TESIS 11

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martes, 20 de octubre de 2015

OPINIÓN. SOBRE EL AGOTAMIENTO DEL PROGRESISMO: EL CASO DE ECUADOR. Por Pablo Ospina Peralta, Mónica Mancero, Cristina Burneo Salazar, Juan Cuvi.



SOBRE EL AGOTAMIENTO DEL PROGRESISMO: EL CASO DE ECUADOR


Por Pablo Ospina Peralta, Mónica Mancero, Cristina Burneo Salazar, Juan Cuvi
17-10-2015





      Decía Séneca que la sabiduría es la única posesión que no disminuye sino que crece cuanto más se la usa. La demagogia opera precisamente a la inversa: se deteriora mientras más se la usa. La respuesta de Guillaume Long a un artículo de Immanuel Wallerstein recientemente publicado ilustra el deterioro. De izquierda va quedando únicamente la publicidad. Más que un viraje a la derecha del régimen, como señala Wallerstein, asistimos a un destape.
     En su artículo , Wallerstein argumenta:
“Los entusiasmos colectivos iniciales pronto empezaron a desaparecer en múltiples frentes. Las clases medias no sólo se veían perturbadas por la rampante corrupción de los gobiernos de izquierda, sino también por las maneras cada vez más severas en que estos gobiernos trataban a las fuerzas de oposición” .
     Entre 2009 y 2013 se han abierto entre 300 y 400 juicios por delitos contra la seguridad del Estado. La mayoría son juicios por rebelión, sabotaje, terrorismo y una combinación de los tres. En un país como Ecuador, semejante criminalización sistemática de luchadores populares carece de precedentes. Luego del paro nacional y el levantamiento del 13 de agosto de 2015, cerca de doscientas personas fueron apresadas, casi todas ellas indígenas. Con las izquierdas, los sindicatos, los ecologistas y el movimiento indígena la política gubernamental no tiene ambigüedad alguna: destruir su capacidad de movilización. El gobierno ni siquiera ha sido capaz de crear la suya propia, por no hablar de una organización política digna del nombre. La débil tradición de organización social ecuatoriana no ha cambiado; al contrario, ha empeorado porque el gobierno hace lo posible por destruir lo que había en zonas indígenas y rurales ¿Qué herencia de organización social y fuerza popular quedará cuando Alianza País deje el gobierno? Su legado en este campo no califica como progresista, todo lo contrario, seguiremos constatando retrocesos sociales por largo tiempo, y vienen de las decisiones tomadas durante estos nueve años.
     Despejemos cualquier malentendido. Guillaume Long dice, como Alvaro García Linera, que la oposición de izquierdas se queja de que los gobiernos progresistas no han construido el socialismo en cinco minutos. En palabras del máximo líder, somos ultra izquierdistas, minorías, tirapiedras, malcriadas, infantiles. Pero nuestro reclamo es más modesto. ¿Es razonable, desde una postura progresista, no digamos de izquierda, deslegitimar la oposición a la adhesión ecuatoriana al Tratado de Libre Comercio con Europa que el gobierno firmó en 2014 y que espera la ratificación parlamentaria en 2015 como el reclamo de una izquierda troglodita y arcaica? El presidente Correa acaba de anunciar que la venta de gasolina a través de la empresa pública es nada más y nada menos que una “competencia desleal” para las comercializadoras privadas como la Shell o la Mobil. No criticamos la falta de socialismo, sino el regreso de los argumentos y políticas del capitalismo salvaje bajo la justificación insostenible de que son políticas de izquierda orientadas a la inversión social.
     El reclamo por la supresión del libre ingreso a las universidades públicas con un examen masivo y estandarizado que todos sabemos que excluye a pobres, indígenas y negros, tal como ocurre en todas partes del mundo donde se aplica, ¿califica como desvarío ultraizquierdista de tirapiedras profesionales? Asimismo, la prohibición presidencial del debate sobre la despenalización del aborto dejará afuera a miles de niñas y jóvenes, muchas de ellas víctimas de violencia sexual, sacrificando muchas veces sus proyectos de vida o su educación. ¿Es de “radicales” defender la erradicación de estas violencias? Estas parecen más bien mínimas demandas democráticas de liberales progresistas en cualquier país que quiera reducir las desigualdades.
     Ante la crisis, el gobierno ecuatoriano anunció las entregas de las carreteras a inversionistas privados. ¿Dónde está la política de derechas? ¿en denunciar la privatización o en defenderla cambiándole el nombre por “alianzas público–privadas”? Ni hablar del proyecto de la ley de alianzas público - privadas que ofrece exoneraciones tributarias insólitas incluso en tiempos neoliberales.
     Ahora resulta que las nuevas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y con Goldman Sachs, en otros tiempos denunciados por sus mismos defensores de hoy, son ejemplo de conversión cristiana e instituciones aliadas para apoyar el cambio radical de la matriz productiva. ¿Es prueba de radicalismo infantil dudar del compromiso ambiental y laboral de las empresas chinas en sus operaciones mineras y en la construcción de represas hidroeléctricas? ¿Se transfiguraron acaso en líderes en la defensa del agua, el trabajo digno, la vida y la Pachamama?
     ¿Es prueba de rechazo a la modernización y de pastoralismo vulgar e irracional, que exotiza la pobreza, oponerse porque en las ciudades del milenio, creadas para reducir la resistencia a la explotación minera o petrolera, en plena Amazonía, pobladas de indígenas quichua–napo, se incluya un reglamento de vida urbana donde se prohíben las costumbres bárbaras de criar pollos, vacas y cerdos o mantener cultivos cerca de las casas, ahumar pescado o carne y cocinar chicha de yuca? Es difícil imaginar un modelo de modernización más reaccionario, que desprecia el saber local, el modo de vida y las técnicas constructivas locales. ¿A esto llama Guillaume Long “no caer víctimas de la vieja infantilización occidental neocolonial del ‘buen salvaje’ y su rechazo a la modernidad”?
     No nos oponemos, faltaría más, a las demandas de la gente más pobre por educación, salud, seguridad social, trabajo. Long las llama “muy modernistas”. El problema de la “modernidad” gubernamental es que consideró necesario y legítimo tirar abajo la educación intercultural bilingüe por la que habían luchado por décadas las organizaciones indígenas; eliminar las escuelas comunitarias que podían brindar buena educación de pequeña escala en tantas zonas rurales que ahora se quedan sin nada. ¿Era necesario encomendar el plan nacional de salud reproductiva y de educación sexual a una conocida militante del Opus Dei que rechaza abiertamente lo que ella llama “las ideologías de género”, nombre con el cual el Vaticano condenó hace veinte años las luchas de las mujeres? ¿Es eso “moderno”?
     Ante estos hechos, todos los Guillaume Long balbucearán una lista de logros y avances. Podemos reconocer sin problemas varios de ellos. Infraestructura, hospitales, escuelas, carreteras; la relativa reducción de la pobreza y de la desigualdad de ingresos. El punto es que muchas de esas cosas ocurrieron también con gobiernos neoliberales como en Colombia o Perú. Lo central no es elaborar la lista de ventajas y desventajas y hacer las sumas y restas para decidir si el gobierno fue bueno o malo. Lo esencial es el proyecto político, económico y cultural. El correísmo se ha rendido ante el capital y su ideología modernizadora, y el buen vivir ha sido vaciado de contenido y usado para la conformidad. Y en eso, el agotamiento del progresismo ecuatoriano es análogo al agotamiento de la socialdemocracia europea: llegado un punto, adoptó el programa de sus rivales conservadores. Si algo vuelve reaccionario al correísmo es precisamente eso; igual que el nuevo laborismo de Tony Blair, en la cúspide de su claudicación nos grita “there is no alternative”.


