición, en especial a los sectores indígenas, campesinos, estudiantiles, de trabajadores, mujeres y ambientalistas. Para Gudynas las limitaciones están relacionadas también con la corrupción. Pero además con la cultura de consumismo que impulsaron estos gobiernos, en especial con los sectores de la clase media. También se critica la contradicción respecto a la liberalización del comercio y la paulatina y sistemática separación de los progresismos de los postulados de la izquierda.
     Para Maristella Svampa estos gobiernos han mostrado tener una determinada actitud de permanente censura, descalificación y amenaza hacia los opositores. Han judicializado y criminalizado la protesta social. Además, el límite estaría en la imposibilidad de abrir un nuevo horizonte y relación económica, al haber apostado por el extractivismo como motor económico. Señala que la forma del ejercicio político decayó con el tiempo en el populismo, caracterizado por el estatalismo, el culto al líder y el hiperpresidencialismo.
     Para Modonesi estos factores a partir del año 2013 demostraron una pérdida relativa de hegemonía, la cual se muestra en la incapacidad creciente de construcción y sostenimiento del consenso interclasista que consolidó a estos gobiernos. Esto se debe a que esta alianza interclasista se basa en la reproducción de las ganancias para los ricos, en el mantenimiento de la capacidad de consumo de la clase media y en la entrega de las migajas a los sectores populares. Esta propuesta se mantiene mediante la redistribución del ingreso, no de la riqueza, lo que se afectó con la crisis del precio del petróleo. Estas imposibilidades, en palabras de Modonesi, llevaron a que estos gobiernos tengan un viraje conservador.


IV
Sobre la relación con los movimientos sociales y la idea de democracia con el tiempo en el populismo, caracterizado por otor econizando la protesta social; ademraspectiva con los sectores de la clas

     No cabe duda que al inicio, muchos de estos gobiernos fueron parte e incluso recogieron las agendas articuladas por los movimientos sociales en su lucha contra el neoliberalismo. La pregunta central es ¿qué pasó con esta relación? Uno de los elementos centrales, expuesto por Pablo Ospina, para el caso ecuatoriano, es que el movimiento social carecía de un liderazgo que pueda tener aceptación política nacional. A la vez existía un líder sin movimiento. De esta carencia surgió Rafael Correa.
     Podemos señalar que hubo una etapa inicial en la cual se estableció una armonía relativa de esta relación, hasta la finalización del proceso constituyente. En este momento se vieron las complejidades de una perspectiva que intenta hacer la transformación desde el Estado.
     En ese marco, los gobiernos intentaron anular la conflictividad social mediante la política redistributiva. Sin embargo la fase peligrosa comenzó cuando algunos de estos gobiernos (en especial el ecuatoriano) intentaron mostrarse como empresas técnicas. A decir de Agustín Cueva esto implicaría la invisibilización de la lucha de clases mediante la racionalización técnico-burocrática del Estado.
     En este sentido, la práctica de los gobiernos 'progresistas' fue configurar una base clientelar. Así minaron y deslegitimaron a las organizaciones sociales e incluso a organizaciones no gubernamentales, demarcándolas como enemigos del proceso revolucionario. Cuando su misión (de algunas de ellas) era fortalecer los procesos organizativos para la defensa de derechos.
     Otro elemento central, es la concepción sobre la democracia que levantan estos gobiernos. Señalan que la única forma de acceso legítimo al poder son las elecciones, con esto separan aguas con las tesis de la toma del poder mediante la vía armada. Y a la vez, cierran la posibilidad de una construcción autónoma que esté por fuera del Estado. Esto implicaría los procesos de auto-organización de la gente para cambiar las condiciones de vida o decidir sobre sus territorios.
     En un contexto regresivo de estos gobiernos ‘progresistas’, que en cierto sentido hicieron perder la dimensión emancipadora, como señala Maristella Svampa, el reto de estos movimientos, y de la izquierda en general, es recuperar la capacidad antagonista, a más de desarrollar un proceso de acumulación de fuerzas que permita la izquierdización de la política (Modonesi, 2015).
     Además de eso es necesario plantear un tercer nivel de discusión, donde se apuntale una “transformación de las relaciones sociales de producción y de las formas de propiedad” (Gaudichaud, 2015). El reto central como bien lo plantea Raúl Zibechi es la autonomía y la construcción del poder popular. Es necesario tomar en cuenta que los ejes del conflicto se han diversificado: no es solo el salario, sino el ambiente, los derechos a decidir sobre el cuerpo, a estudiar de forma gratuita y sin condicionamiento, etc.
     Sin dudarlo, y compartiendo la reflexión de Zibechi, en la medida en que la crisis se agudice y devele las limitaciones del modelo, la reactivación de la lucha social tomará mayor fuerza. La tarea de la izquierda, en este sentido, es construirse como una alternativa de poder, más allá de las elecciones pues, al parecer, el recambio de muchos de estos gobiernos estaría marcado por el retorno con fuerza de la derecha.



BIBLIOGRAFÍA:

Gaudichaud, Franck (2015)¿FIN DE CICLO? Los movimientos populares, la crisis de los “progresismos” gubernamentales y las alternativas ecosocialista En: www.lalineadefuego.ec

Gudynas, Eduardo (2015) Cuando la izquierda y el progresismo se separan En: http://accionyreaccion.com/?p=758#more-758

Modonesi, Máximo (2015) ¿Fin del ciclo o fin de la hegemonía progresista en América Latina? En: massimomodonesi.com

OCARU (2015) Entre la crisis económica y la protesta social: síntesis del debate En: www.ocaru.org

Svampa, Maristella (2015) Termina la era de las promesas andinas En: www.humanidadenred.org.ve

Wallerstein, Immanuel (2015) La izquierda latinoamericana se mueve hacia la derecha En: http://iwallerstein.com/the-latin-american-left-moves-rightward/

 

Zibechi, Raúl (2015) Hora de hacer balance del progresismo en América Latina en: www.brecha.ur


Zibechi, Raúl (2015) 'Los gobiernos progresistas tienen un efecto despolitizador en la sociedad' en: http://argentina.indymedia.org/news/2012/05/814211.php?theme=1

miércoles, 18 de noviembre de 2015

HISTORIA POLÍTICA DEL ECUADOR: 15 de Noviembre de 1922 y el origen de la clase obrera ecuatoriana, una semilla que germinó con sangre. Por Tomás Quevedo Ramírez.



15 DE NOVIEMBRE DE 1922 Y EL ORIGEN DE LA CLASE OBRERA ECUATORIANA, UNA SEMILLA QUE GERMINÓ CON SANGRE


Por Tomás Quevedo Ramírez


“La historia de todas los sociedades humanas
hasta el presente es la historia de la lucha de clases”
Karl Marx-Federico Engels, 1848.

“Las ligeras ondas hacían cabecear bajo la lluvia
las cruces negras, destacándose contra la lejanía
plomiza del puerto. Alfonso pensó que, como el cargador,
lo decía, alguien se acordaba. Quizá esas cruces eran
la última esperanza del pueblo ecuatoriano”
Joaquín Gallegos Lara, 1941.






