EL FIN DE LA BONANZA ECONÓMICA MARCA
LOS LÍMITES DE LA “REVOLUCIÓN CIUDADANA” EN
ECUADOR
Entrevista de Gabriel Brito a Decio Machado para
(Traducido al castellano)
Por Gabriel Brito
Decio Machado
Sin aún mucha repercusión
regional, América Latina ve deteriorarse uno de sus más celebrados procesos
políticos recientes, inclusive con escenas de represión a los movimientos
sociales. Se trata del Ecuador y su llamada "Revolución Ciudadana",
que en la actualidad parece pasar por el mismo fin de ciclo que otros países
capitaneados por los llamados "gobiernos progresistas". Sobre esto y
también sobre la coyuntura suramericana, conversamos con el analista político
hispano-brasileño Decio Machado.
"Haciendo un rápido
recorrido por la región, vemos como en Brasil el actual ministro de finanzas
pasó a ser un discípulo de los Chicago Boys dentro de un
gobierno que se dice de los trabajadores; en Argentina el próximo presidente
será el representante de la derecha new age del actual partido
de gobierno; en Chile el gobierno de Bachelet no ejecuta ni una sola de las
medidas progresistas que prometió en campaña; en Perú no queda ya nada de
izquierda dentro del gobierno de Humala; en Bolivia desde mediados del pasado
año se estrecharon los lazos entre el sector privado y el gobierno; y, en
Ecuador el gobierno está volviendo al redil del FMI eliminando subsidios
sociales y a punto de comenzar un proceso de privatizaciones sobre distintos
activos de empresas públicas", sintetizó.
Además de analizar el contexto
económico regional, Decio expone la evolución del proceso ecuatoriano en los 9
años de correísmo -crítica constante en sus trabajos como coautor y a veces
coordinador de obras como "La Restauración Conservadora del
Correísmo", "Correismo al desnudo" o "El país que
queríamos"- y la relación existente entre los detentores del poder y la
sociedad ecuatoriana, en especial los sectores más contestatarios, sin olvidar
por ello los avances obtenidos durante el proceso, entre estos la auditoría a
la deuda externa.
"Al mismo tiempo que se
construía este estereotipo de líder nacionalista y revolucionario enfrentado a
los grandes poderes del capital mundial, al interior del país se ha
desarrollado un modelo de Estado coercitivo y de control", afirma.
Y, ante la actual crisis
económica que se prevé de larga duración, Decio Machado hace referencia a lo
que ya se ve en otros lugares y dice que va siendo hora de renovar proyectos y
protagonistas políticos. En líneas generales, un cuadro muy similar al que ya
visualizamos en Brasil y otros países vecinos.
"Es fácil prever que la
socialdemocracia latinoamericana cada vez se irá pareciendo más a las
socialdemocracias liberales europeas. Esta realidad implica la necesidad de
generar nuevas alternativas sociopolíticas que si sean capaces de transformarse
en motores de cambios en nuestra región. Esto conlleva dos vertientes, la conformación
de iniciativas políticas diferenciadas a esto que se ha llamado progresismo
latinoamericano y sobre todo, una rearticulación de nuevos movimientos
sociales, donde personalmente pienso que lo urbano y la incidência de lo
juvenil tendrá más peso que lo campesino, indígena y rural."
Aquí la entrevista completa con
Decio Machado:
¿Qué nos puedes contar sobre
el momento actual en el Ecuador, sus aspectos políticos, sociales y económicos?
Ecuador ha vivido en estos últimos años un período de estabilidad política
importante –con anterioridad a Rafael Correa ninguno de los tres últimos
presidentes electos ha terminado su mandato-, obteniendo un notable
mejoramiento en sus indicadores sociales y un crecimiento económico sostenido
que le ha permitido al país ver como sus clases medias pasaron del 14% al 27%
en durante los últimos 10 años.
El aparato de propaganda del régimen
correísta llamó a esto “milagro ecuatoriano”, intentando de manera forzada
equipararse a procesos económicos como los vividos por Corea del Sur, Hong
Kong, Singapur y Taiwan entre 1960 y 1990, motivo por el cual se autodefinió al
Ecuador como el “jaguar latinoamericano” en alusión a los llamados cuatro
“tigres asiáticos”.