Fuente:


lunes, 19 de octubre de 2015

LA GUARIDA DEL BÚHO: Elecciones de la FEUE: dos por dos es cinco... "QUE NOS GANEN TODO... MENOS LAS ELECCIONES".




ELECCIONES DE LA FEUE: DOS POR DOS 

ES CINCO

“Que nos ganen todo… menos las elecciones”.


Por Hugo Palacios (El Búho)






      Hacemos pública la sesión ordinaria con carácter de extra y doblemente ordinaria que la ex llamada Nueva Universidad y hoy denominada Actitud Central, realizaron hace algunos días con el fin de dar cumplimiento a no se sabe qué, pero algo han de cumplir.

     Orden del día

     1.- Himno Nacional del Ecuador coreado por todos los presentes de corazones actitudinales y manos calientes y cerebros a medio hervir.

     2.- Palabras del actual Presidente, el señor Carlitos M., quien en calidad de representante de Nueva Universidad que ya no hay, que ya se hizo humo, y que da una infinita vergüenza recordar, procede a explicarnos el pasado presente y futuro de la FEUE. Se defenderá de las acusaciones de agresor contra mujeres. Llevará fotos de familia, certificado de bautismo y primera comunión, así como testimonios de buena conducta de revolucionarios, seguidores nuevos y antiguos, Latin Kings en rehabilitación y fans de corazones ardientes y banderitas celestes y sueldos del buen vivir.

     3.- Intervención del excelentísimo representante del excelentísimo jefe de Carondelete. Durante 30 minutos disertará sobre las bondades de la Revolución, de la LOES y de lo alhajas, pacíficos y almas de teresa de Calcuta que son los FEUE actuales.

     4.- Intervención musical a cargo del legendarísimo grupo Pueblo Nuevo. Los asistentes deberán ponerse de pie mientras los artistas cantan; además, aplaudirán a rabiar, y levantarán el puño derecho mientras repiten: “Actitud central jamás será vencida”; no rima pero igual da lo mismo. Lueguito, cierran los ojos y gritan en coro: ¡Alertaaaaaaaa, aleeeertaaa!, alerta, alerta, alerta que camina, la navaja de… perdón… los vidrios de… no… Bueno, de que camina camina.

     5.- Palabras del representante de la Comisión Electoral. Su discurso será ilimitado, apelativo, inapelable. Discurrirá sobre lo imparciales que son las elecciones para Presidente de la FEUE. Explicará la forma en que se reunieron entre ellos para que no queden dudas de lo transparentes que son los cinco autoelegidos. Además, informará sobre los argumentos para nombrar a dedo  a los contadores y veedores del proceso. Debe especificar sobre los vacíos legales que ellos llenaron para que no queden dudas sobre el binario lleno-vacío, que en otras palabras significa: hay que tener actitud de lo vacío que son para llenar lo central que pueden llegar a ser. Finalmente, el representante hará votos para que los votos lleguen firmados por devotos.

     6.- Más palabras. Ahora de parte de algún voluntario con actitud lateral. El mismo procederá a despotricar en contra de los opositores, llamándolos violentos, tirapiedras y sufridores, como consta en el manual del perfecto repitefrases de la Revolución Ciudadana.

     7.- El secretario, también con actitud, ahora vertical, indicará que organizarán importantes eventos académicos en la Universidad, como fiestas y bailes con locutores profesionales en todas las facultades, para que los estudiantes sepan lo preocupados que están por su diario vivir. El secretario no lo dirá, pero para sus adentros pensará: “les damos fiesta y los votos llegan solos, total, los ingenuos de la Central,  escuchan baile y votan nomás por quien pone discomóvil. Los de Nueva Universidad lo sabemos, los actitud central lo refrendamos. Somos una especie de Alvarito Noboa pero con matrícula de estudiante”.

     8.- Himno a Quito

     9.- Himno a la Universidad

     10.- Himno a la revolución

     11.- Himno a la bandera

     La sesión se cierra con la canción “Patria tierra sagrada”. Los autoinvitados por ellos mismos se abrazarán y firmarán todo lo que su propio Consejo Electoral decida. Habrá bocadillos y bebidas a la salida, financiados por el buen vivir de Nueva Universidad y deleitados por el buen paladar de Actitud Central.

     12.- Baile en la Facultad de Administración.





viernes, 16 de octubre de 2015

OPINIÓN: 12 de Octubre: una herida abierta.



12 DE OCTUBRE: UNA HERIDA ABIERTA



Por Marcelo Colussi






"Hemos venido aquí a servir a Dios y al Rey, y también a hacernos ricos". Bernal Díaz del Castillo, Guatemala, siglo XVI

"¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. (…). Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado". Domingo Faustino Sarmiento. Argentina, Diario El Nacional del 25/11/1876

"Los pueblos indios además de nuestros problemas específicos tenemos problemas en común con otras clases y sectores populares tales como la pobreza, la marginación, la discriminación, la opresión y explotación, todo ello producto del dominio neocolonial del imperialismo y de las clases dominantes de cada país". Declaración de Quito, 1992