I
Los de arriba

     El capitalismo ecuatoriano, que se inició su proceso desde el siglo XIX, tenía como escenario a la Costa ecuatoriana, en especial la ciudad de Guayaquil. Su condición de puerto y la alta productividad de la tierra de la vecina provincia de Los Ríos - territorio de cultivo del cacao para la exportación - influyeron en este fenómeno.
     El boom cacaotero consistió en el aumento del volumen de las exportaciones de este producto a partir del año de 1855. Su efecto inmediato fue la conformación de una capa social privilegiada, que asumió el proceso de transformación productiva del país, lo que a su vez abrió la posibilidad de una diferenciación social que dejaba de lado los viejos patrones de organizaciones colonial.
     Esta nueva clase social definió la apropiación privada de los medios de producción (en especial la tierra), el control del comercio (exportación e importación) y la creación de un sector que se encargaría de la acumulación de capital (en especial financiero). En este sentido y siguiendo la clasificación de Manuel Chiriboga podemos encontrar:
1.     Burguesía exportadora de vocación comercial más que productiva.
2.     Burguesía importadora que se fusiona con la primera.
3.     Burguesía comercial intermediaria.
4.     Burguesía bancaria proveedora de capital dinero.

     Habría que añadir un sector de terratenientes/productores cacaoteros que se asocian con intermediarios para la exportación. La fracción que tomará mayor relevancia, es aquella relacionada de forma directa con la agroexportación y los bancos, debido a los fuertes ingresos que representa esta actividad. Un elemento central de estas burguesías es su carácter monopólico y oligárquico. Son un reducido grupo de familias las que controlan la producción, exportación, distribución del cacao y, luego, las actividades relacionadas con la importación.
     Para Chiriboga “los propietarios cacaoteros de la época se presentan así como una emergente burguesía rural que replantea constantemente una estrategia de acumulación para maximizar la ganancia. No es un sector terrateniente subordinado a los sectores comerciales, un sector no capitalista. Al contrario, participa plenamente del sector comercial, del sector bancario e incluso de ciertas empresas industriales y de servicios” (Chiriboga, 1979: 45).
     Es importante señalar la participación del capital imperialista, en este caso norteamericano que administra los ferrocarriles mediante la empresa ‘Guyaquil and Quito. Railwals Co.’.
     Las distintas fracciones de la burguesía ecuatoriana, se orientaron al control de la economía, y en general a desarrollar las bases del proceso de acumulación de capital. Esto a fin de precipitar un cambio en las estructuras jurídicas e ideológicas del estado terrateniente. Por ello, financiaron la primera etapa de la Revolución Liberal (1985-1905), pues era necesario un nuevo ordenamiento jurídico, que posibilite la libre circulación de mano de obra y asegure el libre comercio.
     En este proceso, para Manuel Chiriboga, se consolidó el poder de un reducido grupo de familias que son, a la vez, agroexportadores, importadores, dueños de bancos e incluso prestadores de servicios públicos. Las familias Aspiazu, Seminario, Morla, Puga, Reyre, Parodi, Madinyá, Caamaño y Rodríguez serán ‘el núcleo más fuerte de la burguesía agroexportadora de la época’. Además de los encargados de establecer los primeros bancos en el país:
     Consideremos que el sistema bancario dominante  de la época es un instrumento particularmente adecuado al servicio de las fracciones gran propietarias y agro-exportadoras de la incipiente burguesía de la época. Su aparente autonomía no es en este sentido sino un resultado del control de estas fracciones sobre esta esfera de la circulación. Para el periodo existían en Guayaquil cuatro instituciones bancarias, dos de las cuales eran de emisión y dos hipotecarias. Entre las primeras estaban el Comercial y Agrícola fundado en 1895 y el Banco del Ecuador fundado en 1867, el primero claramente ligado a los exportadores y el segundo a los importadores. Los otros era el Banco Territorial y el Banco de Crédito Hipotecario, dedicándose ambos exclusivamente a realizar préstamos a los propietarios cacaoteros (Chiriboga, 1979:50). 
     Podemos concluir entonces, que el proceso de modernización capitalista marcó un determinado territorio y consolidó las condiciones para que las distintas fracciones de la burguesía monten su aparato productivo y de reproducción de capital. Esto se dio a partir del diseño de un entramado institucional acorde a sus necesidades. Las estructuras del poder político en los distintos momentos del desarrollo capitalista se acoplan a dichas necesidades de acumulación y reproducción del capital. Esto determinó que el origen del capitalismo ecuatoriano esté marcado por un carácter agrario. Así también, que fuese sustentado por una burguesía (regional) monopolista, con gran capacidad de incidir en la toma de decisiones del poder político.





