GASTÓN SOUBLETTE*, MAESTRO DE
GENERACIONES:
“ESTE PAÍS ESTÁ VACÍO
ESPIRITUALMENTE”
Entrevista de: Macarena
Gallo
Fotos: Alejandro
Olivares
(24-XII-2014)
Espiritualmente, ¿cómo ha visto a Chile?
- Muy mal. No ocuparía la palabra
espiritual, porque hay muy poco espíritu en este país. Alguna vez hubo espíritu
y eso se notaba en la tradición oral popular. Si reúnes cuentos, refranes,
adivinanzas, canto a lo poeta, sientes que hubo una cultura espiritual muy
profunda. Y se dio mucho más en el pueblo, sobre todo en el campesino, que en
la clase alta. Como soy muy antiguo, tengo 87 años, tuve la suerte de conocer a
algunos cuando era adolescente. El sabio popular anónimo es un héroe nacional
que merece un gran monumento.
¿Cómo era ese sabio?
- Ese
sabio estaba en todas partes. Normalmente era un pequeño propietario, a veces
inquilino, que había heredado de su bisabuelo algunas tierrecitas, que era muy
hábil en su actos, muy hombre, piadoso, sabio, sereno, buen jinete, de pocas
palabras, fuerte físicamente y respetado por sus hijos y la comunidad. Siempre
tuvo un hogar estable. Tenía una memoria prodigiosa y le cantaba a lo divino y
a lo humano. Este hombre tenía una enorme intuición, una corazonada de lo que
estaba pasando y calaba en la gente. Era un gran refranero y llegado el momento
decía el refrán que correspondía y la gente lo entendía. A ese hombre le
debemos la conservación de la tradición oral. Todo esto se lo debo a la
influencia de Violeta Parra y también de Nicanor, que fue el primero que me
recitó poesía popular. Lamentablemente, ese sabio popular se perdió.
¿Por qué se perdió?
- Comparémoslo con la clase alta. Esta
era, y sigue siendo, muy católica y prepotente. No digo que todos eran malos.
Entre ellos había gente muy piadosa, con muchas actitudes espirituales reales.
Por ejemplo, Teresa de los Andes, de origen aristocrático, nadie sabe por qué
nació con estas aptitudes espirituales, de ver a distancia, de calar el
pensamiento de los demás e incluso de elevarse en suelo, de entrar en trance a
través de la oración. La madre de Gabriel Valdés era así, la señora Blanca
Subercaseaux, con su voto de pobreza, andaba vestida como una campesina
cualquiera, no quería siquiera tocar el dinero y tenía una capacidad de oración
y meditación tremenda. Pero, claro, ese no era el sello de la clase alta, sino
que el autoritarismo político y social. La cultura de la clase alta chilena es
cosmopolita, con una tremenda influencia de Inglaterra, Francia y luego de
Estados Unidos, lo cual es fatal.
Esa concepción del mundo es esencialmente
utilitaria.
- Que no te invita para nada a la
espiritualidad. Esa cultura se fue adentrando cada vez más en el sector alto de
este país hasta provocar la dictadura. La dictadura le permitió a esa concepción
utilitaria adueñarse del país y crear una diferencia escandalosa de fortunas.
Chile está a la cola de la distribución del ingreso. Cómo puede haber fortunas
de 10 mil millones de dólares de los tres grandes grupos económicos. No hay
armonía en este país. Se ha creado una sociedad descontenta, neurótica. De
hecho, Santiago es la ciudad con más depresión en el mundo. Esto ha llevado a
una chatura, porque esa concepción utilitaria de la vida lo banaliza todo,
justamente para favorecer la mecánica de los intereses.
¿En qué ve reflejada esa banalidad?
- En el discurso político, sin ideas, pura
estrategia. La discusión sobre la educación se ha centrado solo en
procedimientos y no hay nada sobre el contenido, sobre cómo educar y sobre qué concepción
de hombre se quiere formar.
Es una educación vacía.