     Hace 523 años el grito proferido por Rodrigo de Triana la madrugada de un 12 de octubre desde su puesto de vigía en el palo mayor de la Pinta informando de la tierra avistada, cambiaría dramáticamente el curso de la historia. Sus repercusiones siguen estando presentes: son, sin más, el cimiento de nuestro mundo actual. Puede decirse sin temor a equivocarnos que el amanecer de ese día comenzó el verdadero proceso de globalización, completado hace unas décadas con la caída del campo socialista con su grito triunfal de “terminó la historia”, siendo al mismo tiempo el ocaso de las civilizaciones americanas originarias.
     Más de cinco siglos han pasado desde aquel entonces, y la deuda pendiente no parece llegar a su fin. En un sentido, esa deuda es impagable. ¿Por qué?
     El "descubrimiento" de América –eufemísticamente llamado "encuentro de dos mundos"– (lo que, más que encuentro, fue "encontronazo")–, o lo que con más precisión podemos llamar "el inicio del mundo moderno capitalista", es un hecho de una trascendencia sin par en la historia de la Humanidad: inaugura un escenario novedoso que sienta las bases para la universalización de la cultura del imperio dominante, ya a escala planetaria en aquel entonces, mucho más solidificado en la actualidad, cinco siglos después, con la entrada triunfal de las tecnologías de la comunicación e información que vuelven al planeta una verdadera aldea global. El imperio dominante del siglo XVI era el incipiente –pero ya avasallador– capitalismo europeo (representado en ese momento por la España imperial y la Gran Bretaña que se empezaba a industrializar). "Modo de vida occidental", podría llamarse ahora, o libre empresa, o economía de mercado. La llegada de los europeos a tierra americana y su posterior conquista fue la savia vital que alimentó la expansión del capitalismo.
     Estas circunstancias de la historia colocan ese encuentro de civilizaciones en la perspectiva de una relación absoluta y radicalmente desigual; en términos estrictos fue más que un "encuentro": fue el sojuzgamiento (sanguinario) de una sobre otra. Fue, en principio, una invasión militar, seguida luego de un avasallamiento cultural. Hubo vencedores y vencidos, sin lugar a dudas, por lo que la idea de "encuentro" es demasiado débil, ingenua en el mejor de los casos. ¡O hipócrita!
     El 12 de octubre marca la irrupción violenta de la avidez europea (capitalista) en el mundo, llevándose por delante –religión católica mediante– toda forma de resistencia que se le opusiera, y haciendo de su cultura la única válida y legítima, la presunta "civilización". Lo demás fue condenado al estatuto de barbarie. En tal sentido, entonces, lo que se produce en ese lejano 1492 es, con más exactitud, un encontronazo monumental, sangriento, despiadado. Por cierto, salen mejores parados del mismo los que detentaban la más desarrollada tecnología militar. Y para el caso, fueron los españoles. Al día de hoy, esa relación no ha cambiado en lo fundamental, y de la espada y la cruz pasamos a la dependencia tecnológica y a las impagables deudas externas de nuestros países.
     Han pasado 523 años desde aquel grito, y ningún habitante originario del continente americano se siente "descubierto". En realidad no hay nada que festejar el 12 de octubre, no hay "día de la raza" o "día de la hispanidad" que venga a cuento. Hay una historia forjada a sangre y fuego, sigue habiendo una herida abierta, y fundamentalmente hay una deuda no saldada. ¿Quién la va a pagar? ¿Es posible pagarla?
     Por otro lado: ¿qué "raza"? La historia la escriben los que ganan, por lo que ese encontronazo de civilizaciones fue contado por los vencedores –los españoles, para el caso, luego los anglosajones en relación a América del Norte– en la forma de "hazaña", de "gesta gloriosa". Los pueblos americanos no tienen la misma versión. No digamos la población negra de África, que más tarde fue transplantada al continente "descubierto" en calidad de mano de obra esclava. ¿Cuál es la proeza en todo ello? Si a alguien benefició todo esto, seguro que no fue ni a los africanos ni a los americanos.
     Pero hay algo bien importante: el triunfo de la conquista fue muy grande, y los latinoamericanos seguimos sufriendo hoy "complejo de inferioridad". No es infrecuente ver en cualquier ciudad latinoamericana, o incluso en sus regiones rurales, a algún ciudadano (hombre o mujer) de aspecto aindiado, moreno, en definitiva: no-blanco desde el punto de vista fenotípico, con el cabello teñido de rubio. En esta sufrida región del mundo, para ambientar un programa cultural radial o televisivo, en principio a cualquiera se le podría ocurrir usar música llamada "clásica" (música académica europea de los siglos XVII, XVIII o XIX) y no, seguramente, cumbia o ranchera. Y si se trata de organizar una cena de lujo muy probablemente cualquier habitante latinoamericano pensaría en ofrecer langosta, algún plato con un complicado nombre en francés –aunque no se sepa bien qué es–, lasagna quizá… pero seguro que no arepa, humita ni indio viejo. Y por supuesto, para ir "bien" vestido, un varón debe llevar saco y corbata y una mujer tacones altos con joyas y mucho perfume; sería de "mal gusto" presentarse en güipil o con chaqueta de colores típicos como el actual presidente de Bolivia, Evo Morales. Los palacios gubernamentales, aún rodeados de palmeras y bajo abrasadores soles tropicales, deben tener muchas columnas jónicas y dóricas con amplias escalinatas de mármol como los de los "hombres blancos" del norte, y la juventud "chic" canta en inglés. ¡¿Cómo habría de tararear una canción en guaraní o en mapuche?! Y en diciembre, ¡por supuesto!, los malls (también se puede decir shopping centers) se llenan de pinos plásticos y nieve artificial con un viejo barbudo vestido con trajes de piel (que nunca se sabe de qué se ríe…) y que viaja en trineo (¿trineo para la nieve en nuestros países?). Y si pensamos en pirámides fabulosas, pensamos en las de Egipto, olvidando que en Mesoamérica hay otras tan fantásticas como aquéllas (la más grande del mundo, por cierto, está en Guatemala: El Mirador). Dato marginal: la civilización maya llegó al concepto de número cero hace más de mil años, cuando en Europa se perseguían brujas por herejía. ¿Por qué lo latinoamericano no es "civilizado"? ¿Maldición de Malinche? Ah, por cierto: la "civilizada" Europa aún mantiene reyes. Sí, sí: monarcas, majestades, ¡parásitos que viven lujosamente sin trabajar! ¿Civilización?
     Mucho tiempo ha pasado desde la llegada de los europeos al "Nuevo Mundo"; la historia siguió su paso, y de aquel momento inaugural del capitalismo hoy tenemos un Norte desarrollado, opulento, y un Sur que se debate en la pobreza y la dependencia. Por cierto que mucho ha cambiado el mundo en estos más de cinco siglos. Que "la rueda de la historia haya avanzado" es una cuestión abierta que llama a la discusión; para las grandes civilizaciones como la inca, la azteca, la maya, no parece que este "descubrimiento" haya tenido grandes beneficios. Para el capitalismo europeo, fue toral: consistió en su acumulación originaria, su empuje inicial. Sin la conquista de América no podría haber habido capitalismo europeo.
     Hoy, 523 años después del grito que comenzaba a cambiar la historia, los pueblos americanos (hay quien los llama "precolombinos"… ¿Antes de Colón? ¿No suena ostentoso eso: antes de Colón no había historia?), no se han recuperado aún del trauma que significó la llegada "del hombre blanco"; de grandes civilizaciones, tan o más desarrollados que los europeos, pasaron a ser mano de obra casi esclava, destruyéndoseles buena parte de su rico acervo cultural, condenados a grupos subalternos. Las empleadas domésticas y los trabajos más mal pagados en cualquier punto de América no lo hacen los blancos.
     

     ¿Cómo limpiar esa afrenta histórica?