Desde el punto de vista político, el
correísmo implementó como base de su estrategia de legitimación el culto a la
personalidad del líder, lo que vino a significar una agresiva campaña de
propaganda donde la figura presidente Correa ha sido diariamente omnipresente
durante nueve años y a través de la cual también se ha querido construir cierto
nivel de devoción al Estado al más fiel estilo norcoreano. En paralelo, el alto
precio del petróleo en los mercados internacionales y una efectiva política de
recaudación de impuestos, entre 2007 y 2014 se duplicó el número de
contribuyentes activos en el país a pesar de que el índice de evasión fiscal
sigue siendo alto, le permitió al correísmo implementar una profunda
modernización del Estado y sus infraestructuras.
El aumento de la capacidad adquisitiva de
la población hizo también aumentar el consumo, desarrollándose en paralelo una
fuerte cultura de endeudamiento familiar que más temprano que tarde pasará su
factura, mientras que las empresas privadas monopólicas y semi-monopólicas
existentes en los diferentes sectores de la economía nacional han obtenido un
nivel de beneficios muy superior a los que obtuvieron durante el período
neoliberal. Cabe destacar que estas empresas se han visto agraciadas por una
política fiscal que ejerce su presión sobre las capas medias y pequeños
comerciantes en lugar de sobre los grandes capitales.
Sin embargo, la estructura económica real
del país apenas ha sufrido cambios respecto a la matriz de acumulación heredada
del neoliberalismo, condición que está conllevando a un rápido deterioro de la
economía nacional al momento en que el país entró en su actual crisis fruto de
la ralentización de la economía china y la caída del precios del crudo.
Terminado el período de bonanza económica,
terminó también la magia de enamoramiento que el correísmo ejerció sobre la sociedad
ecuatoriana. En la actualidad el régimen y la figura del presidente Correa
sufre un fuerte desgaste político, mientras comienzan recortes presupuestarios,
despidos en la Administración Pública y privatizaciones.
¿Estamos ante el agotamiento de un ciclo político en Ecuador, de igual
manera a lo que está sucediendo en otros países golpeados por esta nueva crisis
internacional del capitalismo?
Todos los países de la región han obtenido
notables logros en materia de combate contra la pobreza durante la década
dorada de los commodities. A pesar del discurso revolucionario, la reducción de
la pobreza no es solo un logro de los gobiernos progresistas. Colombia por
ejemplo, un país que ha mantenido gobiernos neoliberales durante todos
estos años, redujo su pobreza monetaria –cuando los ingresos no alcanzan para
una canasta básica- del 49,4% en 2002 al 28,5% en 2014. Sin embargo, la
reducción de pobreza en América Latina lleva estancada en un 28% de la
población, es decir 167 millones de personas, desde el 2012, lo que
demuestra el fin del ciclo de bonanza económica regional.
Con el fin de la década dorada de los
precios de los commodities llegó también el fin del ciclo político progresista,
lo que no quiere decir necesariamente que esto implique la caída de estos
regímenes políticos actuales, sino la transformación de sus políticas públicas.
Haciendo un rápido recorrido por la región, vemos como en Brasil el actual
ministro de finanzas pasó a ser un discípulo de los Chicago Boys dentro
de un gobierno que se dice de los trabajadores; en Argentina el próximo
presidente será el representante de la derecha new age del
actual partido de gobierno; en Chile el gobierno de Bachelet no ejecuta ni una
sola de las medidas progresistas que prometió en campaña; en Perú no queda ya
nada de izquierda dentro del gobierno de Humala; en Bolivia desde mediados del
pasado año se estrecharon los lazos entre el sector privado y el gobierno; y,
en Ecuador el gobierno está volviendo al redil del FMI eliminando subsidios
sociales y a punto de comenzar un proceso de privatizaciones sobre distintos
activos de empresas públicas.
Que nuestros actuales gobiernos descubran
ahora que el capitalismo se retro-alimenta de sus propias crisis cíclicas, no
demuestra más que una enorme incapacidad por parte de las nuevas elites
tecno-burocráticas “progresistas”. Llevamos una década escuchando discursos
sobre las virtudes de la planificación, pero a la hora de verdad vemos que poco
se planificaron los Estados para afrontar el cambio de ciclo económico impuesto
por el capitalismo global en estos momentos. La consecuencia es clara: existe
el severo riesgo de perder en los próximos años gran parte de las conquistas
sociales adquiridas por la clase trabajadora y los sectores históricamente
olvidados en nuestras respectivas sociedades latinoamericanas. No hay que
olvidar que el porcentaje más alto de población latinoamericana, un 38% que
equivale a 200.000 millones de personas, es población vulnerable según la
CEPAL.