II
Los de abajo

     Los procesos organizativos de la clase obrera ecuatoriana de inicios del siglo XX, estuvieron relacionados con el desarrollo de las fuerzas productivas y con la costa. Sin embargo, los sectores económicos que más fuerza de trabajo ocuparon, fueron el trabajo agrícola en las zonas rurales de la Costa y, en los sectores urbanos, aquellos trabajos relacionados con los servicios públicos: tranvías, correos, electricidad, agua, recolección de basura y un importante sector de artesanos y artesanas como: panaderos, zapateros, farmacéuticos o albañiles.
     Estos grupos sociales tenían como forma de organización el sindicato o la sociedad, e inauguraron la moderna lucha de clases en el Ecuador. Estos procesos organizativos tuvieron como base tanto el anarquismo como el marxismo, lo que en palabras de Alejandro Moreano implicaba la ruptura en el escenario nacional con las viejas ideologías liberales y conservadoras. En la difusión de estas ideas, tienen un papel importante personajes como Alejo Capelo y Miguel de Alburquerque, quienes son los encargados de diseminar este nuevo planteamiento ideológico que es asumido por los sectores marginados/explotados de forma especial en la ciudad de Guayaquil. Como señala Vicente Pólit Montes de Oca:
     En Guayaquil, por tanto, son organizaciones anarquistas las que empiezan a disputar al liberalismo, la hegemonía en los gremios a principios de siglo. Algunas de las más importantes asociaciones gremiales de la Costa fueron las siguientes: Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso (1878), Sociedad de Tipógrafos del Guayas (1884), Sociedad Hijos del Trabajo (1896), Sociedad de Vivanderos (1894), Unión de Panaderos (1898), Sociedad de Protección Recíproca de los Abastecedores del Mercado (1904), Sociedad de Beneficencia de Peluqueros (1905). En ese mismo año Miguel de Alburquerque, sastre cubano ciego, liberal y amigo de Eloy Alfaro, fundó la Confederación Obrera del Guayas con la adhesión de ochos sociedades obreras (Pólit, 1982: 28-29)
     Una de las características de esta primera etapa de organización de los sectores populares, es su carácter artesanal, lo cual implica una relación directa entre el dueño del taller (maestro) y sus empleados (aprendices del oficio); una de las características principales es la reproducción simple de capital y el bajo nivel de tecnificación dentro de la producción, lo que determinará el carácter de la economía de estos sectores, e incluso que dentro de los mimos gremios se organicen tanto dueños como empleados (bajo formas mutualistas), pues la frontera entre el dueño del medios de producción que comparte el conocimiento y el que trabaja no esta aún definida.
     Para Polit, las principales actividades productivas que ocuparon la fuerza de trabajo en la Costa son los escogedores de cacao, asalariados de plantaciones, estibadores de puertos, artesanos pobres, asalariados urbanos (servicios públicos, actividades comerciales y de manufacturas). “Estas masas urbanas asalariadas rebasaron pronto el marco del gremialismo liberal (representado en la COG), demasiado respetuoso del poder constituido, y se orientaron al anarquista, que ya para la época empezaba a cobrar cuerpo” (Pólit, 1982: 32).
     En el II Congreso Obrero de 1920 el anarquismo había tomado forma y con él un debate en torno a la transformación del carácter de las organizaciones del mutualismo (fomento productivo) hacia el sindicalismo (carácter de clase).
     Posterior al II Congreso, uno los sectores más radicales: la Sociedad Cosmopolita de Cacahueros ‘Tomás Briones’ hace un llamado público para el proceso de radicalización de la lucha de clases, mediante la superación del sindicalismo liberal. En su convocatoria del 19 de Octubre de 1922 señala:
     Que el proletariado universal, consecuente con las modernas concepciones del Derecho, el Estado y la Propiedad, y anhelando resolver la ‘cuestión social’ para hacer accesible a los seres humanos el mayor bienestar posible, lucha abierta y constantemente contra las clases acaparadoras que detentan los derechos del trabajador, y;
     Que el proletariado ecuatoriano que gime bajo férrea cadena y se halla sujeto a condiciones de vida miserable y humillante, no levanta hasta ahora su grito de protesta ni una acción emancipadora a la de sus hermanos de todo el mundo;
     RESUELVE: llamar, encarecidamente, a todas las Sociedades y Centros de Trabajo de la República en general y muy especialmente a los de la provincia del Guayas con el objetivo de organizar a FEDERACIÓN DE TRABAJADORES REGIONAL ECUATORIANA… (El Cacahuero, época II No. 4, octubre 19 de 1922)[i].
     En este sentido, al decir de Patricio Ycaza, “la ruptura con el mutualismo aligera la crisis que contribuyó a proletarizar al artesanado, profundizando la quiebra de sus organizaciones tradicionales, alcanzando en Guayaquil gran relevancia con la conformación de la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE) en 1922” (Ycaza, 1983: 89).
     Al decir de Pólit “esta confederación de organizaciones laborales tuvo un rapidísimo crecimiento y pronto rebasó a la vieja COG, a la que por cierto, combatió acremente por traicionar los interés de las clases trabajadoras guayaquileñas. La FTRE dirigió la movilización popular de Noviembre de 1922” (Pólit, 1982: 32).
     A la par de la consolidación del anarquismo, otro factor de ruptura con el liberalismo, es la formación a nivel nacional en el año de 1919 de varios núcleos socialistas. Estos habían sido el resultado de una democratización cultural y del acceso de ciertos sectores de clase media, tanto a la educación básica como superior. Este sector al que Agustín Cueva denomina como anti-élite está “integrado básicamente por intelectuales y profesionales, tal núcleo devino en corifeo de las ideas socialistas y el promotor de la insurgencia y la protesta” (Cueva, 1988: 26).
     Los núcleos socialistas constituidos a inicios del siglo XX por esta anti-élite son: Partido Socialdemócrata (Riobamba); La Vanguardia (Loja); La Reforma (Tulcán); Grupo Lenin (Ibarra); Centro Socialista Doctrinario (Guayas) y el Núcleo Revolucionario (Manabí). Sin dudar este proceso organizativo, al que accede la clase media, tiene la posibilidad de generar cercanía con los sectores populares.
     Este primer momento constitutivo del movimiento, supuso la creación de una corriente revolucionaria representada en la FTRE. Esta organización desplazó a la COG en la conducción de los sectores trabajadores y artesanales. Así también dio nuevas bases políticas e ideológicas al movimiento de trabajadores, junto a la clase media radicalizada. Esta, por un lado absorbió y diseminó nuevas ideas, mientras que por el otro construyó su agenda de reivindicaciones.