     La historia siguió su curso; la historia oficial, aquella que cuentan los ganadores, intentó borrar esas grandes culturas transformando a sus miembros en ciudadanos de países inventados en estos últimos siglos: los incas pasaron a ser peruanos, los mayas guatemaltecos, los aymarás bolivianos, los aztecas mexicanos, los guaraníes paraguayos, los mapuches chilenos, etc. Las tierras saqueadas en la conquista, los recursos robados y enviados a España –que terminaron enriqueciendo a la emergente industria europea–, los miles y miles de vidas de amerindios segadas, la humillación a que se sometió a los pueblos americanos, la postración histórica a la que se les condenó y de la que hoy, como Tercer Mundo, cuesta tanto remontar… ¿se puede resarcir? ¿Quién lo va a pagar? ¿Cómo? La entrega del Premio Nobel de la Paz a la dirigente maya-quiché Rigoberta Menchú el día del 500 aniversario del inicio de la conquista es un buen gesto, pero no basta.
     El 12 de octubre, más que día de festejo (¿qué festejar?) debería ser un día de vergüenza humana.
  


miércoles, 14 de octubre de 2015

OPINIÓN: LA UNIVERSIDAD, DISPOSITIVO DE SELECCIÓN: REFORMA A LA EDUCACIÓN SUPERIOR ECUATORIANA. Por Patricio Pilca.


LA UNIVERSIDAD, DISPOSITIVO DE SELECCIÓN:

REFORMA A LA EDUCACIÓN SUPERIOR ECUATORIANA


Por Patricio Pilca

 


 


Introducción

“Ante la opinión continuada de muchos no cabe negar la existencia de un conflicto y aun de varios. La Universidad ecuatoriana los tiene. Pero es indispensable reducirlos fríamente a sus características y magnitud reales. Para esto lo primero es el análisis, que ayude a purificar el clima de generalizaciones confusas, cuyas raíces son en mucho viscerales y no de razón”
Hernán Malo González


     La Universidad, dispositivo de selección: reforma a la educación superior ecuatoriana, describe y analiza la reforma del sistema de educación superior ecuatoriano posterior a las innovaciones realizadas por la Asamblea Nacional Constituyente en el año 2008; hecho que determinó la re-construcción del aparataje burocrático educativo. Así mismo, busca comprender la racionalización surgida a partir de esta reforma, que se planteó como objetivo principal dotar de calidad y eficacia a las instituciones de educación superior.
     Para esta nueva reforma se partió del siguiente supuesto: la educación superior ecuatoriana está en crisis permanente. En estas condiciones la propuesta fue re-configurar el sistema en su conjunto, ya que desde la década del sesenta la universidad (principal institución dentro del sistema de educación superior) ha sufrido múltiples tropezones que estancaron el devenir universitario, sobre todo, por el aspecto político, convertido en una piedra angular de disputas.
     En los actuales momentos, la educación superior, como nunca antes, mantiene su lógica excluyente, especialmente a los estudiantes ha colocado más obstáculos para ingresar al sistema de educación superior. Desde esta perspectiva, se vuelve sobre algunos aspectos centrales de la reforma: exclusión, desigualdad, movilidad social, política, ciencia, conocimiento, profesionalismo, políticas públicas, leyes, desarrollo, que se han convertido en ejes centrales en la discusión.


     1.-  Crisis


     Como se dijo antes, la crisis es el fundamento desde donde se parte para re-estructurar el sistema de educación superior. Por tanto, es importante mirar que tipo de crisis y en que magnitud afectaron el sistema de educación superior. A continuación se menciona un pequeño recorrido de la noción de crisis universitaria.
     A nivel latinoamericano, según Boaventura de Sousa (2007), se han desplegado tres tipos de crisis en la universidad: 1) hegemonía, 2) legitimidad y 3) institucional. Dentro de este acumulado de crisis la que más sobresale, y mayor impacto ha tenido, es la crisis institucional, es el elemento que mayores problemas posee, sobre todo, porque la autonomía científica y pedagógica se asientan en la dependencia financiera del Estado, lo que necesariamente le obliga a mantener cierta dependencia, llegando, incluso, a mirar otras fuentes de financiamiento por fuera del Estado, especialmente con la empresa privada. Esta financiarización de la universidad, sin lugar a dudas, acarreó su reestructuración institucional, obligando a repensar el campo universitario en su totalidad, pues estos nuevos actores universitarios pugnaban por establecer una hegemonía, no solo económica sino política.
     Para el caso ecuatoriano, hay autores que sostienen que la crisis de la universidad ecuatoriana es el resultado de una crisis gestada en los años sesenta y setenta. Autores como Santiago Basabe y Oswaldo Hurtado (expresidente del Ecuador) mantienen que: “(…) parecería que allí se encuentra el plus del posterior proceso de deslegitimación e ineficiencia del sistema universitario nacional” (Basabe, 2004:12). Ambos autores hacen referencia a las políticas desplegadas por la Segunda Reforma Universitaria, encabezada por Manuel Agustín Aguirre, cuyo eje central fue el libre ingreso. Para Hurtado y Basabe, este sería uno de los puntos problemáticos que fomentaron la crisis posterior, ya que la universidad no estaba preparada para la supresión del examen de ingreso (Hurtado, 1994) que tomaba cada universidad, pues esto significaba un mayor ingreso de estudiantes a la institución, lo cual implicaba tener una infraestructura adecuada, cosa que la universidad ecuatoriana carecía.
     Como consecuencia directa de esto se produjo un deterioro científico y académico, siendo las más afectadas las universidades públicas de Guayaquil y de Quito; lo que representó un grave problema, ya que más de la mitad de matrícula universitaria del Ecuador estaba sentada en estas dos universidades (Hurtado, 1994:19).
     Sin embargo, ¿Cómo pensar y entender la crisis? Al menos se avizoran tres formas interpretativas de mirar la crisis universitaria ecuatoriana[i]. La primera, sostiene que hubo una ruptura entre la formación universitaria y las necesidades de la sociedad, surgida en la separación de los vínculos políticos y sociales; la segunda, corresponde al ámbito político-partidista (sobre todo en las universidades públicas caracterizadas por la necesidad de una transformación social que mira en la universidad un eje catalizador de la revolución), y la tercera, se refiere al ámbito laboral. Estos serían los principales obstáculos de la crisis universitaria.
     A los tres tipos de crisis, habría que aumentar un eje transversal que atraviesa cada una de estas: la falta de desarrollo científico (Moreano, 1990) necesario para la mejora nacional y para romper la dependencia tecnológica, ya que esto deviene en una subordinación económica y política.
     Se podría manifestar que la devaluación de la educación, si bien fue en forma general, tuvo un impacto decidor en la educación superior, por tanto, la universidad perdió su horizonte de expectativas. Por un lado, le pedían responder a la creación de profesionales (que luego no lograba captarlos), tratando de acoplar la fuerza de trabajo a las nuevas necesidades del mercado; mientras por otro, se trataba de propiciar un mayor vínculo con la comunidad mediante un estrecho compromiso político. En esta ambigüedad ha discurrido la vida universitaria.
     En síntesis, la crisis no puede ser deducida de una sola causa, sino que debe ser vista con un caleidoscopio, que aun teniendo en la base una noción política-académica, implica más que esto, por ejemplo, lo laboral o la creación de tecnología. Se podría manifestar que si bien la política, ya sea a favor o en contra, fue la que articuló la crisis, hay distintas narrativas construidas alrededor de ésta, donde se conjugan varios elementos que tienen que ver con el conjunto de factores sociales.


