El pueblo unido jamás será vencido
LA CANCIÓN TRAICIONADA
Por Xavier Silva Cárdenas[i]
4.
LA TRAICIÓN
Luego
de recordar el origen, los contenidos y las formas de difusión del tema,
abordemos, ahora, lo amargo.
En la
esencia del texto de la canción no encontramos divagaciones, por tanto, no da lugar
a apreciaciones superficiales o a la provocación de confusiones de carácter
ideológico, por ello, no existe una posibilidad mínima para generar
interpretaciones ambiguas; éste es otro factor que, junto al tipo de trama
entre letra y música, le hace alcanzar universalidad. De esa combinación
apasionada entre contenido y forma resulta una sacudida espiritual lúcida, conmovedora
e impresionante que incita a la ebullición de las emociones, y, por supuesto, a
la acción. El público identificado con el tema siente un baño de memoria, de
combates cotidianos, de verdad y de fuego.
Le agrade
o no a cualquier audiencia, El pueblo
unido jamás será vencido se levanta como producto cultural sobre los pilares
de una cosmovisión materialista y dialéctica. Es así que, con todos los
entuertos y desaciertos que pudo vivir el P.C.CH. (léase uno de los actores políticos más
importantes de la época, y al que debía su accionar Quilapayún), quien, por
principios, formó parte del colectivo propulsor de la táctica y de la
estrategia socialista de esos años, jamás habría permitido la desviación de sus
postulados básicos expuestos en un producto cultural de carácter insurreccional
que podía llegar a ser manipulable de no contar con una estructura precisa. El
contexto social y la filosofía que motivan la creación a la que nos referimos
son únicos y claros; ellos, sin dudas, encarnan en el conjunto de la obra. Es más,
una de sus características más notables es la de no estar viciada de
sectarismo; la canción es, en definitiva, total e incluyente. Por eso la sienten el pueblo y todas las
vertientes de la izquierda política.
Por
sobre el P.C.CH., y aunque, dentro de la coyuntura local de aquel tiempo, hubieran
disputas, desacuerdos o rupturas formales con otros sectores o grupos políticos
de centro o de izquierda, El pueblo unido
jamás será vencido trascendería en el espacio y en el tiempo; siempre hablaría
de cualquier individu+ que sintiese la opresión o la exclusión; incluiría
también a aquell+s que, siendo explotad+s, no se reconociesen como tales; sólo
bastaría con integrar, consciente o inconscientemente, el gran grupo de l+s
desposeíd+s de los medios fundamentales de producción. Por eso, este tema
musical que contiene un claro posicionamiento de clase, pertenece a las clases
subalternas en su conjunto; habla y canta desde y por ellas. Esta
característica lo incluye entre lo más destacado de la cultura revolucionaria de
todos los tiempos, a un nivel cercano al que ocupa La Internacional (himno mundial revolucionario escrito en 1871 y
musicalizado en 1888). La única exclusión ejercida desde él pesa sobre quienes
viven de la explotación inmisericorde de seres humanos. ¡Y es que tampoco puede
ser de otra manera, cuando sabemos de sobra que la burguesía, sus monopolios y
sus protectores jamás estarán dispuestos a resolver con profundidad las
inequidades provocadas por ellos mismos!
De lo
mejor que puede acusarse a la canción es de destruir las ideas y las prácticas
individualistas y enajenadas para transformarlas en acción colectiva consciente
y liberadora del dominio y de la hegemonía burguesa. Por esto nos alerta, diciendo
lo menos, parte del artículo escrito por Eduardo Carrasco (director actual de
Quilapayún) con motivo de la celebración reciente de los 50 años del conjunto.
Desde el canto militante hasta la
revolución y las estrellas, desde la política contingente hasta la poesía
surrealista. Y toda esta evolución, que nunca ha renegado de lo hecho
anteriormente, sino que lo ha incluido en las nuevas posturas, ha sido seguida
y aprobada por miles de seguidores, que han comprendido que los cambios
experimentados por el grupo siempre han sido los necesarios, los que las nuevas
situaciones requerían, los que ellos mismos habían experimentado.