III
La lucha de clases

     El Ecuador, a inicios del siglo XX, atravesó una crisis económica, provocada por la reducción del precio del cacao en el mercado internacional, así como por la baja productividad debido a las continuas plagas sobre los cultivos. Además, las condiciones internas del país estaban condicionadas por una profunda inestabilidad política, resultado del liberalismo plutocrático. Estos elementos, junto al desarrollo de una conciencia clasista y de reivindicación salarial, produjeron un contexto efervescente.
     Entre los principales acontecimientos que abren el escenario del 15 de Noviembre de 1922 se encuentran:
- Crisis económica producto de la caída de exportaciones del cacao: en el periodo comprendido entre 1900 y 1920, el 75% de las exportaciones ecuatorianas eran de cacao. En 1920 los ingresos por este producto superaron los 20 millones de dólares, mientras que para el año de 1922 estos se redujeron a la mitad. Este fenómeno provocó una contracción de la economía y una significativa reducción de los ingresos de la burguesía agroexportadora.
- El carácter de la dominación política plutocrática: la etapa plutocrática fue definida por la predominancia de los bancos y su incidencia en el poder político. Con el asesinato de Alfaro, en 1912, se profundizó el control de la banca sobre la política, en particular del Banco Agrícola y Comercial de Guayaquil. Una de las figuras centrales de este periodo es Leónidas Plaza Gutiérrez que gobierna hasta 1916, reemplazándolo Alfredo Baquerizo Moreno hasta 1920 y tomando la posta hasta 1924 José Luis Tamayo.  
- Carestía de los productos y herramientas importadas: esta causa está relacionada con la depreciación del billete bancario, que repercutía de forma directa en el incremento del dólar y por lo tanto de los productos importados (especialmente herramientas) asegura Agustín Cueva (1988).
Este factor de crisis afectó de manera directa a una fracción de la burguesía vinculada a la importación y al Banco del Ecuador. Sin embargo benefició directamente a los agroexportadores y al Banco Comercial y Agrícola de Guayaquil. Esto tuvo como consecuencia la apertura de una disputa inter-burguesa por el control del cambio, lo que llega incluso a incidir de forma decisiva en la agenda de reivindicaciones de la movilización del 15 de Noviembre.
- Huelga de los trabajadores ferroviarios de Durán: se realizó el 19 de Octubre de 1922, en contra de la empresa norteamericana ‘Guyaquil and Quito. Railwals Co.’. El pliego de peticiones constó de los siguientes puntos: aumento de salarios para aquellos que no ganan en dólares, el respeto a las ocho horas de trabajo, indemnización en caso de accidentes de trabajo, la supresión de los despidos ilegales, semana de trabajo de seis días y el pago de horas extras.
El gobierno de Tamayo, en respaldo a los intereses norteamericanos, envió un fuerte contingente militar que intentó romper la huelga e incluso el 23 de octubre intentó despachar un tren hacia la ciudad de Riobamba, lo que es impedido cuando los trabajadores se disponen en las rieles del ferrocarril cubiertos por una bandera ecuatoriana. Esta acción puso en jaque a la empresa y al Embajador norteamericano, quienes tuvieron que ceder en algunas de las peticiones de los trabajadores.
- Huelga de los trabajadores de la Luz y Fuerza Eléctrica y de la Empresa de Tranvías y Carros Urbanos: para el día 8 de noviembre de 1922 fue convocada una asamblea de trabajadores de estas empresas, su pliego de peticiones es similar al de los trabajadores ferroviarios. Sin embargo, la empresa eléctrica se adelanta y despide a los convocantes, acción que no puede ejecutarse pues al día siguiente se declara la huelga, paralizándose la ciudad pues los transportistas se suman y también las industrias que funcionaban con electricidad. A esta huelga se adhieren los trabajadores del gas y los tipógrafos paralizan los periódicos, señala Manuel Agustín Aguirre (1982).
- Declaración de la Huelga General: el 13 de Noviembre la FTRE declaró la huelga y la suspensión de actividades. A esta medida se sumaron la Confederación Obrera del Guayas, la Junta Provincial del Guayas. Algunos de los integrantes de estas últimas federaciones tenían cercanía con banqueros/importadores e intentaron desviar el eje de la lucha de la dignificación del trabajo, para concentrarse en el alza de la cotización del dólar, lo que determinó disputas internas. La Asamblea decidió realizar la movilización el día 14 dejando de lado las reivindicaciones de los trabajadores y poniendo en el centro el control de cambio sobre el dólar.
- La movilización del 14 de Noviembre: cambiadas las reivindicaciones obreras por las demandas de los sectores de importadores y del Banco del Ecuador, esta manifestación expresó una supuesta ‘conciliación de clase’, en un primer momento. Pues la COG puso a los trabajadores a defender la demanda del control cambiario, lo que no estaba directamente relacionado con las condiciones de empobrecimiento de los sectores populares.
Para el gobierno era claro que había un sector pidiendo la radicalización de la lucha, por lo que se pone en estado preventivo y el presidente Tamayo en comunicación a Carlos Arroyo del Río le ordena: “…espero que mañana a las seis de la tarde me informe que ha vuelto la tranquilidad a Guayaquil, cueste lo que cueste, para lo cual queda usted autorizado”. A esta comunicación el testaferro del imperialismo, Arroyo del Río, responde: “La chusma ahora se levantó riendo, mañana se recogerá llorando” (Tamayo-Arroyo, citados por Aguirre, 1982: 102-103).
     Con estos antecedentes quedaron dispuestas las fuerzas, tanto de los propietarios, como de aquellos que trabajan para los propietarios al interior de las organizaciones y de los trabajadores. Sin dudarlo, el desenlace de esta coyuntura no pudo ser otro que la tragedia. Cincuenta y seis organizaciones acudieron a la nueva jornada de movilización. Cerca de veinte mil trabajadores y artesanos, mujeres y niños se movilizan en las calles de Guayaquil.
Patricio Ycaza, reconstruye los hechos y señala lo siguiente:
     Para el 15 de noviembre, las clases dominantes  en poder de los aparatos represivos estatales, en una acción meditada y perfectamente planificada para lo cual se refuerza el poder bélico acantonado en Guayaquil-llegando a criterio del dirigente anarquista Alejo Capelo acerca de 3.000 hombres armados-, masacran a los trabajadores y al pueblo guayaquileño. La brutal represión desatada segó la vida de más de 1.000 combatientes anónimos; más de 1.000 hombres, mujeres y niños perecieron, condenados por declarar su rebeldía clasista […] aún con vida, varios cientos son arrojados con el vientre abierto a la ría o a fosas comunes. Los pocos que logran armarse, como medio de autodefensa, rompiendo las puertas de los almacenes que vendían armas fracasan en su intento por no encontrar municiones. Contra ellos la represión del ejército será más drástica. Sin embargo para José María Velasco Ibarra, Secretario del Consejo de Estado, “no hay tal masacre, no hay tal crimen, lo que hay es unos cuantos ladrones que han asaltado almacenes para robar” (Ycaza, 1982: 103-104)
     La representación hecha por Ycaza es clara, el retrato de una masacre, a la que los historiadores denominaron el bautizo de sangre de la clase obrera ecuatoriana. Pues con este acto se inauguró la moderna lucha de clases, caracterizada por la radicalización de la lucha de los sectores trabajadores y campesinos que no sólo se rebelaron por conseguir el pan, sino también la libertad.
     Otro de los elementos centrales, como lo señala Alejo Capelo es que “…el pueblo aprendió a conocer quienes son, por siempre, sus mortales enemigos…el pueblo miró, en aquellos convulsos momentos, quienes eran los que les disparaban ocultos desde sus ventanas y, de que clase social eran las blancas manos que aplaudieron a la soldadesca a lo largo de la siempre ensangrentada Avenida Nueve de Octubre” (Capelo citado por Ycaza, 1982: 106).
     Los hechos suscitados desde el mes de octubre de 1922 en la ciudad de Guayaquil, dejaron ver el carácter de clase de la vía oligárquica que asume el capitalismo en el Ecuador. Así también la ruptura con formas ideológicas, tanto liberales como conservadoras, donde la diferencia entre el propietario y el no propietario aparece como natural. En este sentido se generalizó una visión combativa que discute el eje de la propiedad sobre los medios de producción y reflexiona sobre las condiciones de existencia de las masas populares, además de cimentar las bases para la organización de una expresión política orgánica, como serán en lo posterior los partidos de izquierda.


BIBLIOGRAFÍA:                                                                                            
Aguirre, Manuel (1984) La macre del 15 de Noviembre de 1922 y sus enseñanzas, Guayaquil, Litografía e Imprenta de la Universidad de Guayaquil.
Chiriboga, Manuel (1980/2013) Jornaleros, grandes propietarios y exportación cacaotera 1790-1925, Quito, UASB-E/Corporación Editora Nacional.
Cueva, Agustín (1988) El Proceso de Dominación Política en el Ecuador, Quito, Planeta.
Gallegos, Joaquín (1941/2003) Las Cruces sobre el Agua, Quito, Campaña de Lectura Eugenio Espejo.
Marx, Karl y Engels, Friedrich Manifiesto del Partido Comunista, Quito, ERE.
Pólit, Vicente (1982) “Estudio Prelimira” en El 15 de Noviembre de 1922, primera parte, Quito, Corporación Editora Nacional-INFOC.
Ycaza, Patricio (1983) Historia del Movimiento Obrero Ecuatoriano, Quito, CCE.



NOTA

[i] Las organizaciones que conformaron la FTRE fueron: Sociedad de Peluqueros; Sociedad de Sastres ‘Unión de Operarios’; Liga Obrera del Guayas; Asociación Sindicalista Regional Ecuatoriana;  Sociedad Fraterna Bar del Guayas; Gremio de Trabajadores del Calzado; Sociedad de Cacahueros Tomás Briones; Asociación Gremial del Barrio del Astillero y Sociedad de Artesanos de Duran. Su primer presidente será Jorge Briones. Dos meses después de su fundación contaba con 32 nuevas Asociaciones entre ellas de obreros fabriles, ferroviarios, de servicios y el Centro Feminista ‘Rosa Luxemburgo’ (CEDEP, s.f: 32).


jueves, 12 de noviembre de 2015

ENTREVISTA: El fin de la bonanza económica marca los límites de la "Revolución Ciudadana" en Ecuador. Por Gabriel Brito.