Uno de los méritos más celebrados del
gobierno Correa fue la auditoría de la deuda externa, reducida drásticamente y
casi sin resistencia por parte de los acreedores. ¿Cuál es la importancia que
esto supuso para el presupuesto y las políticas del Ecuador en esos años? ¿Esto
significó una mejora visible de las condiciones de vida de la población y de
los servicios públicos básicos?
En 2008, tras una auditoria independiente
realizada sobre la deuda externa, el presidente Correa declaró una parte de la
deuda contraída por Ecuador como una deuda ilegítima. A partir de ahí se
declaró el cese de pagos del 70% de la deuda ecuatoriana en bonos, situación
que hizo que los acreedores o tenedores de deuda sacaran al mercado sus bonos
con valores más bajos pretendiendo vender rápidamente.
Fue el mismo Estado ecuatoriano quien, a
través de una atrevida estrategia de ingeniería financiera, recompró con apenas
800 millones una deuda que tenía un valor original 3.000 millones de dólares.
Sumado los intereses, es posible que esta brillante operación pueda haber
ahorrado al Estado unos 7.000 millones de dólares en los años siguientes.
Sin duda, este ahorro por parte del Estado
ecuatoriano permitió que el gobierno del presidente Correa incrementase la
dotación presupuestaria destinada a programas sociales dirigidos a los sectores
más vulnerables. Es un hecho que la declaración de deuda ilegítima de un tercio
de la deuda externa del Ecuador, permitió a los sectores más empobrecidos
mejorar sus condiciones de vida, aunque la calidad de los servicios públicos
siga dejando mucho que desear.
Lamentablemente en los últimos años el
gobierno correísta desandó el camino recorrido. El país en la actualidad vive
una agresiva política de endeudamiento externo, condición que posiblemente
exija al gobierno modificar nuevamente la Constitución, pues estamos ya en una
deuda cercana al 40% del PIB, equivalente al techo máximo de endeudamiento que
se contempla en nuestro texto constitucional.
Uno de sus libros sobre el proceso
ecuatoriano, la denominada "Revolución Ciudadana", tiene el elocuente
nombre de Restauración Conservadora del Correismo. ¿Puedes
detallarnos al respecto y cómo eso se refleja en las prácticas más recientes
del gobierno de Correa?
El libro es un esfuerzo compartido con
múltiples académicos y militantes sociales ecuatorianos, de los cuales yo soy
apenas uno más. En él se detalla como el régimen ha ido evolucionando muy
rápidamente a posiciones conservadoras en prácticamente todos sus ejes de
intervención.
La política pública de
salud sexual ha sido puesta en manos de siniestros personajes vinculados al
Opus Dei y el aborto esta penalizado con cárcel incluso en caso de violación;
la política económica y productiva está en manos de funcionarios públicos carentes
de ideología política y lobbistas al servicio del capital
emergente ecuatoriano; el gobierno esta aprobando un Tratado de
Libre Comercio con la UE y es de esperar que firme otros con distintos países
en el futuro inmediato; la mitad de las reservas de oro nacional se pusieron el
año pasado en manos de uno de los mayores piratas de Wall Street, el grupo de
banca de inversión Goldman Sachs, uno de los responsables impunes del colapso
de la burbuja inmobiliaria del 2008 en EEUU; la economía nacional ha vuelto a
ser monitoreada por el FMI y ante el agotamiento de su capacidad de
endeudamiento en fuentes alternativas, es fácil suponer que en breve vuelva a
ser receptor de sus créditos bajo las condiciones históricamente impuestas por
las instituciones de Bretton Woods; varios líderes sociales, por oponerse a las
políticas extractivas, tienen expedientes abiertos por sabotaje y terrorismo en
un país donde el terrorismo no existe; y, la política fiscal exonera mediante
diversos mecanismos a los grandes capitales.
En resumen, lo que queda de los sectores
progresistas al interior del gobierno tienen un rol meramente testimonial,
sirven tan solo como fachada legitimadora de un discurso pretendidamente
revolucionario, pero las prácticas políticas emanadas desde el Ejecutivo y el
Legislativo –controlado mayoritariamente por el partido de gobierno- son
claramente reaccionarias.