     2.- Universidad como proyecto de la Revolución Ciudadana


     ¿Qué significa que la educación superior sea retomada por el Estado ecuatoriano?, o tal como dice Arturo Villavicencio “¿Hacia dónde va el proyecto Universitario de la Revolución Ciudadana?” Este debate indudablemente ha provocado múltiples reacciones, tanto a favor como en contra, al actual modelo educativo que, desde la nueva Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) (2010), se implementó.
     En la actualidad, hay que pensar la Universidad en un campo donde se aglutinan y condensan algunas esferas: conocimiento, poder, mercado, proyecto estatal, movilidad social, proyecto de vida, formación profesional; temas que se articulan y actúan de forma interrelacionada como un todo orgánico. Además, la universidad en la era globalizadora, donde los TICs van adquiriendo gran peso, se ha reconfigurado en su forma interna. Por su parte, desde los Estados, con una fuerte influencia del mercado, han convertido a la universidad en una pieza clave para el desarrollo del país.
     En este escenario, la apuesta desde el gobierno ecuatoriano fue implementar una serie de medidas que apoye la transformación de la educación superior, para desde ahí proponer cambios a la sociedad. Ahora bien, proponer un giro radical a la universidad ecuatoriana significó re-planificar la universidad. En última instancia, la idea de las actuales autoridades es “racionalizar” la educación superior. La pregunta es: ¿Qué tipo de racionalización?
     Generalmente, las reformas de un nuevo régimen deben “combatir” el caos organizativo que las precedió, se ha acostumbrado a descalificar el trabajo pasado para proyectar el “nuevo” porvenir, desconociendo la memoria histórica[ii]. Se olvida el pasado de las instituciones, proyectando un futuro promisorio donde parecería que todo empieza a construirse. Se tiende a desplazar la memoria que aglutina un sin número de batallas sociales y políticas para dar paso a la idea adanista[iii] de reinicio.
     En este afán, casi siempre se inician cambios políticos que reestructuran el aparato estatal y que devienen, en primera instancia, en cambios jurídico-legales y, posteriormente, en cambios burocráticos para reemplazar el proceso anterior. Estos cambios, que ayudan a combatir el viejo régimen, son mirados como indispensables a la hora de emprender una “nueva” etapa “pulcra”, libre de toda mancha histórico-política. Esto es lo que se ha hecho en el sistema de educación superior ecuatoriano, partir de procesos adanistas que deslegitiman cualquier procesos histórico-político.
     Para esto se desplegó un nuevo tipo de racionalidad burocrática desde el proyecto político actual. En otras palabras, se provoca un cambio en la política pública[iv] a partir de un programa político más amplio que orienta cualquier tipo de transformación, basado en lo técnico y desplazando la política de la esfera cognitiva. Lo primordial es una formación profesional- especializada, basada en la especificidad de cada área. Se piensa en una organización donde las normas estatales rijan la acción social, para de esta forma institucionalizar un “nuevo” orden social en base a una nueva racionalidad burocrática.
     Todo este despliegue político- administrativo, propio del posneoliberalismo, se da en aras de una reforma del aparato estatal para establecer cierto tipo de política pública[v]. Tal como sostuvo Fander Falconí (ex secretario de SENPLADES), son necesarias reformas administrativas que transformen la deficitaria empresa pública (SENPLADES, 2011). Era necesario avanzar en la calidad con un gran compromiso, pues el “Socialismo del Siglo XXI” tiende a implementar la eficacia y la calidad, pues permite a las/os ciudadanos acercarse a la noción de Buen Vivir.
     Las áreas primordiales del Estado, una de ellas la educación, fueron redefinidas y reestructuradas. Una de las que mayor atención demandaba era la educación superior, especialmente, por un olvido intencionado desde el Estado. Tal como sostiene Arturo Villavicencio, el Estado y la desidia de sus autoridades, habían conducido a la universidad a una situación de deterioro lamentable y pérdida de credibilidad (Villavicencio, 2014:02). Esta desidia fue más sobresaliente en la década del noventa, con la profundización de las políticas neoliberales, donde buena parte del problema educativo se dejó en manos del mercado, profundizando la desigualdad en la distribución de los recursos educativos (Goetschel, 2009).


     3.- La nueva “jaula de hierro”


     El discurso del gobierno sostenía: las universidades están “sumidas” en el caos y la política[vi], por tal motivo era necesario restituir el orden al interior de las universidades para de esta forma articular una reforma educativa que priorice lo técnico-académico en las instituciones universitarias.
     Existe la opinión generalizada que, una parte considerable de universidades públicas, se encontraba en un deterioro académico y con sobre-población estudiantil; atribuyendo como causa principal al dominio de fuerzas de izquierda. (Ecuador Debate, 2013). Era necesario cambiar la universidad para cambiar la sociedad, por ende, establecer un nuevo modelo de universidad y de educación superior a nivel nacional. Bajo la idea de crisis permanente el gobierno manifestó: “liberemos a la educación pública del secuestro al que ha estado sometida, de la mediocridad a la que ha estado condicionada, de esas mafias que la han dominado” (El Ciudadano, 2009).
     Este nuevo modelo, fruto de la Ley Orgánica de Educación Superior - LOES, posee sus bases fundamentales en la regulación y la evaluación, como garantes de la calidad y la eficacia educativa (ambos elementos propios de los modelos internacionales):“(…) [la educación superior] tiende al mejoramiento significativo de las estructuras académicas y jurídico administrativas de las instituciones de este nivel; pero, sobre todo, al incremento radical de la calidad de las carreras” (Ecuador Universitario, 2013).

 

     3.1. Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) y Modelo burocrático


     (..) Es importante determinar que esta última ley era  muy necesaria, ya que en el país había una ley de educación superior que no estaba actualizada, necesitábamos  una  ley  que  redimensione  la  educación  superior  (…) considero que esta ley si es un avance, primero respecto de la gratuidad, segundo  a  través  de  la  excelencia  académica  (de  las  becas)  y,  más  que nada,  ordenar y re-organizar a las universidades, eso creo que nunca se ha tenido y eso es positivo. En general la ley está beneficiando al proceso que está siguiendo el país. (Carlos Muñoz, 2014, entrevista).