- Es una educación que se traduce en darle
herramientas al tipo para que se integre lo antes posible al sistema. Pero él
no es nadie, no tiene espiritualidad ni sabiduría. La sabiduría es un
conocimiento sobre el sentido de la vida y justamente lo que estamos viviendo
es una crisis de sentido. Se hacen cosas, pero no se sabe para qué.
Esta reforma educacional no está
pensada para educar personas.
- Ahí está la banalidad: el hombre no es
nada más que un consumidor. No se están formando ciudadanos. Estas medidas son
paliativas a las consecuencias nefastas de este modelo, pero no cambian la
base. Al poder no le interesa culturizar al pueblo. Y es deliberado. Una muy
buena educación produciría personas con buen discernimiento y, por tanto, con
buen sentido crítico y verían en qué estamos metidos como sociedad. Ahora la
expresión “servir al país” suena bien, pero no tiene ni un contenido, porque el
país son las empresas y al final estás sirviendo a los dueños, a los grupos
económicos. Es parte de la pobreza del discurso sobre la educación en Chile. Me
acuerdo cuando asumió el poder don Pedro Aguirre Cerda, quien acuñó una frase
muy notable: “Gobernar es educar”. Fue una época de oro de la educación
superior y secundaria en Chile. Hay que ver las figuras de ese tiempo y el
concepto de la educación que tenían, que se fue empobreciendo cada vez más por
la influencia de la sociedad tecnológica financiera norteamericana. Ahora
tenemos una atmósfera muy banal, muy baja, muy chata. No hay nada espiritual y
tampoco hay tiempo para preocuparse de eso, para formarte como persona, porque
llegas agotado a la casa. Trabajo de rutina tremendo, mal pagado, con
descontento, lo haces mal, a contrapelo porque sabes que está beneficiando a un
señor que está acumulando miles y miles de millones de dólares.
Lo que genera una sociedad llena de odio y
resentimiento.
- Pero creo que esto no puede durar mucho
tiempo. Ha salido un libro muy interesante “Cómo los ricos destruyen el
planeta”, de Hervé Kempf. Él piensa que al planeta no le queda mucho tiempo
así, pero los ricos siguen depredándolo y destruyéndolo. Me carga la palabra
recurso, porque significa que uno es dueño, pero la usaremos. Tres cuartas
partes de los recursos del mundo ya están agotados. O sea, queda sólo un cuarto
de pescados, ballenas, lobos marinos. Eso es todo. Y las empresas que viajan en
enormes barcos balleneros siguen acabando con eso. ¿Qué pasaría si muriera toda
la fauna marina? Moriría toda la flora del mar, tendríamos un mar muerto y con
eso se acaba el mundo. Pero nadie dimensiona eso. No les importa. Creo que
ellos tienen inconscientemente una lógica de muerte. Este escenario se va a ver
en un corto plazo, tal vez en unos 150 años más. El planeta no fue hecho para
morir de esta manera indigna, pero a ellos no les importa, porque los maneja
inconscientemente un Tanatos, una tendencia a la muerte. Están aprovechando lo
más rápido que puedan lo poco que queda.
EL ALMA DE CHILE
Los discursos políticos han estado
centrados en lo material, en lo económico, pero no hay una reflexión profunda
sobre cómo queremos repensar el país.
- De eso no hay idea. Siempre para el
chileno los problemas son económicos en el fondo, lo cual es muy chato. Por eso
este país está vacío espiritualmente. Escucha a los políticos cuando los
entrevistan, olvidándose de lo que están diciendo, ve su gestualidad, la
rapidez con la que hablan, la irresponsabilidad del uso del lenguaje, da la
impresión que están locos, con mucho caldo de cabeza. Todo lo que dicen son
puros lugares comunes y usan con una tremenda irresponsabilidad palabras como
libertad, unidad, progreso, y a la larga no hay nada de eso. Yo veo que esto no
tiene destino.
Pero usted nació en un país que ya no
tenía destino, porque venían mal las cosas desde antes.
- Sí. Yo nací en un país que ya no tenía
destino. Si hubiera nacido en pleno siglo XIX, con esta gran cultura rural,
llena de sabiduría, a lo mejor habría sentido que vivía en un país que tiene
sentido.