Recientemente vimos importantes
movilizaciones de resistencia a algunas políticas públicas del gobierno con el
protagonismo de los movimientos sociales, especialmente el indígena, con
importantes protesta en las calles. ¿Qué opinión le merece esta confrontación?
El idílio inicial existente entre el
gobierno de Rafael Correa y los movimentos sociales independientes quebró a
partir del segundo año de gestión. La aprobación de la actual Ley de Minería y
la negación por parte del gobierno a desarrollar una reforma agraria en un país
que ostenta uno de los más altos índices de América Latina respecto a
concentración de tierra fueron los primeros detonantes. A partir de entonces y
sorprendentemente, el presidente Correa ha manifestado en múltiples alocuciones
públicas que el mayor enemigo del proceso autodenominado revolución ciudadana
son las organizaciones ambientalistas, los sectores izquierdistas y el
movimento indígena.
Desde entonces, las movilizaciones contra
las políticas gubernamentales auspiciadas por la izquierda social y política
independiente del gobierno han ido en aumento. Las movilizaciones masivas de
estos últimos meses no son más que la continuidad y profundización de este
desencuentro político.
¿Pero como es qué se dio una
reacción represiva por parte de un gobierno que internacionalmente aparece como
bastante vinculado a estos grupos?
La imagen exterior del presidente Rafael
Correa es el fruto de una construcción mediática estratégicamente planificada
desde el gobierno a través de la colaboración de reconocidos profesionales
internacionales del marketing político contratados para tal fin. Al mismo
tiempo que se construía este estereotipo de líder nacionalista y revolucionario
enfrentado a los grandes poderes del capital mundial, al interior del país se
ha desarrollado un modelo de Estado coercitivo y de control.
La represión ejercida sobre los sectores
populares movilizados al interior del país en el levantamiento nacional del
pasado 13 de agosto, donde fueron detenidos un centenar de personas –gran parte
de ellas con procesos judiciales abiertos-, no es más que la plasmación
práctica de un tipo de política que tiene serias dificultades para aceptar el
pensamiento crítico y la disidencia.
Es curioso observar como el gobierno no ha
desarrollado ningún tipo de acción represiva sobre las movilizaciones
callejeras organizadas por la derecha política a medidos del presente año como
oposición a la Ley de Herencias y de Plusvalías –proyectos legislativos que
pretendían gravar la transmisión patrimonial de grandes fortunas y la
especulación inmobiliaria, los cuales fueron inmediatamente archivados por el
Ejecutivo-. Sin embargo, lo que le inquieta al gobierno son las movilizaciones
auspiciadas desde sectores de la izquierda, sobre las que si ha ejercido
represión a través de los cuerpos de seguridad del Estado.
Para entender esta contradicción, hay que
entender que son las movilizaciones desarrolladas desde los sectores populares
las que ponen en cuestión la estrategia populista del presidente Correa de
reivindicarse como la voz del pueblo.
Aquí en Brasil, tenemos un
momento de extremo recrudecimiento de la represión a los pueblos indígenas en
varias regiones, tal vez porque hasta la fecha nuestros pueblos originarios no
han adquirido la misma influencia política que poseen estos actores en otros
países. En Ecuador, cual es el nivel de fuerza política de estos pueblos y su
relación con los gobiernos?
El movimiento indígena a través de su
organización mas importante, la Confederación Nacional Indígena del Ecuador
(CONAIE), ha protagonizado la política reivindicativa nacional desde los años
noventa hasta hoy. Han sido los errores de sus propios dirigentes los que han
ido paulatinamente debilitando dicha organización, la cual en la actualidad -a
pesar de su crisis interna y falta de cohesión- sigue siendo el movimiento
social más importante del país.
Las principales reivindicaciones
históricas de la CONAIE y del movimiento indígena en general siguen vigentes y
no han sido atendidas por el actual gobierno. El presidente Correa se negó a
emprender la reforma agraria y la declaración constitucional de que el Ecuador
es un Estado Plurinacional no es más que pura retórica.
La fuerza política del movimiento indígena
es visible en los territorios donde los indígenas tienen un peso social
importante, determinadas provincias de la Sierra Central y el conjunto de la
Amazonía. Esto se plasma en la representación político institucional del
Pachakutik (partido político surgido en el año 1995 que busca representar los
intereses de los pueblos indígenas y que a la postre fue utilizado por muchos
oportunistas políticos hoy en el partido de gobierno) en los gobiernos locales
de estos territorios.
