2015: MAL AÑO PARA LA
GESTIÓN CULTURAL PÚBLICA (1)
Por Pablo Salgado Jácome
EL TELÉGRAFO
(Viernes, 1 de enero de 2016)
Al final del año, los
balances nos dejan una percepción más bien amarga del 2015. Sin duda la crisis
económica externa y la baja de los precios del petróleo han impactado en las
economías de los países, sobre todo en aquellos cuyo presupuesto es financiado,
en un alto porcentaje, con recursos provenientes del petróleo.
Nueve años –casi una década-
de un solo gobierno es un caso inusual en nuestra historia política. Más aún
con una alta aceptación, más allá del natural desgaste que genera la gestión
pública. Y han sido años, hay que decirlo, de una confrontación constante,
abonada por medios de comunicación que decidieron asumir un rol político de
radical oposición.
No voy hacer ahora un balance
de la economía, de la política o de otros aspectos, ya que son muchos los
análisis de estos temas que aparecen en los grandes medios, sino que nos
dedicaremos más bien al tema cultural. Y comenzaremos con la cultura gestionada
por la institucionalidad.
En palabras del propio
Presidente Correa: “la Revolución ciudadana tiene una deuda con el sector
cultural. Por eso, ya no hay más tiempo que perder; es necesario caminar más
rápido”. Lamentablemente no ha sido así. Es decir no se ha caminado rápido. Por
el contrario, termina el 2015 muy lejos de las metas: la expedición de la Ley
de Cultura y la implementación del Sistema Nacional de Cultura, en donde se
ordenaría y articularía toda la institucionalidad cultural del país.
Es mandato de la Constitución del 2008 la expedición de la Ley de Cultura. Como sabemos, dicha Constitución ya ha sido reformada, y sin embargo no se ha terminado de ejecutar ese mandato. Un total contrasentido. Por ello, tanto el Ministerio de Cultura y Patrimonio como la Asamblea Nacional antes de enviar tarjetitas de año nuevo y encender velas, deberían –al menos- pedir disculpas al país y, sobre todo, al sector cultural.
Es mandato de la Constitución del 2008 la expedición de la Ley de Cultura. Como sabemos, dicha Constitución ya ha sido reformada, y sin embargo no se ha terminado de ejecutar ese mandato. Un total contrasentido. Por ello, tanto el Ministerio de Cultura y Patrimonio como la Asamblea Nacional antes de enviar tarjetitas de año nuevo y encender velas, deberían –al menos- pedir disculpas al país y, sobre todo, al sector cultural.
Ha demorado tanto la
expedición de la Ley de Cultura, y han circulado tantas versiones –una por
ministro- que muchos actores culturales creen ya que es mejor que no se expida
la dichosa Ley. Y más aún cuando se pretendería –entre otros temas- suprimir la
Matriz de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, lo cual -en la práctica-
significaría su desaparición, pues los 24 núcleos se convertirían en
dependencias del gobierno.
Por ello, uno de los grandes
retos del 2016 será preservar la autonomía integral de la Casa de la Cultura,
sin duda la institución cultural más emblemática del Ecuador, que vive una
situación precaria -ya de ahogo y asfixia- pues para el 2016 se reducirá su
presupuesto en más de 500 mil dólares.
Termina el 2015 y Ecuador es el
único país de la región que no tiene un Plan Nacional de Lectura. Y lo que es
peor, ni siquiera hay un consenso en las propias entidades de gobierno para su
implementación. Y tampoco tenemos un Sistema Nacional de bibliotecas públicas,
y peor una Biblioteca Nacional digna. Y algo más grave, ya ni siquiera tenemos
Museo Nacional, se lo cerró sin tener listo un plan inmediato para su
restauración y recuperación. Seguramente el presidente Correa terminará su
mandato sin Museo Nacional.
La gestión cultural del
Municipio de Quito tampoco ha sido alentadora en este 2015. Refleja la misma
inoperancia que otras dependencias, tal como los gestores culturales expresaron
en una carta al Alcalde Rodas, quien no les concedió audiencia sino que los
remitió al Secretario de Cultura. Es decir, lo mismo que ha hecho con todos los
otros sectores descontentos que cada día acuden al palacio municipal exigiendo
solución a sus demandas.
En resumen; al final del
2015, carecemos de políticas públicas para la cultura. Nunca entendimos cómo la
cultura podía ser un aporte para el cambio de matriz productiva. Y ahora
tampoco entendemos cómo la cultura puede ser un importante factor para
dinamizar la economía en tiempos de crisis.(I)
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