Desde un ‘Pueblo Unido’ que en un
comienzo excluía hasta a los demócratas cristianos, a un ‘Pueblo Unido’ que hoy
día no excluye a nadie, porque los principios democráticos prescriben que no se
trata de anular al adversario, sino de buscar con él lo que es común y lo que
por eso podrá asentarse como cimiento de una vida civilizada y armónica. Chile
será construido por todos sus ciudadanos, no por un sector de ellos. La
dictadura nos enseñó que no es por el camino de la violencia que se erige lo
permanente. Y ahora mismo es precisamente eso lo que buscamos al plantearse la
necesidad de una nueva Constitución.[ii] (El subrayado es de origen)
¿…toda esta evolución, que nunca ha renegado
de lo hecho anteriormente, sino que lo ha incluido en las nuevas posturas,…?
¿…un ‘Pueblo Unido’ que hoy día no excluye a nadie,…? ¿…los
principios democráticos prescriben que no se trata de anular al adversario,
sino de buscar con él lo que es común y lo que por eso podrá asentarse como
cimiento de una vida civilizada y armónica?
¿Chile
(o el nuevo mundo) será construido por
todos sus ciudadanos, no por un sector de ellos?... ¿Son comparables la
violencia depredadora e inhumana ejercida por el fascismo, con la estrategia defensiva
y ofensiva que las clases explotadas necesitan ejercer para la consecución de
sus reivindicaciones? ¿No sucumbió el Chile de Allende, entre otras causas, por
no contar con un plan estratégico de defensa militar-revolucionario para el
resguardo de su proyecto?...
…Las declaraciones de Eduardo Carrasco no logran más que
sorprendernos en el peor sentido que puede dársele al concepto de la palabra sorpresa, y nos invitan a ensayar una
conclusión acorde, es decir, cantinflesca: …Lo
que pensé y dije hace mucho tiempo fue así, pero en realidad no estuvo tan bien,
así que hoy yo prefiero que signifique otra cosa… ¿Cuál es el problema?:... ¡La
lucha de clases no existe!
¿A qué
acepción se adhiere, en este caso, la palabra ciudadanos? ¿A qué nuevas
posturas se refiere Eduardo Carrasco? Pues nada menos que a las que se adaptan
con comodidad a la supremacía de las economías de mercado para permanecer a la
cola de las socialdemocracias caritativas que permiten que emblemas como el que
tratamos, se instrumentalicen al servicio del actual gobierno ecuatoriano (y al
de cualquiera de los denominados progresistas)
que ha multiplicado sus rostros hasta quedar bien con todos y con nadie, más
con ciertas élites que con l+s de abajo, eso sí, con la aplicación de un
control político de tipo policiaco y una represión anti-popular nunca antes
vista, amparados bajo el paraguas desteñido de su palabrería seudo izquierdista.
(Vale recordar que, en lo que va de este gobierno, el 1º de Mayo pasado no ha
sido la única oportunidad en que los chilenos prestaron su música para el
sainete correista, y que, incluso, para esta fecha clave celebrada
recientemente, el grupo preparó una versión especial de la canción La Batea, complaciente hasta el empalagamiento,
adaptando su letra a la “prominencia” de la R.C.)
Por más que, mediante
su “discurso novedoso”, el señor Carrasco y Quilapayún intenten justificarse al
posicionar y defender una manera “renovada” que, en lugar de desdecir,
“complementa” y “evoluciona” su antiguo punto de vista para entender y cantar al
mundo, queda en evidencia la negación absoluta de lo más esencial de todo lo
pensado y hecho en sus primeros años, reflejando con ello un franco desencanto.
Y es esa la tendencia
de buena parte de ex militantes de organizaciones de izquierda, quienes abandonaron
el horizonte revolucionario, y ahora proclaman a todos los vientos la “necesidad”
de conformarse con la línea política de una “izquierda más actualizada”, lo que
da cuenta de una escasa comprensión de la proeza humana cruda y compleja que
entraña toda revolución; proeza que no se desarrolla limitada a la existencia
de una generación, sino al encadenamiento histórico de varias, y que, de manera
particular, implica la tenacidad, la coherencia ideológica y política que, en
medio de aquel proceso histórico monumental, muestran l+s individu+s a lo largo
de toda su vida.