Sin embargo, es una realidad evidente que
a pesar de que el modelo organizativo de la CONAIE -con organizaciones internas
de distinto nível- es ejemplar, existe en la actualidad un cortocircuito entre
sus bases y la dirigencia.
En todo caso me atrevo a decir que, en un
país donde la población que se autodefine como indígena es tan solo del 7%
cuando la realidad es mucho mayor, se debería repensar la pertinencia de que el
movimiento indígena siga siendo el eje a través se articulen satelitalmente el
resto de movimientos sociales contestarios.
¿La derecha ha influenciado
sobre el actual escenario de lucha política? ¿Cómo se ha organizado ese
espectro político en Ecuador?
El escenario político ecuatoriano en este
momento es tremendamente complejo y se estructura a través de diferentes
intereses y estrategias transversales y en muchos casos enfrentadas.
Por un lado, la movilización en las calles
ha sido mantenida y sostenida durante todos estos años por la izquierda social
y política disidente del correísmo. Esta situación cambió a mediados del
presente año, cuando la derecha protagonizó también importantes movilizaciones
de calle encabezadas por sectores medios acomodados y parte del sector
empresarial en contra de las propuestas de ley auspiciadas por el gobierno en
el ámbito de las Herencias y las Plusvalías Patrimoniales.
En la actualidad estos sectores
conservadores se están incorporando a las movilizaciones auspiciadas por los
sectores populares, los cuales a pesar de que intentan distanciarse de los
intereses de la burguesía, no pueden evitar su presencia en las manifestaciones
que se realizan en las calles. En realidad, son los sectores más conservadores
son quienes controlan al aparato mediático privado nacional, lo que les permite
jugar a la estrategia de capitalizar el desgaste político que sufre el gobierno
nacional en estos momentos.
A la espera de que la situación económica
nacional se deteriore aún más, como es previsible, buscan unificarse bajo una
solo propuesta electoral y que tengas posibilidades de derrotar al correísmo
electoral febrero del 2017, fecha de los próximos comicios presidenciales. Que
tengan capacidad de unificarse y que la tendencia de voto les beneficie son dos
cosas que aún están verse.
En paralelo, y como ya indicaba con anterioridad,
son los sectores organizados de la izquierda social y política quienes
protagonizan las convocatorias de movilización en las calles, si bien esto no
se plasma en intención de voto por parte de la ciudadanía. El correísmo se
encargó, durante estos casi nueve años de gobierno, de debilitar enormemente a
las organizaciones políticas de la izquierda, las cuales con mediocres
liderazgos políticos tampoco son capaces de ofrecer un programa de gobierno
alternativo, sólido y convincente a la sociedad ecuatoriana.
Por último, en lo que se refiere al
oficialismo, cabe destacar que el presidente Correa pretende aprobar en breve
una ley que le permita presentarse a la reelección presidencial de manera
indefinida. Sin embargo, en función de que se agudice la crisis económica lo
más seguro es que deje un delfín político posicionado a la candidatura
presidencial del 2017 –se habla de Lenin Moreno, su ex vicepresidente durante
la legislatura anterior- con el fin de volver a candidatizarse en el 2021,
articulando una estrategia similar a la del lulismo en Brasil y buscando no
deteriorar más su imagen en la actual coyuntura económica de crisis exponencial
que vive el país.
¿Qué otros grupos y colectivos
sociales se han destacado en este escenario?
Los movimientos sociales ecuatorianos
tienen la necesidad de reinventarse durante este período. No creo que las
izquierdas tengan ninguna chance electoral en el 2017, lo que supondrá
seguramente una fuerte crisis entre sus actuales dirigencias. Pienso que según
se agrave la crisis económica, habrá mejores condiciones para el surgimiento de
nuevos movimientos sociales de perfil urbano juveniles y con características de
indignación similares a lo que vimos en Brasil en junio del 2013.
Mas allá de esto, quienes en la actualidad
ostentan el peso de la movilización social en Ecuador es el movimiento
indígena, específicamente la CONAIE, con quienes todos los sectores de la
izquierda social debemos ser solidarios, dado que sobre ellos recae gran parte
de la criminalización social auspiciada desde el poder político del Estado en
estos momentos.