¿Vivir en el Chile actual no tiene
sentido?
- Desde cabro chico que vengo escuchando
que la vida es un problema, no es un don. Eso le hace mal a una persona, porque
si asumes que la vida no es más que un problema y que básicamente es económico,
te matan el alma.
¿Chile no tiene alma?
- Chile tiene un alma profundamente
enferma y neurotizada. El modelo de sociedad actual está en crisis terminal.
Tiempo atrás usted aseguraba que el
mundo se había muerto hace rato.
- Sí, decían que el mundo se iba a acabar
el 2012 y cuando me entrevistaron dije que no había que recurrir al 2012 si el
mundo ya se había acabado hace mucho tiempo.
¿Cuándo se acabó?
- El mundo empezó a acabarse con las
guerras napoleónicas y acabó con la Segunda Guerra Mundial. Tú te preguntarás
cómo es posible si estamos todos vivos. Te explico. Vamos a la etimología de la
palabra “mundo”, que viene del griego “cosmos”, que significa el orden. ¿Cuál
es el orden que se acabó? El orden de la cultura occidental cristiana. Puede
que haya dejado de ser cristiana pero siempre había un orden, una cultura
grandiosa. Ese orden terminó. Lo que queda es un constructo financiero,
político y militar, y eso no es una cultura humana. Y la prueba es que se
mantiene con la apariencia de orden nada más que por la fuerza de la ley.
Ahora, si en algún momento le abres la compuerta al caos…
¿Qué pasa?
- En
Nueva York se hizo un experimento hace 30 años en el que se apagó la luz a
propósito. Y dejaron libres a las turbas, que invadieron la ciudad, rompieron
las cortinas metálicas de todas las tiendas, saquearon todo. Y los policías se
retiraron para permitir a esta gente que hiciera lo que estaba haciendo. Y se
filmó todo y con ello se evidenció el grado de caos en esta apariencia de
orden. Hablé con una persona que era un alto cargo de la ONU, que vio todo ese
experimento, y me dijo que era la apariencia del fin del mundo. El caos está en
cualquier parte, si apagas la luz en París va a pasar lo mismo. Cualquier cosa
que haga disminuir todos los mecanismos de seguridad hace estallar el caos
inmediatamente. Ves lo que ocurrió en el sur tras el último terremoto, cómo la
gente invadió y robó todo lo que pudo. Esa es la prueba de que el orden no
existe y esa es la explicación que yo daba para afirmar que el mundo se acabó.
¿Por qué fracasamos como civilización?
- Debe ser por la baja espiritual, porque cada
hombre interiormente ya no tiene virtud. Se acabó la ética en el mundo. La
virtud consiste en la inclinación espontánea a actuar rectamente y amar a tu
prójimo como a ti mismo. Ahora lo que importa es sacarte a ti el mayor partido
posible con la remuneración más baja que puedas aguantar. En todo caso, estoy
bien esperanzado de lo que viene. Es decir, estoy también muy temeroso, porque
viene un cambio muy grande, pero a la vez viene una cierta maduración de una
cierta elite espiritual de la humanidad hacia un sentido bien contrario a este
modelo.
¿Cómo nota eso?
- Yo me he basado mucho en la filosofía
oriental, en la que se enseña que los despliegues demasiado intensos de energía
son necesariamente muy breves. Lo normal es el equilibrio y el orden pacífico
de las cosas. Por eso una granizada no puede durar un día ni un terremoto tres
horas. Por eso este dominio que los poderosos empresarios transnacionales
tienen sobre la humanidad no puede durar mucho. La última estadística de la
ONU, indica que somos más de 7 mil millones en el mundo y de esos 3 mil
millones viven en la extrema pobreza. ¡Es casi la mitad! Eso es feroz. Y de
esos 3 mil millones, mil millones no tiene acceso al agua y mueren como 30 mil
niños diarios por inanición. Esto nos autoriza para calificarlo como el fracaso
de la civilización, la que nos prometía justicia, fraternidad, igualdad,
libertad.
LA SABIDURÍA
Los intelectuales se han quedado al margen
de las discusiones políticas actuales. ¿Los intelectuales acaso están en
extinción en Chile?