Por
otro lado, no se trata de sugerir aquí una apología irresponsable de la
violencia, sino de exponer en el debate la realidad innegable de que los
caminos hacia las transformaciones sociales nunca estuvieron ni estarán pavimentados
ni rodeados por veredas con farolitos de colores. Tampoco ensalzamos el
membrete del mártir ni nos conformamos con las ausencias forzadas de Miguel
Hernández, de Alí Primera, de Víctor Jara o de Roque Dalton. No las aceptamos. Los
preferimos completando sus ciclos vitales. Esas no son muertes para enarbolar.
Son vacíos angustiosos, interminables. Pero también son peldaños humanos llameantes
hacia la continuación infinita. No queremos concebirlos de otro modo. Por eso ellos
habitan en cada uno de nuestros nuevos cantos.
Partiendo de todo lo
expuesto en las primeras líneas de esta reflexión, y muy a pesar nuestro, queda
así, destruido el puente de la coherencia entre el decir y el hacer artístico y
político del grupo musical en mención, latente sólo en lejanos tiempos; devienen
pues, el desmoronamiento y la ruptura final de todo lo que mencionáramos en la
introducción: de la canción totalizada como testimonio de vida; de la canción como
prueba de coherencia existencial, como síntesis de la conexión dialéctica entre
la filosofía y la política; deviene, en última instancia, la negación de sí
mismo, un estado muy cercano a la no existencia.
Junto a sus discursos librepensadores,
presentaciones multitudinarias cuasi irreverentes, consideraciones pacifistas y
tolerancias auto-consoladoras… casi nada queda ya de la conexión honda y real
con l+s empobrecid+s del mundo. Con seguridad, Quilapayún no estará conforme
con la sobrevivencia de la explotación humana, pero tampoco hace mucho en su
contra al colaborar, en el Ecuador, con una mentira de la envergadura de la declaración
de principios de Alianza PAIS.
Por su parte, El pueblo unido jamás será vencido se declara, por sí misma, como
otra de esas tantas obras que consiguen trascender a sus autores aunque
deambule por poblaciones, ciudadelas, palacios de gobierno, salones o estadios,
en boca de ellos mismos[iii], como una hermosa canción
traicionada.
5.
CONCLUSIONES NECESARIAS
El
escribir, el musicalizar y el cantar, tanto como el hablar, son acciones, son
hechos que causan efectos; de ahí lo errado (o, al menos, sospechoso) del decir por decir o del cantar por cantar. En consecuencia,
crear y difundir una canción se constituyen como realidades que aportan o no en
la construcción del ser, tanto de quien emite como de quien recibe las
palabras, los sonidos.
Existe
una relación insoslayable entre lo que pensamos, predicamos y actuamos; una comunión
vital entre teoría y práctica que da cuenta real de lo que somos. Sin esa
conexión básica entre el decir y el hacer, bien somos a medias o, simplemente,
no somos. Quien escribe para cantar, o quien interpreta las creaciones de
otr+s, también está convocad+ a inyectar en su vida diaria la sustancia de lo
que dicen sus canciones, si no, son sólo palabras lanzadas al viento. Hablamos de
vivir en concordancia con lo que se piensa y con lo que se profesa. Se trata,
pues, de coherencia elemental, de cantar practicando y de actuar cantando.
L+s trabajador+s e intérpretes de la música que no conducen a la práctica lo
que dicen en sus cantos caen en contradicciones profundas, terminan negándose a
sí mism+s, desembocan en una suerte de no existencia y de mercantilización de
lo producido. ¿Quién no recuerda a Michael Jackson implicado en acusaciones de
pedofilia habiendo cantado, algún día, contra la situación de hambre que
soportan los niños de África?