A pesar de todo lo que hemos hablado,
¿crees que se puede decir que existe aún bastante solidez en la relación
existente entre Correa y la población trabajadora?
El gobierno correísta implementó las
mismas lógicas políticas clientelares que con anterioridad habían desarrollado
otros gobiernos neoliberales en el país. A través de prebendas políticas y
puestos públicos compran dirigencias de organizaciones populares e intentan
dividir a los movimientos sociales en resistencia.
La solidez de este tipo de relaciones en
el gobierno actual se mantuvo mientras se mantuvo la bonanza económica. Ahora
estamos en un período de crisis donde posiblemente el país cierre el año con un
crecimiento negativo y nada apunta a que el 2016 sea un año de recuperación
económica. En ese contexto, hay que entender que Alianza PAIS -el partido de
gobierno- es un partido político construído desde el poder. Sus líderes
territoriales en la mayoría de los casos son caciques locales reciclados de la
vieja partidocracia existente en el período neoliberal. Es por ello que ni hay
originalidad en las políticas públicas desarrolladas por el correísmo en las
instituciones locales ni el modelo de relación clientelar con las
organizaciones sociales o la sociedad en general ha sufrido transformaciones
radicales respecto a lo que ya históricamente se vino desarrollando en el país.
En función de que el gobierno se vaya
debilitando en la actual coyuntura política nacional se debilitaran esos lazos
clientelares y gran parte de los funcionarios públicos con nombramientos
políticos se reacomodaran a la larga en las listas que consideren con mayores
posibilidades de ganar las próximas elecciones. Tal cual lo hicieron en las
listas correistas con anterioridad. Son un establishment carente de ideología
que buscará mantener sus privilegios de casta mande quien mande a partir del
2017 en este país.
¿Qué valoración general haces tú de la
"Revolución Ciudadana"?
Pienso que este proceso mal llamado
“Revolución Ciudadana”, aquí con las y los ciudadanos se ha contado muy poco a
la hora de tomar decisiones, ha servido para implementar una
tardo-modernización capitalista en el Ecuador. Para ello se han generado una
suerte de alianzas público-privadas con sectores emergentes del capital
ecuatoriano, lo que implica a su vez la superación del poder económico que
ostentaban anteriormente los grandes hacendados del agrobusiness hacía nuevos
tipos de negocios más tecnificados y con miras a la economía de consumo
nacional.
Para esta nueva burguesia nacida tras la
crisis bancaria del 1999 y 2000 que pugnaba por el control político del país
frente a los viejos terratenientes del banano y las flores, el correísmo tuvo
sentido político, pues bajo consignas y banderas construídas durante la
resistencia al neoliberalismo se implementó una serie de políticas de perfil
desarrollista que eran necesarias para insertar al país en el marco del actual
sistema-mundo capitalistamente globalizado.
Terminado el período de bonanza económica,
estos sectores le plantean una clara disyuntiva al actual gobierno: o readecúa
su actual política social, eliminando subsidios, recortando el tamaño del
Estado e instaurando una política de privatizaciones sobre activos actualmente
en manos de lo público; o le hacen la guerra y el gobierno se va. Todo aparece
indicar que el actual gobierno, al igual que tantos otros en América Latina, ha
optado por la primera de las opciones planteadas por estos nuevos sectores del
capital emergente.
¿Consideras que estamos ante un escenario
parecido al de otros países latinos? ¿En este sentido, como analizas el momento
actual de estos gobiernos, en especial los definidos ya desde hace algunos años
como "progresistas"?
Como ya dije antes, considero que los
países llamados progresistas han entrado en una fase de redefinición de sus
políticas sociales. Hago referencia a las sociales, porque es a través de ellas
como marcaron la diferencia respecto a gobiernos anteriores. Estos gobiernos,
con excepción del gobierno bolivariano de Venezuela nunca plantearon políticas
que buscasen la superación del capitalismo. Cristina Fernández de Kirchner
habló de volver al “capitalismo serio”, Correa habló del “capitalismo social”,
y el mismo vicepresidente boliviano García Linera ha reconocido que la
diferencia de estos gobiernos respecto a otros se limita tan solo a una debate
sobre a donde va el excedente.
En resumen, nunca se pretendió construir
un modelo de sociedad y producción alternativo, a pesar de que todos estos
gobiernos contaron en su momento con un apoyo popular que les hubiese
legitimado democráticamente como herramientas reales de transformación social.