- Los intelectuales podrían hacerse
respetar más, porque aquí no les dan nada de pelota. Como aquí se impuso una
visión puramente tecnológica y financiera de la vida, los intelectuales no
tienen que hacer nada allí.
¿Nunca lo han llamado para debatir?
- Últimamente me encontré con la ministra
de Cultura y me dijo “don Gastón, vamos a tener que conversar, así que deme
todos sus teléfonos”. Hasta ahora no me ha llamado y dudo que me llame.
¿Cuál es el rol que deben jugar los
intelectuales?
- Hay algunos intelectuales, como este
gran pensador que ha surgido en Alemania, pero que es coreano, Byung Chul-Han,
que escribe libros sobre la sociedad actual con el mérito de la brevedad y de
mucha contundencia. Él ve con mucha lucidez al extremo al que hemos llegado.
“La sociedad del cansancio”, “La sociedad del consumo”, “La sociedad de la
transparencia”, “La sociedad de la aceleración”. Dice que vivimos en “el
infierno de la ecualización”, donde todo se considera según el precio. Él mismo
dice que en este mundo no cabe la fe, la espiritualidad ni la trascendencia. Lo
difícil es proponer algo. Este mismo coreano del que te hablo, su visión
crítica es certera, profundísima, pero aún no llega al capítulo de las proposiciones.
¿Y usted propone algo?
- Yo propongo algo en el sentido de que
esto no se puede planificar. Es un fenómeno que ya está ocurriendo en la base.
Cuando ya decae mucho la cultura humana hasta no ser una cultura, la nueva luz
se genera en la base, no en la cúpula. La cúpula está demasiado comprometida
con el sistema, en cambio la base tiene más libertad y menos prejuicios para
pensar. Por otro lado, propongo lo siguiente: que la sabiduría que hubo en el
pueblo rural, la universidad recoja todo eso, lo incorpore a la educación
superior y es lo que nos propusimos con Fidel Sepúlveda en el curso Sabiduría
Chilena de Tradición Oral que ha sido un éxito.
¿Qué conocimientos han adquirido sus
alumnos?
- Les enseñamos cuentos y refranes. Hay refranes
tan profundos que tú dices “aquí está Sócrates, Confucio, Karl Jung y su
psicología analítica” pero dicho de forma popular, sencilla, con ironía y mucho
sentido del humor. Te das cuenta que el sabio popular que dice esto, tiene un
conocimiento muy profundo de lo que es el hombre. Por ejemplo, te diré este
refrán: “El ojo verá bien siempre que la mente no mire por él”. O sea, apela a
no dejarse llevar por los prejuicios y ser capaz de ver objetivamente la
realidad. Es increíble. U otros más humorísticos: “el que sube como palma cae
como coco”, “mientras más te empinas más se te ve el culo”. Es muy chileno y
encierra una gran verdad. La persona que accede a un lugar que no le
corresponde por su capacidad. Entonces los que lo observan se dan cuenta de sus
falencias y carencias.
¿En todos los refranes distingue a
filósofos?
- Los que he seleccionado, que son unos
400, tienen un contenido filosófico sapiencial. “Quien escupe al cielo en la
cara le cae”. Ahí está el principio de acción y reacción. Siempre hay un fondo
de sabiduría. Detrás de ello hay una concepción del hombre, basado en la
estabilidad, en la serenidad, en la lucidez para ver, en la intuición. Ya no se
da este tipo de humano hoy. Ahora hay un humano neurotizado, urgido, que no tiene
tiempo de entrar en sí mismo.
Cuando usted entra en sí mismo, ¿con qué
se ha encontrado?
- La meditación permite aumentar el radio
de acción de la conciencia, ves más cosas, se afina la sensibilidad, te da una
sensación de estabilidad y seguridad psíquica. Es un instrumento maravilloso de
autoeducación, que debiera enseñarse en todos los colegios, porque no hay nada
malo de ello. Si tú te dedicaras a hacer una meditación corta, de 10 a 15
minutos, te va a hacer muy bien. Ahora, si tú te crees un místico puede que te
vuelvas loca. Es peligroso, porque incorporas un elemento a una psiquis que no
está acostumbrada. Si meditas media hora puede que te hagas un daño en el
sistema nervioso.