Ya no
sorprende, pero aún golpea, que valores como Quilapayún y otros de la Nueva
Canción Latinoamericana (así como una larga lista de conocid+s intelectuales
de… ¿izquierda?), adornen las tarimas del ala central de la política, alejados
de lo que, alguna vez, significaron en la realidad de ese pueblo que, unido,
jamás sería vencido. Aunque una traición es
una traición, no llamamos a incinerar
sus discos ni su memoria en una hoguera odiosa y ridícula. No. Sí convocamos,
en cambio, a seleccionar mejor lo que escuchamos y lo que cantamos, y a observar
de cerca a quienes canten en nombre del pueblo. Él guardará en sus mochilas lo
que le sea útil, lo que sienta, lo que ame; sabrá hacerse acompañar por quienes
le ofrezcan el pan de la transparencia.
A quienes continuamos en esta historia nos
queda, claro está, aprender de lo visto y de lo vivido; nos queda inflamar el
devenir constante; desarrollar nuestra conciencia de clase; volver al campo y a
los mercados; inundar las fábricas; encender las universidades, las plazas y
los barrios; hacernos de los saberes y de los decires populares; escribir y cantar
desde abajo para formar, formarnos y agitar entre nuestr+s herman+s el ideario
de la lucha y de la esperanza; nos queda persistir en la organización de l+s
nuev+s trabajador+s del arte, l+s que no se arrugan frente a la
necesidad de tomar partido, l+s que fusionan en sí lo más elemental y lo mejor
del trabajo en general con una herramienta en la mano derecha y con una guitarra
en la mano izquierda, l+s que desprecian a la egolatría y a los
individualismos, l+s que resuelven todo en colectivo bajo principios comunitarios
sin avergonzarse de ellos, l+s que aman a la Tierra y se aceptan, con humildad,
como su consecuencia. Siempre con la certeza de que requerimos obrar desde el
amor radical con el objetivo supremo de movilizar espíritus para protagonizar unid+s
la insurrección permanente con miras hacia la soñada revolución comunista.
Mientras
exista el sacrosanto derecho a la plusvalía de los pequeños y grandes potentados
nacionales y transnacionales; mientras existan los sueldos ofensivos de la burocracia
sanguijuela concentrada sólo en perpetuarse bajo los pantalones del aparato del
Estado terco y miope; mientras existan médic+s y hospitales que niegan la salud
al pueblo; mientras l+s niñ+s y l+s jóvenes se amamanten en las ubres del miedo, de las drogas y de la pornografía; mientras las mujeres sean vistas como
un simple divertimento; mientras la diversidad sexual sea criminalizada; mientras
el saber y las prácticas de los pueblos originarios se discriminen como cualquier
artefacto de segunda categoría; mientras la religión y la religiosidad humanas sean utilizadas
como herramientas en favor del sometimiento; mientras exista el predominio del
tener sobre el ser; mientras se mercantilice a la Tierra y a todo lo vivo; mientras
el gobierno ecuatoriano actual insista en subestimar a nuestra inteligencia;
mientras existan explotad+s en el Ecuador y en el mundo; mientras subsista el
capitalismo pudridor de cuerpos y de espíritus…
continuaremos necesitando cantor+s decidid+s, comprometid+s, insurrect+s;
continuaremos necesitando versos pulidos con el corazón y con la astucia de las
clases explotadas; continuaremos necesitando himnos en pro de la humanización
de la especie; continuaremos necesitando canciones, en alto grado: subversivas.
“…Que el canto tiene sentido cuando palpita en las venas
del que morirá cantando las verdades verdaderas…”
“…Canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva”.
Extractos de la canción Manifiesto, de Víctor Jara.
[i]
Actor teatral, poeta, narrador oral, obrero, trovador popular, promotor
de proyectos y eventos culturales.
[ii]
http://blogs.cooperativa.cl/opinion/cultura/20150429153209/los-50-anos-del-quilapayun/
[iii]
Exceptuando a Sergio Ortega (compositor
y pianista) y a Guillermo Oddó (integrante de Quilapayún), quienes fallecieron
sin participar en esta parte de la historia de la canción.
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