Fruto de todo esto, asistimos en la actualidad
como la iniciativa del ALBA se debilita al mismo tiempo que se debilita el
gobierno bolivariano en Venezuela; vemos como en Brasil, el gigante regional y
país donde se decide el futuro de la región, el poder de sus transnacionales
llenó de podredumbre a toda la esfera política del Partido de los Trabajadores;
posiblemente asistamos el año que viene a la firma de un Tratado de Libre
Comercio entre Mercosur y la Unión Europea; o como el UNASUR pasó a ser
funcional a las necesidades del capital, por ejemplo a través de la Iniciativa
IIRSA entre otras tantas cuestiones. Incluso geopolíticamente, vemos en la
actualidad como la Alianza del Pacífico, una iniciativa orientada al mercado
capitalista, ha tomado la iniciativa frente a otros proyectos supranacionales
en la región.
El período de bonanza económica en América
Latina permitió que 6,5 millones de personas por año saliera de la pobreza. Sin
embargo, todos los gobierno latinoamericanos, sean del color que sean, están
planteando salidas a la crisis desde posiciones tremendamente conservadoras. En
este momento se articulan acuerdos en diversos países que buscan exoneran a las
empresas de obligaciones tributarias mientras se congela la capacidad
adquisitiva de los trabajadores.
En fin, el nuevo período de luchas por
parte de los movimientos sociales en América Latina conllevará no solo la
resistencia frente al modelo de extractivista y por la defensa de los derechos
colectivos de nuestros pueblos, sino también por la defensa de los mejoras
sociales adquiridas por los sectores históricamente marginados en
nuestras correspondientes sociedades durante este período. Quienes deben
financiar el período de crisis deben ser los que más ganaron durante el período
de vacas gordas, es decir: sojeros, empresas de telecomunicaciones,
agrobusiness en general, capitales emergentes de variado y nuevas élites
burguesas afines a estos regímenes políticos.
¿Ante la coyuntura económica
internacional, que prevés para los próximos años en nuestros países?
Es fácil prever que la socialdemocracia
latinoamericana cada vez se irá pareciendo más a las socialdemocracias
liberales europeas. Esta realidad implica la necesidad de generar nuevas
alternativas sociopolíticas que si sean capaces de transformarse en motores de
cambios en nuestra región. Esto conlleva dos vertientes, la conformación de
iniciativas políticas diferenciadas a esto que se ha llamado progresismo
latinoamericano y sobre todo, una rearticulación de nuevos movimientos
sociales, donde personalmente pienso que lo urbano y la incidência de lo
juvenil tendrá más peso que lo campesino, indígena y rural.
Finalmente, ¿hacia donde va la
"Revolución Ciudadana"?
La “Revolución Ciudadana” es una
construcción propagandística al servicio de un líder carismático, es decir, del
presidente Rafael Correa. Si te das cuenta, incluso las iniciales RC son
coincidentes. Esto quiere decir que la “Revolución Ciudadana” carece de
programa o proyecto, es tan solo una plataforma concebida para el
posicionamiento de su líder, una lógica por cierto muy neopopulista. La
mediocridad de la intelectualidad al servicio del régimen, ha permitido la
construcción de imaginarios socialistas que poco o nada tienen que ver con la
realidad nacional y la hoja de ruta realmente propuesta para el futuro del
país.
Pero más allá de elocuentes discursos y
páginas de libros financiadas con erario público y generadas por los
mercenarios del poder, la realidad suele ser muy cruda: la “Revolución
Ciudadana” no es más que camuflar bajo un discurso nuevo, la reproducción de
elementos ya muy viejos, como son el caudillismo, el paternalismo, las
estructuras sociales jerárquicas y la subordinación del pueblo al poder
político de turno.
Pero los gobernantes son transitorios,
unos duran y más otros menos, todos tienen su momento de esplendor pero en
algún momento todos se van o son derrocados. El día que Correa no este, esto
que se ha venido en llamar propagandísticamente “Revolución Ciudadana” dejará
de existir.
Donde no existe pensamiento crítico y
construcción de organizaciones sociales autónomas al poder, lo único que se
genera es dependencia y cercionamiento de la capacidad creativa de nuestros
pueblos. Más allá de cemento y hormigón, esa es la principal herencia que
dejará la llamada “Revolución Ciudadana” en el Ecuador.
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