EL FIN DE LA BONANZA ECONÓMICA MARCA
LOS LÍMITES DE LA “REVOLUCIÓN CIUDADANA” EN ECUADOR

Entrevista de Gabriel Brito a Decio Machado para
el periódico brasileño Correio da Ciudadania, www.correiocidadania.com.br
(Traducido al castellano)



Por Gabriel Brito



Decio Machado


     Sin aún mucha repercusión regional, América Latina ve deteriorarse uno de sus más celebrados procesos políticos recientes, inclusive con escenas de represión a los movimientos sociales. Se trata del Ecuador y su llamada "Revolución Ciudadana", que en la actualidad parece pasar por el mismo fin de ciclo que otros países capitaneados por los llamados "gobiernos progresistas". Sobre esto y también sobre la coyuntura suramericana, conversamos con el analista político hispano-brasileño Decio Machado.
     "Haciendo un rápido recorrido por la región, vemos como en Brasil el actual ministro de finanzas pasó a ser un discípulo de los Chicago Boys dentro de un gobierno que se dice de los trabajadores; en Argentina el próximo presidente será el representante de la derecha new age del actual partido de gobierno; en Chile el gobierno de Bachelet no ejecuta ni una sola de las medidas progresistas que prometió en campaña; en Perú no queda ya nada de izquierda dentro del gobierno de Humala; en Bolivia desde mediados del pasado año se estrecharon los lazos entre el sector privado y el gobierno; y, en Ecuador el gobierno está volviendo al redil del FMI eliminando subsidios sociales y a punto de comenzar un proceso de privatizaciones sobre distintos activos de empresas públicas", sintetizó.
     Además de analizar el contexto económico regional, Decio expone la evolución del proceso ecuatoriano en los 9 años de correísmo -crítica constante en sus trabajos como coautor y a veces coordinador de obras como "La Restauración Conservadora del Correísmo", "Correismo al desnudo" o "El país que queríamos"- y la relación existente entre los detentores del poder y la sociedad ecuatoriana, en especial los sectores más contestatarios, sin olvidar por ello los avances obtenidos durante el proceso, entre estos la auditoría a la deuda externa.
     "Al mismo tiempo que se construía este estereotipo de líder nacionalista y revolucionario enfrentado a los grandes poderes del capital mundial, al interior del país se ha desarrollado un modelo de Estado coercitivo y de control", afirma.
     Y, ante la actual crisis económica que se prevé de larga duración, Decio Machado hace referencia a lo que ya se ve en otros lugares y dice que va siendo hora de renovar proyectos y protagonistas políticos. En líneas generales, un cuadro muy similar al que ya visualizamos en Brasil y otros países vecinos.
     "Es fácil prever que la socialdemocracia latinoamericana cada vez se irá pareciendo más a las socialdemocracias liberales europeas. Esta realidad implica la necesidad de generar nuevas alternativas sociopolíticas que si sean capaces de transformarse en motores de cambios en nuestra región. Esto conlleva dos vertientes, la conformación de iniciativas políticas diferenciadas a esto que se ha llamado progresismo latinoamericano y sobre todo, una rearticulación de nuevos movimientos sociales, donde personalmente pienso que lo urbano y la incidência de lo juvenil tendrá más peso que lo campesino, indígena y rural."
     Aquí la entrevista completa con Decio Machado:

     ¿Qué nos puedes contar sobre el momento actual en el Ecuador, sus aspectos políticos, sociales y económicos?
     Ecuador ha vivido en estos últimos años un período de estabilidad política importante –con anterioridad a Rafael Correa ninguno de los tres últimos presidentes electos ha terminado su mandato-, obteniendo un notable mejoramiento en sus indicadores sociales y un crecimiento económico sostenido que le ha permitido al país ver como sus clases medias pasaron del 14% al 27% en durante los últimos 10 años.
     El aparato de propaganda del régimen correísta llamó a esto “milagro ecuatoriano”, intentando de manera forzada equipararse a procesos económicos como los vividos por Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwan entre 1960 y 1990, motivo por el cual se autodefinió al Ecuador como el “jaguar latinoamericano” en alusión a los llamados cuatro “tigres asiáticos”.
     Desde el punto de vista político, el correísmo implementó como base de su estrategia de legitimación el culto a la personalidad del líder, lo que vino a significar una agresiva campaña de propaganda donde la figura presidente Correa ha sido diariamente omnipresente durante nueve años y a través de la cual también se ha querido construir cierto nivel de devoción al Estado al más fiel estilo norcoreano. En paralelo, el alto precio del petróleo en los mercados internacionales y una efectiva política de recaudación de impuestos, entre 2007 y 2014 se duplicó el número de contribuyentes activos en el país a pesar de que el índice de evasión fiscal sigue siendo alto, le permitió al correísmo implementar una profunda modernización del Estado y sus infraestructuras.
     El aumento de la capacidad adquisitiva de la población hizo también aumentar el consumo, desarrollándose en paralelo una fuerte cultura de endeudamiento familiar que más temprano que tarde pasará su factura, mientras que las empresas privadas monopólicas y semi-monopólicas existentes en los diferentes sectores de la economía nacional han obtenido un nivel de beneficios muy superior a los que obtuvieron durante el período neoliberal. Cabe destacar que estas empresas se han visto agraciadas por una política fiscal que ejerce su presión sobre las capas medias y pequeños comerciantes en lugar de sobre los grandes capitales.
     Sin embargo, la estructura económica real del país apenas ha sufrido cambios respecto a la matriz de acumulación heredada del neoliberalismo, condición que está conllevando a un rápido deterioro de la economía nacional al momento en que el país entró en su actual crisis fruto de la ralentización de la economía china y la caída del precios del crudo.
     Terminado el período de bonanza económica, terminó también la magia de enamoramiento que el correísmo ejerció sobre la sociedad ecuatoriana. En la actualidad el régimen y la figura del presidente Correa sufre un fuerte desgaste político, mientras comienzan recortes presupuestarios, despidos en la Administración Pública y privatizaciones.

     ¿Estamos ante el agotamiento de un ciclo político en Ecuador, de igual manera a lo que está sucediendo en otros países golpeados por esta nueva crisis internacional del capitalismo?
     Todos los países de la región han obtenido notables logros en materia de combate contra la pobreza durante la década dorada de los commodities. A pesar del discurso revolucionario, la reducción de la pobreza no es solo un logro de los gobiernos progresistas. Colombia por ejemplo, un país que ha mantenido gobiernos neoliberales durante todos estos años, redujo su pobreza monetaria –cuando los ingresos no alcanzan para una canasta básica- del 49,4% en 2002 al 28,5% en 2014. Sin embargo, la reducción de pobreza en América Latina lleva estancada en un 28% de la población, es decir 167 millones de personas, desde el 2012, lo que demuestra el fin del ciclo de bonanza económica regional.
     Con el fin de la década dorada de los precios de los commodities llegó también el fin del ciclo político progresista, lo que no quiere decir necesariamente que esto implique la caída de estos regímenes políticos actuales, sino la transformación de sus políticas públicas. Haciendo un rápido recorrido por la región, vemos como en Brasil el actual ministro de finanzas pasó a ser un discípulo de los Chicago Boys dentro de un gobierno que se dice de los trabajadores; en Argentina el próximo presidente será el representante de la derecha new age del actual partido de gobierno; en Chile el gobierno de Bachelet no ejecuta ni una sola de las medidas progresistas que prometió en campaña; en Perú no queda ya nada de izquierda dentro del gobierno de Humala; en Bolivia desde mediados del pasado año se estrecharon los lazos entre el sector privado y el gobierno; y, en Ecuador el gobierno está volviendo al redil del FMI eliminando subsidios sociales y a punto de comenzar un proceso de privatizaciones sobre distintos activos de empresas públicas.
     Que nuestros actuales gobiernos descubran ahora que el capitalismo se retro-alimenta de sus propias crisis cíclicas, no demuestra más que una enorme incapacidad por parte de las nuevas elites tecno-burocráticas “progresistas”. Llevamos una década escuchando discursos sobre las virtudes de la planificación, pero a la hora de verdad vemos que poco se planificaron los Estados para afrontar el cambio de ciclo económico impuesto por el capitalismo global en estos momentos. La consecuencia es clara: existe el severo riesgo de perder en los próximos años gran parte de las conquistas sociales adquiridas por la clase trabajadora y los sectores históricamente olvidados en nuestras respectivas sociedades latinoamericanas. No hay que olvidar que el porcentaje más alto de población latinoamericana, un 38% que equivale a 200.000 millones de personas, es población vulnerable según la CEPAL.