     Más allá del ámbito jurídico (tomado de forma tangencial en esta investigación), el estudio de la LOES es importante porque permite mirar la intencionalidad plasmada en el modelo de educación superior; por un lado, la formación de sujetos y de subjetividades, y por otro, un enrumbamiento de las instituciones de educación superior, a partir del establecimiento de una fuerte burocracia estatal y nuevos mecanismos de planificación de la población universitaria.
     Desde este punto de vista, se recurre al análisis jurídico, pero no en una lectura jurídica; tal como sostiene Foucault, el dispositivo es un engranaje simple e indefinidamente reproducido por la ley, la prohibición y la censura. Bajo este argumento, más bien son importantes los supuestos que hacen posible la configuración de un determinado tipo de ley (que van más allá del ámbito jurídico), dispuesto en dos momentos: 1) mirar aquello que no es inmediatamente perceptible, ni tampoco consciente (Polo, 2012), y 2) analizar los ejes transversales que configuran, no solo la legislación sino todo el modelo educativo. “De manera que no se trata de decir cuáles son los contenidos de un texto, sino de rastrear la dimensión pragmática por los cuales esos textos fueron producidos (…)” (Polo, 2012:27), para desde ahí mirar los puntos ciegos y hacer visible el orden de presupuestos implícitos que sostienen la narrativa (Polo, 2012:96.). Es decir, analizar la reforma en su totalidad descubriendo lo no dicho.
     La importancia de apoyarse en estos dos momentos: 1) aquello que no es perceptible y 2) analizar los ejes transversales, es por una dualidad que facilita entender la configuración del nuevo modelo de educación. Por un lado, permite indagar los modos de articulación de esta ley con otras leyes, y su vinculación con el plan de gobierno. No es coincidencia o casualidad que una de las primeras leyes en ser redefinida, posterior a la constituyente del año 2008, fue la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) (2010)[vii], así como el Reglamento General (2010), y el Reglamento de Carrera y Escalafón del Profesor (2012); este cuerpo jurídico no había sido reformulado desde el año 2000, tras la constituyente de 1998. Y, por otro, mediante la LOES, la creación de un campo de conceptos y categorías que afianzan el discurso hegemónico. No es fortuito que la universidad vuelva a ser pensada después de casi cuarenta años.
     Para re-pensar la Universidad fue fundamental una redefinición político-administrativa que implemente un nuevo modelo de educación superior, uno que supere la “vieja institucionalidad”. Acogiendo las palabras de Weber, el gobierno, precedido por Rafael Correa, tiene como propósito conseguir:
     Precisión, velocidad, certidumbre, conocimiento de los archivos, continuidad, discreción, subordinación estricta, reducción de desacuerdos y de costos materiales y personales, son cualidades que, en la administración burocrática pura, y fundamentalmente en su forma monocrática, alcanzan su nivel óptimo (Weber, 2000:47).
     En palabras de Iván Carvajal se estaría propugnando una utopía tecnocrática, caracterizada por una hegemonía técnica-administrativa al interior de las instituciones de educación superior. Así, los cambios más sustanciales en las instituciones de educación superior se establecieron en tres áreas neurálgicas: evaluación-acreditación, escalafón docente y sistema de admisión. Todas estas concatenadas de forma superpuesta por la gratuidad con responsabilidad académica y la meritocracia individual.
     Uno de los “avances” más notorios se gestó en el sistema de admisión, donde se restableció: “el examen de ingreso, la obligación de disponer de plantas de profesores con títulos de maestrías y doctorado, el rediseño de carreras universitarias y una institucionalidad centrada en las decisiones del Estado” (Ecuador Debate, 2013:03). El examen y la evaluación-categorización son las tecnologías que hacen posible que la universidad trate de funcionar de forma casi perfecta, de arriba-abajo, pues son los mecanismos que seleccionan y clasifican a la población estudiantil.
     En esa medida, estos “adelantos” no “rompen” el proceso de selección social, por el contrario tiende a seleccionar y clasificar de forma técnica y efectiva a la población universitaria. En estas condiciones se enmarca la actual ley.
     Para llevar a cabo la ejecución de este cuerpo narrativo se ha debido crear una nueva institucionalidad (Ces, Ceaaces y se sustituye la SNESCYT), una que gire alrededor de la administración técnica (tal como lo plantea Weber respecto a cómo la racionalización se basa en el progreso técnico), para desde ahí racionalizar la educación superior, gestando un nuevo modelo que responda a las necesidades actuales de la sociedad, sobre todo, pensando en el cambio de la matriz productiva. El talento humano y el conocimiento, anclado en una administración eficiente, son los ejes que sustentan dicho cambio. “(…) superar el actual modelo de generación de riqueza: concentrador, excluyente y basado en recursos naturales, por un modelo democrático, incluyente y fundamentado en el conocimiento y la capacidades de las y los ecuatorianos” (SENPLADES, 2012:05); es decir, pasar de los bienes finitos a los bienes infinitos, del extractivismo a la generación de conocimiento reformulando el aparato burocrático, donde se vaya configurando un nuevo tipo de subjetividad.
     El gobierno nacional planteó (a) transformar el patrón de acumulación, pasar de una economía primario-exportadora a un modelo “que privilegie la producción diversificada, ecoeficiente y con mayor valor agregado, así como los servicios basados en la economía del conocimiento y la biodiversidad” (SENPLADES, 2012:11). En este objetivo el papel del sistema de educación superior es fundamental, ya que aporta, a través de la tecnología, una nueva forma de enfrentar el problema del patrón de acumulación.

 

     3.2. Condición interna del modelo


     El sistema de educación superior se encuentra en un proceso de reforma que tiene como rasgos más visibles el establecimiento de pautas de acreditación y evaluación de las universidades (Ecuador Debate, 2013).
     Como puede ser posible que haya más presupuesto, casi el doble, para el personal administrativo, [donde hay una] burocratización del diablo, que yo la conocí desde adentro con (…) respecto a los profesores (…). Cómo puede ser que las secretarias tengan unas oficinas lujosísimas y los profesores nada. ¿Cómo puede ser que suceda eso en una universidad? (Goetschel, 2014).

