DIÁLOGO PENDIENTE
Por Nathalia
Cedillo Carrillo
25 de febrero 2016
Han sido protagonistas de la cultura occidental, constructores del
pensamiento desde todas las ciencias, las artes y la tecnología. Poetas,
filósofos, científicos, milicianos, políticos, dramaturgos, estadistas,
teólogos, novelistas, intelectuales, maestros, periodistas, diseñadores,
deportistas, en fin, la lista es interminable, porque como parte de la
humanidad, han estado presentes en la historia de ella desde sus orígenes, dejando
a su paso legados que trascienden hasta hoy.
Y están aquí, viven en nuestros barrios, seguramente son parte de
nuestras familias, llevan a sus hijos a la escuela, van con sus amigos al
estadio, caminan por los senderos de un río o a la orilla del mar, pagan
impuestos, van al mercado, comparten sus conocimientos en casa o la
universidad, trabajan con nosotros, luchan, ríen, lloran, rezan y maldicen;
están ahí, compartiendo con nosotros el mismo espacio social, la misma
condición humana y sin embargo no los vemos. Muchas veces no queremos ver o lo
hacemos con prejuicio.
¿A quién se le puede ocurrir que Frida Kahlo, Chris Hugues (co-fundador
de Facebook), Freddy Mercury, Isadora Duncan, Michael Foucault, Elton John,
merecen menos derechos y libertades que el común de los mortales? Seguramente
una persona homofóbica pensará que sí y de hecho, es porque todavía persisten
creencias que otorgan más valor a unos seres humanos que a otros, que siguen
vigentes en nuestra sociedad la discriminación, la exclusión y los crímenes de
odio.
Muchas veces son los medios de comunicación los que aportan a reforzar
el miedo a lo diferente, no sólo por los estereotipos de la sociedad patriarcal
que reproducen, sino porque en muchos casos la comunidad LGBTI es invisible o
simplemente no aparece como protagonista del quehacer humano, ni como actores
políticos.
Tal es el caso de lo ocurrido en Cuenca recientemente, donde el Consejo
Cantonal aprobó la Ordenanza para la Inclusión, el Reconocimiento y Respeto a la
Diversidad Sexual y Sexo-Genérica. La normativa es considerada como histórica
por los colectivos LGBTI de la ciudad, sin embargo la cobertura periodística
local y nacional fue exigua y carente de reflexión y debate. Sin duda es
plausible y merece mayor atención la prohibición del funcionamiento de centros
de conversión para homosexuales, que son un atentado a la vida y la dignidad de
las personas afectadas, pero también deberíamos abocarnos a el proceso de
construcción de la Ordenanza.
Conversando con algunos activistas de los derechos LGBTI en Cuenca, pude
conocer otra arista del proceso, en el cual quedan profundas interrogantes en
cuanto al diálogo y al debate social, elementos fundamentales que garantizan el
cumplimiento de cualquier normativa; según el testimonio de quienes han
promovido la Ordenanza, la falta de profundidad en el debate de la misma se
produce porque para algunas autoridades este tema sigue siendo un tabú.
No basta que esté escrito en un papel para que la sociedad empiece a ser
inclusiva y respetuosa de todas las orientaciones sexuales e identidades de
género. No podemos contentarnos con una presentación que es parte de una
agenda, más que de una voluntad política de plasmar en conciencia. No nos
podemos re-conocer sin mirarnos a los ojos, si las autoridades y los medios no
promueven que los debates “salgan del clóset”.
En este sentido, tenemos una deuda comunicacional con la comunidad
LGBTI, la responsabilidad social nos obliga a quienes hacemos comunicación
desde cualquier campo mediático, a comprender las demandas de estos colectivos,
dejar de reproducir prejuicios, a través de rutinas, fuentes, lenguaje y otras
estrategias de las cuales los periodistas no suelen ser conscientes, pero que
sin embargo pueden vulnerar derechos.
Las transformaciones culturales no nacen con las leyes, sino con la
conciencia de que podemos ganar todos si renunciamos a la idea de que la
convivencia depende de tener que vencer a otro y en ese camino, aún tenemos
tarea pendiente.
Cuando se trata de políticas públicas, debemos hablar en voz alta,
especialmente frente a temáticas históricamente silenciadas.
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