     Uno de los méritos más celebrados del gobierno Correa fue la auditoría de la deuda externa, reducida drásticamente y casi sin resistencia por parte de los acreedores. ¿Cuál es la importancia que esto supuso para el presupuesto y las políticas del Ecuador en esos años? ¿Esto significó una mejora visible de las condiciones de vida de la población y de los servicios públicos básicos?
     En 2008, tras una auditoria independiente realizada sobre la deuda externa, el presidente Correa declaró una parte de la deuda contraída por Ecuador como una deuda ilegítima. A partir de ahí se declaró el cese de pagos del 70% de la deuda ecuatoriana en bonos, situación que hizo que los acreedores o tenedores de deuda sacaran al mercado sus bonos con valores más bajos pretendiendo vender rápidamente. 
     Fue el mismo Estado ecuatoriano quien, a través de una atrevida estrategia de ingeniería financiera, recompró con apenas 800 millones una deuda que tenía un valor original 3.000 millones de dólares. Sumado los intereses, es posible que esta brillante operación pueda haber ahorrado al Estado unos 7.000 millones de dólares en los años siguientes.
     Sin duda, este ahorro por parte del Estado ecuatoriano permitió que el gobierno del presidente Correa incrementase la dotación presupuestaria destinada a programas sociales dirigidos a los sectores más vulnerables. Es un hecho que la declaración de deuda ilegítima de un tercio de la deuda externa del Ecuador, permitió a los sectores más empobrecidos mejorar sus condiciones de vida, aunque la calidad de los servicios públicos siga dejando mucho que desear.
     Lamentablemente en los últimos años el gobierno correísta desandó el camino recorrido. El país en la actualidad vive una agresiva política de endeudamiento externo, condición que posiblemente exija al gobierno modificar nuevamente la Constitución, pues estamos ya en una deuda cercana al 40% del PIB, equivalente al techo máximo de endeudamiento que se contempla en nuestro texto constitucional.

     Uno de sus libros sobre el proceso ecuatoriano, la denominada "Revolución Ciudadana", tiene el elocuente nombre de Restauración Conservadora del Correismo. ¿Puedes detallarnos al respecto y cómo eso se refleja en las prácticas más recientes del gobierno de Correa?
     El libro es un esfuerzo compartido con múltiples académicos y militantes sociales ecuatorianos, de los cuales yo soy apenas uno más. En él se detalla como el régimen ha ido evolucionando muy rápidamente a posiciones conservadoras en prácticamente todos sus ejes de intervención.
     La política pública de salud sexual ha sido puesta en manos de siniestros personajes vinculados al Opus Dei y el aborto esta penalizado con cárcel incluso en caso de violación; la política económica y productiva está en manos de funcionarios públicos carentes de ideología política y lobbistas al servicio del capital emergente ecuatoriano; el gobierno esta aprobando un  Tratado de Libre Comercio con la UE y es de esperar que firme otros con distintos países en el futuro inmediato; la mitad de las reservas de oro nacional se pusieron el año pasado en manos de uno de los mayores piratas de Wall Street, el grupo de banca de inversión Goldman Sachs, uno de los responsables impunes del colapso de la burbuja inmobiliaria del 2008 en EEUU; la economía nacional ha vuelto a ser monitoreada por el FMI y ante el agotamiento de su capacidad de endeudamiento en fuentes alternativas, es fácil suponer que en breve vuelva a ser receptor de sus créditos bajo las condiciones históricamente impuestas por las instituciones de Bretton Woods; varios líderes sociales, por oponerse a las políticas extractivas, tienen expedientes abiertos por sabotaje y terrorismo en un país donde el terrorismo no existe; y, la política fiscal exonera mediante diversos mecanismos a los grandes capitales.
     En resumen, lo que queda de los sectores progresistas al interior del gobierno tienen un rol meramente testimonial, sirven tan solo como fachada legitimadora de un discurso pretendidamente revolucionario, pero las prácticas políticas emanadas desde el Ejecutivo y el Legislativo –controlado mayoritariamente por el partido de gobierno- son claramente reaccionarias.

     Recientemente vimos importantes movilizaciones de resistencia a algunas políticas públicas del gobierno con el protagonismo de los movimientos sociales, especialmente el indígena, con importantes protesta en las calles. ¿Qué opinión le merece esta confrontación?
     El idílio inicial existente entre el gobierno de Rafael Correa y los movimentos sociales independientes quebró a partir del segundo año de gestión. La aprobación de la actual Ley de Minería y la negación por parte del gobierno a desarrollar una reforma agraria en un país que ostenta uno de los más altos índices de América Latina respecto a concentración de tierra fueron los primeros detonantes. A partir de entonces y sorprendentemente, el presidente Correa ha manifestado en múltiples alocuciones públicas que el mayor enemigo del proceso autodenominado revolución ciudadana son las organizaciones ambientalistas, los sectores izquierdistas y el movimento indígena.
     Desde entonces, las movilizaciones contra las políticas gubernamentales auspiciadas por la izquierda social y política independiente del gobierno han ido en aumento. Las movilizaciones masivas de estos últimos meses no son más que la continuidad y profundización de este desencuentro político.

     ¿Pero como es qué se dio una reacción represiva por parte de un gobierno que internacionalmente aparece como bastante vinculado a estos grupos?
     La imagen exterior del presidente Rafael Correa es el fruto de una construcción mediática estratégicamente planificada desde el gobierno a través de la colaboración de reconocidos profesionales internacionales del marketing político contratados para tal fin. Al mismo tiempo que se construía este estereotipo de líder nacionalista y revolucionario enfrentado a los grandes poderes del capital mundial, al interior del país se ha desarrollado un modelo de Estado coercitivo y de control.
     La represión ejercida sobre los sectores populares movilizados al interior del país en el levantamiento nacional del pasado 13 de agosto, donde fueron detenidos un centenar de personas –gran parte de ellas con procesos judiciales abiertos-, no es más que la plasmación práctica de un tipo de política que tiene serias dificultades para aceptar el pensamiento crítico y la disidencia.
     Es curioso observar como el gobierno no ha desarrollado ningún tipo de acción represiva sobre las movilizaciones callejeras organizadas por la derecha política a medidos del presente año como oposición a la Ley de Herencias y de Plusvalías –proyectos legislativos que pretendían gravar la transmisión patrimonial de grandes fortunas y la especulación inmobiliaria, los cuales fueron inmediatamente archivados por el Ejecutivo-. Sin embargo, lo que le inquieta al gobierno son las movilizaciones auspiciadas desde sectores de la izquierda, sobre las que si ha ejercido represión a través de los cuerpos de seguridad del Estado.
     Para entender esta contradicción, hay que entender que son las movilizaciones desarrolladas desde los sectores populares las que ponen en cuestión la estrategia populista del presidente Correa de reivindicarse como la voz del pueblo.