     Se podría manifestar que existen al menos seis elementos que son el corpus vital del nuevo modelo: 1) evaluación, acreditación y categorización a las instituciones del sistema de educación superior; 2) sistema de nivelación y admisión; 3) igualdad de oportunidades; 4) gratuidad de la educación superior; 5) calidad[viii] de la educación; 6) pertinencia a las expectativas y necesidades de la sociedad, a la planificación nacional, y las tendencias del mercado. Estos ejes fueron determinantes en la configuración de sentido e intencionalidad en la formación de sujetos e instituciones; es decir, que se fueron configurando unas prácticas de sujeción y control para constituir y moldear al sujeto y la institución. Se provocó un dominio institucional que está actualmente configurando las subjetividades que determinan un tipo de modelo basado tan solo en el profesionalismo-técnico.
     Ahora bien, en esencia cómo funcionan los ejes aquí planteados, pues aparentemente parecería que la ley mantiene cierta objetividad académica, donde la accesibilidad a las instituciones de educación superior está garantizada desde la misma ley. El capital cultural y simbólico de la Universidad estaría garantizado a toda la población sin discriminación alguna.
     Respecto a la evaluación, acreditación y categorización a las instituciones del sistema de educación superior lo novedoso del proceso actual es el traspaso del ente evaluador: se pasa de las universidades al Estado. El dominio racionalizador se sitúa en manos estatales, creando un nuevo panorama en el sistema de educación superior, rompiendo la autonomía universitaria, principio fundamental de toda universidad, por un ordenamiento administrativo desde arriba. Por otro lado, como cara complementaria de la evaluación, se empieza a categorizar (ubicar en el ranking) a las Universidades y Escuelas Politécnicas, creando una clasificación institucional que determina la vida de las Universidades y Escuelas Politécnicas.
     Esto se concatena directamente con el sistema de nivelación y admisión, dado que la evaluación ya no solo es para las instituciones educativas, sino también para los estudiantes que desean ingresar a la universidad. Para esto se recurre a la aplicación de un examen de ingreso que permite acceder, en principio, a las Universidades y Escuelas Politécnicas, pero luego se convierte en un requisito indispensable para acceder a cualquier institución del sistema de educación superior, incluso para ingresar a carreras policiales y militares. Se evalúa y selecciona a toda la población, administrando el sistema educativo en su totalidad, provocando una división entre los “más” y a los “menos” aptos, induciendo una clara discriminación.
     A esto hay que sumarle la igualdad de oportunidades, donde se garantiza a todos los estudiantes del sistema de educación superior las mismas posibilidades en el ingreso, permanencia y egreso, sin ningún tipo de discriminación; sin embargo, este principio fácilmente puede ser cuestionado, pues no todos los estudiantes parten de una misma base material e intelectual, por lo que constituye una igualdad formal que en la realidad no existe, pues la educación, al igual que la distribución económica, está repartida desigualmente.  Por ejemplo, las diferencias entre el campo y la ciudad o entre ricos y pobres, marcan diferencias que determinan el desenvolvimiento de la vida académica individual; por tanto, es ilusorio creer en una igualdad de oportunidades cuando el sistema capitalista es por sí desigual.
     En este contexto, la gratuidad con responsabilidad académica también es cuestionada, pues ésta existe solo en relación al compromiso, las actitudes y aptitudes individuales del estudiante, dejando de lado la responsabilidad estatal. Se alega a la auto-responsabilidad del estudiante y se desliga al Estado de sus compromisos[ix].
     Bajo esta panorámica, se plantea uno de los ejes más controversiales de la ley: la calidad educativa (quinto eje). Ésta se ha convertido en la figura racionalista por excelencia, aquella que justifica el accionar político en la educación. Lo racional debe ser de calidad, y más aún si se habla de educación. Sin embargo, ¿Cuáles son las características de la calidad? y ¿Cómo se concibe la calidad desde el Estado? La LOES en su artículo 93 la define como “la búsqueda constante y sistemática de la excelencia, la pertinencia, producción óptima, transmisión del conocimiento y desarrollo del pensamiento mediante la autocrítica, la crítica externa y el mejoramiento permanente” (LOES, 2010). Como vemos, la definición propuesta en la ley resulta bastante ambigua, y despierta más preguntas que las certezas que propicia. Definición poco apta para ser referida como núcleo central racionalizador, que sin embargo es utilizado como el elemento fuerte de la reforma.
     Se nota claramente la poca o casi nula importancia, en términos conceptuales y metodológicos, que se otorga al concepto de calidad, aun siendo éste uno de los núcleos fundamentales de la reforma.
     Aun así, con limitantes conceptuales y metodológicas, se pretende evaluar permanentemente la calidad[x], pues supone un seguimiento continuo que asegura la educación superior. Se rastrea, desde el CEAACES, algo que no tiene una claridad conceptual, pero no solo eso, los mismos entes evaluadores son inspeccionados desde el Estado, pues se establece un conjunto de “acciones que llevan a cabo las instituciones vinculadas con este sector, con el fin de garantizar la eficiente y eficaz gestión, aplicables a las carreras, programas académicos, a las instituciones de educación superior y también a los consejos u organismos evaluadores y acreditadores” (LOES, 2010).
     De manera paralela, la calidad educativa es evaluada a los estudiantes mediante la aplicación del Examen Nacional de Educación Superior (ENES). El objetivo fue que los estudiantes no abandonen las carreras por las que optan; garantizar que culminen los estudios que iniciaron en las respectivas carreras, para de esta forma reducir los altos niveles de deserción y cambio de carrera.
     La evaluación para garantizar la calidad estudiantil posee una doble vía: por un lado, se evalúa a los estudiantes que intentan ingresar al sistema de educación superior y, por el otro, se evalúa a aquellos estudiantes que ya están en la universidad, específicamente a los de los últimos años, para acreditar las carreras. En el 2012 empezaron a rendir un examen de ingreso a los estudiantes secundarios y, para el año 2014, se empezó a aplicar un examen a los alumnos de los últimos años de todas las carreras universitarias; el examen se convierte en un factor determinante en la evaluación universitaria. La dualidad entre evaluación y calidad, determina el funcionamiento de las instituciones de educación superior, de alguna manera se convierten en hermanos siameses adheridos con un solo propósito: el proyecto nacional anclado en la técnica.
     Finalmente, a partir de estos ejes el CEAACES analiza la pertinencia (eje siete) de las carreras universitarias, pues estas deben ser oportunas, no solo con las necesidades de la sociedad, sino también del mercado.
     Sin embargo, la calidad no es un argumento esgrimido solo desde la constitución ecuatoriana y las leyes que de ésta se desprenden, también hay lazos con los planes educativos internacionales; al menos se detecta un vínculo directo con el Proyecto Tuning[xi] y la Unesco.
     En el caso del proyecto Tuning, la calidad, como eje central, ha sido discutido desde 10 años atrás. El “proyecto busca iniciar un debate cuya meta es identificar e intercambiar información y mejorar la colaboración entre instituciones de educación superior, para el desarrollo de la calidad, efectividad y transparencia” (Tuning - América Latina, 2007:15). La metodología Tuning-América Latina tiene cuatro grandes líneas de trabajo: a) competencias (genéricas y específicas de las áreas temáticas), b) enfoques de enseñanza, aprendizaje y evaluación de estas competencias, c) créditos académicos, d) calidad de los programas. Manifestándose como uno de los cuatro puntales la calidad de los programas que son impartidos por este plan.
     En la caso de la Unesco, en su “Informe Regional de Monitoreo del Progreso hacia una Educación de Calidad para todos en América Latina y el Caribe”, publicado en el año 2012, se establece lo siguiente: “los sistemas de educación no solamente deben asegurar que los niños y jóvenes accedan a la escuela y culminen los ciclos correspondientes, sino también garantizar que desarrollen conocimientos y habilidades que les permitan construir significados y dar sentido a lo que aprenden”, en base a una educación de calidad. De esta forma la calidad de la educación se constituye en un núcleo central. Es más, existe un Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación, creada en 1994, para examinar la calidad.