Algunos ven con malos ojos esto de
descubrirse a sí mismo, que es casi como un acto individualista y egocéntrico.
- La Iglesia lo ve así, lo que es un gran
error. Mejor habría que decirlo así: antes de trabajar en el mundo, tú tienes
la obligación de trabajar sobre ti mismo, porque hay mucho que corregir en la
persona. Entonces, cuando estés en buenas condiciones, puedes hacer mucho mejor
tu trabajo y tu aporte a la sociedad.
¿Cuánto tiempo dedica a la meditación?
- Hago meditaciones cortas, de un cuarto
de hora, cuatro veces al día. A veces me encierro en mi oficina, en mi pieza o
debajo de un árbol. Es una gran terapia natural. Antes de descubrirla, estaba
bastante confundido, con conflictos matrimoniales. Haber descubierto la
meditación fue fundamental, si no estaría muerto.
Usted ha estado buscando por mucho tiempo
el sentido trascendental a la vida. ¿La ha encontrado?
- Sí, me he ayudado mucho de la filosofía
oriental, sobre todo la china.
¿Y qué pasa cuando se encuentra el sentido
de la vida, qué se hace después?
- Cuando uno ya se siente asentado con el
sentido de la vida hay que serle fiel, no alejarse de ese camino. Por eso busco
ser consecuente, vivo en el campo y voy a la civilización para dar una cátedra
en la que se enseñen estas cosas. Bueno, pero dejé de hacer clases
definitivamente hace algunos días.
¿Por qué decidió dejar las clases?
- Porque estoy muy viejo, cansado. Como yo
no manejo debo tomar un bus desde Limache, a mi edad, llegar al terminal, el
metro, subir escalas, cargar maletas, es demasiado. Se acabó eso para mí.
¿Cómo fue su última clase?
- Nos fuimos al boliche de Las Lanzas,
tomamos cerveza, y me despidieron mis alumnos con música.
Usted cuando se queda en Santiago lo hace
cerca del Costanera Center y la Torre Titanium, ¿Qué le parecen ambos
edificios?
- No los necesitamos para nada, son pura
farsantería. El señor Paulmann nos destruyó la vista de la cordillera con esa
cuestión. He sabido que nadie arrienda ni compra en la parte alta, porque
después del terremoto nadie quiere tener su oficina en un piso 40. No le está
yendo bien. No necesitamos estas torres.
¿Qué se debería hacer con ellas?
- Simplemente, demolerlas.
¿Usa tarjetas?
- ¡Para nada! Tampoco tengo celular, no
uso computador, escribo a mano o a veces en máquina, no tengo e-mail. Tengo un
teléfono fijo. Una vez me regalaron celular pero no me sirvió de nada.
¿Sabe de las redes sociales como tuíter o
Facebook?
- Nada, pero me cuentan que aparecí en
alguna de ellas.
¿No le causa curiosidad?
- Me dicen que sería mejor que entrara en
internet para ver qué se dice de mí. Porque mando cartas a El Mercurio y me
cuentan que tengo 20, 30 respuestas. Entonces, a mi hijo, que es ingeniero, le
pedí que me comprara estas computadoras de maleta. Quedó en hacerlo.
Puede que se envicie.
- Posiblemente.
* Profesor, musicólogo y ensayista. Experto en
estética, filosofía oriental y cultura mapuche, Gastón Soublette ha dedicado
toda su vida a buscar el sentido trascendente de la vida. Hace unas semanas
dejó de hacer clases de sabiduría popular oral chilena, uno de los cursos más
exitosos entre los alumnos de la PUC. Los continuos viajes desde su casa en
Limache a la capital, lo terminaron agotando. Acá, analiza el Chile desalmado y
sin espíritu, y se queja de la falta de sabiduría de nuestros gobernantes. “Al
poder no le interesa culturizar al pueblo. Y es deliberado”.
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