     Aquí en Brasil, tenemos un momento de extremo recrudecimiento de la represión a los pueblos indígenas en varias regiones, tal vez porque hasta la fecha nuestros pueblos originarios no han adquirido la misma influencia política que poseen estos actores en otros países. En Ecuador, cual es el nivel de fuerza política de estos pueblos y su relación con los gobiernos?
     El movimiento indígena a través de su organización mas importante, la Confederación Nacional Indígena del Ecuador (CONAIE), ha protagonizado la política reivindicativa nacional desde los años noventa hasta hoy. Han sido los errores de sus propios dirigentes los que han ido paulatinamente debilitando dicha organización, la cual en la actualidad -a pesar de su crisis interna y falta de cohesión- sigue siendo el movimiento social más importante del país.
     Las principales reivindicaciones históricas de la CONAIE y del movimiento indígena en general siguen vigentes y no han sido atendidas por el actual gobierno. El presidente Correa se negó a emprender la reforma agraria y la declaración constitucional de que el Ecuador es un Estado Plurinacional no es más que pura retórica.
     La fuerza política del movimiento indígena es visible en los territorios donde los indígenas tienen un peso social importante, determinadas provincias de la Sierra Central y el conjunto de la Amazonía. Esto se plasma en la representación político institucional del Pachakutik (partido político surgido en el año 1995 que busca representar los intereses de los pueblos indígenas y que a la postre fue utilizado por muchos oportunistas políticos hoy en el partido de gobierno) en los gobiernos locales de estos territorios.
     Sin embargo, es una realidad evidente que a pesar de que el modelo organizativo de la CONAIE -con organizaciones internas de distinto nível- es ejemplar, existe en la actualidad un cortocircuito entre sus bases y la dirigencia.
     En todo caso me atrevo a decir que, en un país donde la población que se autodefine como indígena es tan solo del 7% cuando la realidad es mucho mayor, se debería repensar la pertinencia de que el movimiento indígena siga siendo el eje a través se articulen satelitalmente el resto de movimientos sociales contestarios.

     ¿La derecha ha influenciado sobre el actual escenario de lucha política? ¿Cómo se ha organizado ese espectro político en Ecuador?
     El escenario político ecuatoriano en este momento es tremendamente complejo y se estructura a través de diferentes intereses y estrategias transversales y en muchos casos enfrentadas.
     Por un lado, la movilización en las calles ha sido mantenida y sostenida durante todos estos años por la izquierda social y política disidente del correísmo. Esta situación cambió a mediados del presente año, cuando la derecha protagonizó también importantes movilizaciones de calle encabezadas por sectores medios acomodados y parte del sector empresarial en contra de las propuestas de ley auspiciadas por el gobierno en el ámbito de las Herencias y las Plusvalías Patrimoniales. 
     En la actualidad estos sectores conservadores se están incorporando a las movilizaciones auspiciadas por los sectores populares, los cuales a pesar de que intentan distanciarse de los intereses de la burguesía, no pueden evitar su presencia en las manifestaciones que se realizan en las calles. En realidad, son los sectores más conservadores son quienes controlan al aparato mediático privado nacional, lo que les permite jugar a la estrategia de capitalizar el desgaste político que sufre el gobierno nacional en estos momentos. 
     A la espera de que la situación económica nacional se deteriore aún más, como es previsible, buscan unificarse bajo una solo propuesta electoral y que tengas posibilidades de derrotar al correísmo electoral febrero del 2017, fecha de los próximos comicios presidenciales. Que tengan capacidad de unificarse y que la tendencia de voto les beneficie son dos cosas que aún están verse.
     En paralelo, y como ya indicaba con anterioridad, son los sectores organizados de la izquierda social y política quienes protagonizan las convocatorias de movilización en las calles, si bien esto no se plasma en intención de voto por parte de la ciudadanía. El correísmo se encargó, durante estos casi nueve años de gobierno, de debilitar enormemente a las organizaciones políticas de la izquierda, las cuales con mediocres liderazgos políticos tampoco son capaces de ofrecer un programa de gobierno alternativo, sólido y convincente a la sociedad ecuatoriana.
     Por último, en lo que se refiere al oficialismo, cabe destacar que el presidente Correa pretende aprobar en breve una ley que le permita presentarse a la reelección presidencial de manera indefinida. Sin embargo, en función de que se agudice la crisis económica lo más seguro es que deje un delfín político posicionado a la candidatura presidencial del 2017 –se habla de Lenin Moreno, su ex vicepresidente durante la legislatura anterior- con el fin de volver a candidatizarse en el 2021, articulando una estrategia similar a la del lulismo en Brasil y buscando no deteriorar más su imagen en la actual coyuntura económica de crisis exponencial que vive el país.

     ¿Qué otros grupos y colectivos sociales se han destacado en este escenario?
     Los movimientos sociales ecuatorianos tienen la necesidad de reinventarse durante este período. No creo que las izquierdas tengan ninguna chance electoral en el 2017, lo que supondrá seguramente una fuerte crisis entre sus actuales dirigencias. Pienso que según se agrave la crisis económica, habrá mejores condiciones para el surgimiento de nuevos movimientos sociales de perfil urbano juveniles y con características de indignación similares a lo que vimos en Brasil en junio del 2013.
     Mas allá de esto, quienes en la actualidad ostentan el peso de la movilización social en Ecuador es el movimiento indígena, específicamente la CONAIE, con quienes todos los sectores de la izquierda social debemos ser solidarios, dado que sobre ellos recae gran parte de la criminalización social auspiciada desde el poder político del Estado en estos momentos.

     A pesar de todo lo que hemos hablado, ¿crees que se puede decir que existe aún bastante solidez en la relación existente entre Correa y la población trabajadora?
     El gobierno correísta implementó las mismas lógicas políticas clientelares que con anterioridad habían desarrollado otros gobiernos neoliberales en el país. A través de prebendas políticas y puestos públicos compran dirigencias de organizaciones populares e intentan dividir a los movimientos sociales en resistencia.
     La solidez de este tipo de relaciones en el gobierno actual se mantuvo mientras se mantuvo la bonanza económica. Ahora estamos en un período de crisis donde posiblemente el país cierre el año con un crecimiento negativo y nada apunta a que el 2016 sea un año de recuperación económica. En ese contexto, hay que entender que Alianza PAIS -el partido de gobierno- es un partido político construído desde el poder. Sus líderes territoriales en la mayoría de los casos son caciques locales reciclados de la vieja partidocracia existente en el período neoliberal. Es por ello que ni hay originalidad en las políticas públicas desarrolladas por el correísmo en las instituciones locales ni el modelo de relación clientelar con las organizaciones sociales o la sociedad en general ha sufrido transformaciones radicales respecto a lo que ya históricamente se vino desarrollando en el país.
     En función de que el gobierno se vaya debilitando en la actual coyuntura política nacional se debilitaran esos lazos clientelares y gran parte de los funcionarios públicos con nombramientos políticos se reacomodaran a la larga en las listas que consideren con mayores posibilidades de ganar las próximas elecciones. Tal cual lo hicieron en las listas correistas con anterioridad. Son un establishment carente de ideología que buscará mantener sus privilegios de casta mande quien mande a partir del 2017 en este país.