 

     Conclusiones


     La educación superior, en la época posneoliberal –donde la fuerza del Estado es eminente–, es un fenómeno complejo de estudiar, más cuando se realizan reformas que reconfiguran la dinámica del campo educativo y no tienen relación directa con las condiciones sociales, políticas y culturales del país. En ese sentido, discutir la dinámica del sistema de educación superior ecuatoriano es ingresar a un laberinto que en la actualidad no termina de construirse; la misma burocracia estatal continua probando fórmulas que viabilicen el modelo. Más cuando, los parámetros de calidad, por ejemplo, son establecidos desde las instituciones internacionales, mostrando claramente el vínculo directo de la universidad ecuatoriana con los planes internacionales que enlazan a las Universidades y Escuelas Politécnicas con el mercado internacional de la educación superior. La calidad se ha convertido, por un lado, en el factor que administra el sistema de educación superior, y por otro, se vincula a la internacionalización de la educación superior (tercera reforma)[xii]. El ingreso al gran mercado de la educación superior tiene sus primeros reveses.
     Sin lugar a dudas, hay un ordenamiento de criterios a nivel internacional para la educación superior, va de Europa y EE.UU hacia América Latina. En nuestro continente hay 181 universidades que son parte del proyecto Tuning, con 18 centros nacionales[xiii], uno de ellos se encuentra en el Ecuador. Se podría decir que hay un afán “racionalizador”, desplegado desde los países centrales, que reproduce la vieja lógica dependentista.
     En suma, a modo de concluir, se podría manifestar que en la práctica, el actual gobierno consolida un proyecto internacional que se viene gestando desde hace algunas décadas atrás[xiv], es decir, ha sido un proceso de larga data que ha encontrado en la actualidad su punto de culminación. Es un proceso iniciado por Oswaldo Hurtado en la década del ochenta y que finaliza con el gobierno de la revolución ciudadana.
      Si bien era necesaria una reforma, eso nadie lo duda, hay que propugnar por una donde el Estado y sus instituciones de control no sean los actores centrales y determinantes, sino que más bien sean los gremios de docentes, estudiantes y cuerpo administrativo los actores fundamentales.


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NOTAS

[i] La división propuesta aquí responde a un tema metodológico, en la práctica existe una amalgama de las tres.

[ii] Paul Ricoeur mantiene al respecto una inquietante perplejidad “por el espectáculo que dan el exceso de memoria aquí, el exceso de olvido allá, por no hablar de la influencia de las conmemoraciones y de los abusos de memoria – y de olvido –.” (Ricoeur, 2003:13).

[iii] Luis Verdesoto, sociólogo, politólogo y catedrático en universidades de Ecuador, Bolivia y España, en una entrevista realizada por Plan V, a propósito de la reelección indefinida del presidente Rafael Correa, plantea que “(…) a los ecuatorianos nos gusta empezar todo de nuevo, comenzando por el gobierno que es un adanista (…) arrancando pedazos de la historia ecuatoriana” (Calderón, 2014).

[iv] No hay que olvidar, tal como sostiene Francesc Pedró e Irene Puig, que “una política educativa es el resultado de la actividad de una autoridad pública (investida de poder y legitimidad gubernamental) en el sector educativo” (Pedró, 1998:22-23).

[v] Entre el año 2013 hasta junio de 2014, la Asamblea Nacional, ha aprobado 18 leyes nuevas. Ver Asamblea Nacional.

[vi] Una crítica adicional, por parte de René Ramírez, fue sostener que los organismos de control: CONEA y CONESUP, estaban gobernados por los mismos rectores de las universidades, es decir, eran juez y parte en la regulación en el sistema de educación superior. Analía Minteguiaga (2010) sostiene que, tanto el CONEA como el CONESUP, fueron instituciones sobrepolitizadas que no permitían establecer consensos en torno a la regulación y la evaluación de la educación superior. Es decir, el exceso de política en estas instituciones obstaculizaba el trabajo de los entes evaluadores.

[vii] La Ley Orgánica de Educación Superior fue sustituida por dos ocasiones desde el regreso a la democracia en el año 79: en 1983 y en el año 2000.

[viii] Hay que tener en cuenta que la calidad es un paradigma educativo que se viene discutiendo desde los años noventa en el Ecuador, no es exclusivo de este gobierno abordar la educación en estos términos. En las años noventa las iniciativas políticas se centraron en acciones administrativas y pedagógicas (Arcos Cabrera C. , 2008). La calidad de la educación como preocupación política no estuvo presente sino hasta finales de los ochenta, pero desarticulada de las demás políticas internas del sector y centradas en capacitación de maestros y producción de textos (Arcos Cabrera C. y., 2008).

[ix] No hay que olvidar que la gratuidad solo es cubierta a estudiantes regulares que aprueben todas las materias/créditos, sin reprobar ninguno, y en los tiempos establecidos por la institución, caso contrario pierden todo tipo de beneficio. Difícil situación ya que en nuestro país, donde los estudiantes, especialmente, de las universidades públicas estudian y están vinculados con otras actividades, ya sea laborales, familiares, incluso académicas, ven ardua (no imposible) la tarea de mantener una responsabilidad sólo con la Universidad. Evidentemente, esto no es imposible pero requiere de otro tipo de discusiones que todavía no se las ha dado, como por ejemplo, un sistema de bienestar universitario eficiente y generalizado.

[x] La evaluación de la calidad “es el proceso para determinar las condiciones de la institución, carrera o programa académico, mediante la recopilación sistemática de datos cuantitativos y cualitativos que permitan emitir un juicio o diagnóstico, analizando sus componentes, funciones, procesos, afín de que sus resultados sirvan para reformar y mejorar el programa de estudios, carrera o institución” (LOES, 2010).

[xi] El Plan Alfa Tuning América Latina busca afianzar las estructuras educativas para intercambiar información entre las distintas instituciones de educación superior. Oswaldo Hurtado fue uno de los gestores para que las universidades ecuatorianas establezcan los primeros diálogos con el proyecto Tuning en el año 2004.

[xii] En este marco se puede y se debe entender las actuales pruebas PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) que son realizadas a los estudiantes de la secundaria, pues constituyen una parte dentro del plan de educación general que vincula al Ecuador al ranking de evaluaciones internacionales. El Ecuador ingreso a este programa internacional el 13 de febrero del 2014.

[xiii] Los 18 centros nacionales están ubicados en los siguientes países: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

[xiv] “En otras palabras Tuning-América Latina es un trabajo conjunto que busca y construye lenguajes y mecanismos para la comprensión recíproca de los sistemas de enseñanza superior, que faciliten los procesos de reconocimiento de carácter transnacional y transregional. Ha sido concebido como un espacio de reflexión de actores comprometidos con la educación superior, que a través de la búsqueda de consensos, contribuye para avanzar en el desarrollo de titulaciones fácilmente comparables y comprensibles, de forma articulada, en América Latina” (Tuning - América Latina, 2007:13).