     ¿Qué valoración general haces tú de la "Revolución Ciudadana"?
     Pienso que este proceso mal llamado “Revolución Ciudadana”, aquí con las y los ciudadanos se ha contado muy poco a la hora de tomar decisiones, ha servido para implementar una tardo-modernización capitalista en el Ecuador. Para ello se han generado una suerte de alianzas público-privadas con sectores emergentes del capital ecuatoriano, lo que implica a su vez la superación del poder económico que ostentaban anteriormente los grandes hacendados del agrobusiness hacía nuevos tipos de negocios más tecnificados y con miras a la economía de consumo nacional. 
     Para esta nueva burguesia nacida tras la crisis bancaria del 1999 y 2000 que pugnaba por el control político del país frente a los viejos terratenientes del banano y las flores, el correísmo tuvo sentido político, pues bajo consignas y banderas construídas durante la resistencia al neoliberalismo se implementó una serie de políticas de perfil desarrollista que eran necesarias para insertar al país en el marco del actual sistema-mundo capitalistamente globalizado.
     Terminado el período de bonanza económica, estos sectores le plantean una clara disyuntiva al actual gobierno: o readecúa su actual política social, eliminando subsidios, recortando el tamaño del Estado e instaurando una política de privatizaciones sobre activos actualmente en manos de lo público; o le hacen la guerra y el gobierno se va. Todo aparece indicar que el actual gobierno, al igual que tantos otros en América Latina, ha optado por la primera de las opciones planteadas por estos nuevos sectores del capital emergente.

     ¿Consideras que estamos ante un escenario parecido al de otros países latinos? ¿En este sentido, como analizas el momento actual de estos gobiernos, en especial los definidos ya desde hace algunos años como "progresistas"?
     Como ya dije antes, considero que los países llamados progresistas han entrado en una fase de redefinición de sus políticas sociales. Hago referencia a las sociales, porque es a través de ellas como marcaron la diferencia respecto a gobiernos anteriores. Estos gobiernos, con excepción del gobierno bolivariano de Venezuela nunca plantearon políticas que buscasen la superación del capitalismo. Cristina Fernández de Kirchner habló de volver al “capitalismo serio”, Correa habló del “capitalismo social”, y el mismo vicepresidente boliviano García Linera ha reconocido que la diferencia de estos gobiernos respecto a otros se limita tan solo a una debate sobre a donde va el excedente.
     En resumen, nunca se pretendió construir un modelo de sociedad y producción alternativo, a pesar de que todos estos gobiernos contaron en su momento con un apoyo popular que les hubiese legitimado democráticamente como herramientas reales de transformación social.
     Fruto de todo esto, asistimos en la actualidad como la iniciativa del ALBA se debilita al mismo tiempo que se debilita el gobierno bolivariano en Venezuela; vemos como en Brasil, el gigante regional y país donde se decide el futuro de la región, el poder de sus transnacionales llenó de podredumbre a toda la esfera política del Partido de los Trabajadores; posiblemente asistamos el año que viene a la firma de un Tratado de Libre Comercio entre Mercosur y la Unión Europea; o como el UNASUR pasó a ser funcional a las necesidades del capital, por ejemplo a través de la Iniciativa IIRSA entre otras tantas cuestiones. Incluso geopolíticamente, vemos en la actualidad como la Alianza del Pacífico, una iniciativa orientada al mercado capitalista, ha tomado la iniciativa frente a otros proyectos supranacionales en la región.
     El período de bonanza económica en América Latina permitió que 6,5 millones de personas por año saliera de la pobreza. Sin embargo, todos los gobierno latinoamericanos, sean del color que sean, están planteando salidas a la crisis desde posiciones tremendamente conservadoras. En este momento se articulan acuerdos en diversos países que buscan exoneran a las empresas de obligaciones tributarias mientras se congela la capacidad adquisitiva de los trabajadores. 
     En fin, el nuevo período de luchas por parte de los movimientos sociales en América Latina conllevará no solo la resistencia frente al modelo de extractivista y por la defensa de los derechos colectivos de nuestros pueblos, sino  también por la defensa de los mejoras sociales adquiridas por los sectores históricamente marginados  en nuestras correspondientes sociedades durante este período. Quienes deben financiar el período de crisis deben ser los que más ganaron durante el período de vacas gordas, es decir: sojeros, empresas de telecomunicaciones, agrobusiness en general, capitales emergentes de variado y nuevas élites burguesas afines a estos regímenes políticos.

     ¿Ante la coyuntura económica internacional, que prevés para los próximos años en nuestros países?
     Es fácil prever que la socialdemocracia latinoamericana cada vez se irá pareciendo más a las socialdemocracias liberales europeas. Esta realidad implica la necesidad de generar nuevas alternativas sociopolíticas que si sean capaces de transformarse en motores de cambios en nuestra región. Esto conlleva dos vertientes, la conformación de iniciativas políticas diferenciadas a esto que se ha llamado progresismo latinoamericano y sobre todo, una rearticulación de nuevos movimientos sociales, donde personalmente pienso que lo urbano y la incidência de lo juvenil tendrá más peso que lo campesino, indígena y rural.

     Finalmente, ¿hacia donde va la "Revolución Ciudadana"?
     La “Revolución Ciudadana” es una construcción propagandística al servicio de un líder carismático, es decir, del presidente Rafael Correa. Si te das cuenta, incluso las iniciales RC son coincidentes. Esto quiere decir que la “Revolución Ciudadana” carece de programa o proyecto, es tan solo una plataforma concebida para el posicionamiento de su líder, una lógica por cierto muy neopopulista. La mediocridad de la intelectualidad al servicio del régimen, ha permitido la construcción de imaginarios socialistas que poco o nada tienen que ver con la realidad nacional y la hoja de ruta realmente propuesta para el futuro del país. 
     Pero más allá de elocuentes discursos y páginas de libros financiadas con erario público y generadas por los mercenarios del poder, la realidad suele ser muy cruda: la “Revolución Ciudadana” no es más que camuflar bajo un discurso nuevo, la reproducción de elementos ya muy viejos, como son el caudillismo, el paternalismo, las estructuras sociales jerárquicas y la subordinación del pueblo al poder político de turno. 
     Pero los gobernantes son transitorios, unos duran y más otros menos, todos tienen su momento de esplendor pero en algún momento todos se van o son derrocados. El día que Correa no este, esto que se ha venido en llamar propagandísticamente “Revolución Ciudadana” dejará de existir.
     Donde no existe pensamiento crítico y construcción de organizaciones sociales autónomas al poder, lo único que se genera es dependencia y cercionamiento de la capacidad creativa de nuestros pueblos. Más allá de cemento y hormigón, esa es la principal herencia que dejará la llamada “Revolución Ciudadana” en el Ecuador.



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